"Aquí hay una pregunta previa: ¿quién quiere ser legitimado? Si de legitimidades se trata, me parece muy legítimo mantener una visión no canónica y decir, con Guattari, “'cultura' es un concepto reaccionario” o, con Manganelli, “producid, producid cultura: es lo que os toca hacer, y no tiene nada que ver con la literatura” (o con los cómics). En el terreno del arte los primeros usos concienzudos del cómic como material de partida no los hizo Roy Lichtenstein en los años cincuenta, sino Öyvind Falhström en los setenta. Pero él no se proponía “elevar” los cómics, sino usar un cómic en particular como parte de un discurso de crítica política. Cuando veo una obra de Fahlström hecha a partir de viñetas de Krazy Kat y colgada en una pared del Pompidou, lo que pienso no es: “qué bien que Herriman haya llegado al museo” (de hecho, en la colección del Pompidou también hay cuadros de Lyonel Feininger) sino “bien está que en un sitio como este haya un lugar para la contracultura”. En cuanto a la legitimación cinematográfica, si eso significa, como parece creer Zack Snyder, calcar un cómic viñeta por viñeta, meterle una banda sonora de Radio 80 y convertir al Dr. Manhattan en el villano, pues, la verdad, como que estábamos mejor cuando aún no éramos cultura, no sé si me explico.Eloy Fernández Porta agita de nuevo la coctelera en esta suculenta "entrebestia" de Elisa G. McCausland
Grant Morrison en Los Invisibles da forma a un experimento en el que el autor se convierte en el protagonista de las aventuras - King Mob es la representación de Morrison en las páginas del cómic. Desde su personalísima perspectiva, una forma de hacer “magia”-. La vuelta al yo, pero no desde el slice of life, sino con una intención mucho más subversiva. ¿El cómic como vehículo para la revolución?
Creo que esto enlaza con un par de cosas que hemos comentado más arriba: si los cómics se presentan como un vehículo para la revolución, lo hacen con el estilo sublime apocalíptico y bajo la forma de contracultura para las masas. El sueño del grupo anarquista que destruye la “sociedad decadente de fin siglo” se encuentra por igual en cómics como V de Vendetta y en novelas como El club de la lucha, que beben de las mismas fuentes, de la izquierda norteamericana. En ambos casos el tema de fondo son las sociedades secretas, las bombas de relojería sociales que están a punto de estallar. De todos modos, debo decir que también creo en el potencial rupturista de la narración autobiográfica, del slice of life, como tú dices, sobre todo cuando se usa para explorar las políticas del cuerpo. "Pesadilla en Polk Street" de Phoebe Glockner es la historieta más revolucionaria que conozco. Sabemos que en esa obra hay algo revolucionario porque, aunque todo el mundo dice que es muy potente, no hay cojones de adaptarla al cine".
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[reseña y extractos de HOMO SAMPLER, en Con C de Arte. En HOMO SAMPLER. TIEMPO Y CONSUMO EN LA ERA AFTERPOP (Anagrama, 2008), Fernández Porta sitúa en la teoría cultural a los cómics al mismo nivel que otras formas de expresión (cine, literatura, artes plásticas, etc.), igual que en su ensayo previo, AFTERPOP. LITERATURA DE LA IMPLOSIÓN MEDIÁTICA (Berenice, 2007)]
5 comentarios:
“bien está que en un sitio como este haya un lugar para la contracultura”. Me parece que si está en un sitio como ése, deja de ser contracultura. ¿No?
Muy de acuerdo con este punto de vista. El cómic como el último bastión de resistencia contracultural. Mejor que no lo etiqueten jamás con esa palabreja tan recurrente de "arte". El arte es para los burgueses. Nosotros queremos subversión.
¿"Nosotros" quiénes, Jordi? Porque yo en toda mi vida creo que no he conocido a un solo lector de tebeos que quisiera subversión. Más bien son todos (somos todos) burgueses bastante acomodaticios, que sólo queremos hacer nuestras colecciones y que nos dejen consumir en paz.
Pués Santiago, yo de burgués tengo bien poco (sin acritud), y las obras citadas en este blog son bastante alejadas de lo acomodaticio (entendido como mero entretenimiento sin complicaciones). Un placer saludarte, ya conoces a uno.
Pues encantado, Jordi. Un saludo.
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