jueves, 26 de noviembre de 2009

LOS ECHÉ DE MENOS EL RESTO DE DE MI VIDA.

"Era el único que tenía que despedir al equipo. Fue la cosa más dura que he hecho en toda mi vida. Tuve que decírselo a todos ellos, y entre esa gente había amigos míos. Muchos de ellos... había cenado con ellos en sus hogares... Conocía a sus esposas, a sus chavales, y tenía que decirles esto. Fue, como digo, la cosa más horrible que he tenido que hacer".
El que habla es Stan Lee, editor de Timely / Atlas (luego Marvel) en 1957, año en que tuvo que despedir a la mayor parte de los dibujantes que trabajaban para la compañía. La razón, la crisis general de ventas que azotaba el mercado del comic book. Una crisis provocada en gran medida, entre otras razones, por la repercusión popular que habían tenido las teorías del psiquiatra Fredric Wertham acerca de los "males" que los comic books provocaban en la juventud americana (según él, la principal causa de la criminalidad juvenil), a lo que se sumaron las sesiones de investigación del Senado estadounidense comandadas por Estes Kefauver sobre delincuencia juvenil, más la creación en 1954 de un código editorial de autocensura, el famoso Comics Code, cuyas prohibiciones de contenidos en los comic books consiguieron acabar con todo lo excitante y atractivo que había en muchos de esos tebeos. Después de aquello, los comic books sencillamente estaban mal vistos, como una peste. La declaración de Stan Lee la he copiado de un estupendo libro de David Hajdu, THE TEN-CENT PLAGUE. THE GREAT COMIC-BOOK SCARE AND HOW IT CHANGED AMERICA (Picador, 2008). Hajdu sigue relatando:
"Lee convocó a todos los principales dibujantes de Timely -Joe Sinnott, Dick Ayers, Gene Colan, Martin Nodell, Morris Weiss, Frank Bolle, John Romita- a su oficina, y les dijo, uno por uno, "Lo siento, pero no hay más trabajo para ti. Se acabó", tal como él recordaba. "Estaban en estado de shock, yo estaba en estado de shock". Tras esta conversación, Lee se fue al baño.

Todos aquellos con un especial afecto por el medio, como Pete Morisi, estaban devastados. "Amaba los cómics... Amaba todo sobre ellos, y estaba orgulloso de lo que estaba haciendo, pero me sentí avergonzado de estar haciéndolos. No podías admitir ante nadie que eras dibujante de comic books, tenías que decir que eras 'un dibujante'", contó Morisi, que dejó los cómics, hizo un examen para el servicio civil y terminó como operador telefónico de la policía en Brooklyn. "Cuando el hacha cayó, me mató. Estábamos en apuros. Los cómics estaban muertos. Me partió el corazón".
Mike Sekowsky, continúa relatando Hadju, trabajó durante un tiempo como empaquetador en una tienda de comestibles, y John Severin consiguió un empleo en una fábrica de cerillas. Dick Ayers encontró trabajo como guardia de seguridad. "Tenía que alimentar a mi familia, pero era humillante. Me había dedicado toda la vida a dominar algo que pensaba que tenía calidad, y ahora no podía practicarlo nunca más porque se consideraba como algo criminal. Siendo guarda de seguridad, pensé, vale, esto es irónico, porque se supone que tengo que proteger algo, y resulta que todo el país está intentando proteger a los chavales de mí" (Ayers). Harry Harrison, un dibujante que colaboró con Wally Wood para EC y otras editoriales, no encontró trabajo en un año. "No había nada. En realidad había trabajo, pero siempre que quisieras hacer mierda juvenil. Pero si te tomabas el trabajo en serio y ponías tu orgullo en lo que hacías, no había nada para ti. Los dibujantes de cómics estaban pateando las calles. La gente simplemente desapareció... desapareció. Gente de los mejores, no sólo los marginales.... grandes talentos. Estaban arruinados". Harrison, cuenta Hadju, dejó los cómics finalmente y se dedicó a su segunda gran pasión, escribir.

Jack Cole, el creador de Plastic Man, fue otro de los afectados por el "gran miedo" al comic book desatado en los cincuenta. Cole fue uno de los dibujantes a los que Wertham había atacado expresamente en su libro SEDUCTION OF THE INNOCENT debido a su descripción aterradora de la pesadilla de un adicto a la morfina en una historieta para TRUE CRIME COMICS. Cole encontró trabajo haciendo "chistes lujuriosos" (sic) para la revista Playboy. En 1958, se compró un rifle calibre 22 y se pegó un tiro por razones desconocidas ("Las teorías más creíbles sobre sus motivos incluían problemas de matrimonio, probablemente relacionados con la deriva de Cole en el círculo mundano de conocidos de Hugh Hefner, y las deudas; el día de su suicidio escribió una carta a Hefner diciendo 'Perdona por deberte tanto'). Fred Guardineer, que había dibujado igualmente historietas de crimen, dejó los tebeos para siempre y trabajó como cartero en Long Island. Warren Broderick, que había colaborado con Harry Harrison para muchos editores, se convirtió en conductor de ambulancia. "Warren era un hombre adorable, gracioso, y muy sensible... Dejó el negocio con enorme pesar, y nunca volví a saber de él", dijo Harrison. Jack Kamen, Mort Leav, Marc Swayze y Pierce Rice se dedicaron a la ilustración comercial, para la publicidad o para catálogos industriales, hasta que se jubilaron.
"Me gané bien la vida y, siendo sincero, era respetado entre mis pares en el negocio de la publicidad", dijo Leav. "Pero el trabajo era trabajo. No eran cómics. No podías ser creativo. No era divertido. No tenías la libertad... Eché de menos los comic books durante el resto de mi vida". Hacia el final de la represión, en los últimos años cincuenta, más de ochocientas personas que trabajaban en los cómics al comienzo de la década habían dejado el negocio, y nunca más hicieron una viñeta para un comic book".
Hadju acaba su libro con un apéndice que incluye un listado con los nombres y apellidos de cerca de novecientas personas que nunca volvieron a trabajar en los cómics. Todo esto lo leí anoche, en la cama. Apagué la luz de mi mesilla con el corazón encogido.

9 comentarios:

el tio berni dijo...

Buen libro, estoy a punto de acabarlo. Aunque a veces me da la sensación de que peca un poco de peliculero, parece muy bien documentado. Es un tema escalofriante este, no me extraña tu congoja. La parte en la que relata la quema de cómics en los colegios, con la alegre participación de algunos de los niños, da bastante canguelo.

Óscar Palmer dijo...

A mí este libro me pareció cojonudo. Me lo leí prácticamente de una sentada y me emocionó sobremanera. Además, me mola mucho el concepto ese de que la revolución cultural de los cincuenta no viniera dada por el rocanrol, sino esa visión del rocanrol como la banda sonora de una revolución cultural marcada por los tebeos.

absence dijo...

El libro es excelente, aunque la apostilla de peliculero que menta Berni es cierta.
Creo que es Lawrence Watt-Evans en The Other Guys (se puede leer aquí, muy recomendable: http://tinyurl.com/y9t9upl) quien considera que la crisis del comic book del 57 también debe mucho a la quiebra de la principal distribuidora por motivos ajenos a la "caza del tebeo". De hecho, en realidad fueron muchas las editoriales que sobrevivieron al code y a la crisis.
Es obvio que ambos factores inciden en la crisis (code y quiebra de la distribuidora), pero probablemente en los despidos de la Atlas/Timely influyera más lo segundo. Donde el code resultó letal es en el tema creativo.

toni bascoy dijo...

Mi humildérrima aportación:

http://tonibascoy.blogspot.com/2009/11/el-vecino-3.html

Un saludo!

Santiago García dijo...

Que la quiebra de la distribuidora American News Company (en realidad sus problemas estuvieron provocados por una investigación antimonopolio del Departamento de Justicia) tuvo tanta o más importancia que el Comics Code en la crisis del cómic es indudable, lo que pasa es que es una historia menos interesante de contar que la de las audiencias de la comisión del senado, por eso nos hemos quedado con ésta. Es más heroica.

Con lo de la distribuidora y con el Comics Code ya tenemos dos de las causas que acabaron con la industria del cómic en los 50. Concurrieron con una tercera, que creo que no fue menos importante que las dos anteriores. Una pista: en 1946 había un 0,5% de hogares en Estados Unidos que lo poseían, en 1962 ya eran el 90%...

Pepo, perdóname pero sinceramente, creo que decir "una crisis provocada en gran medida por la repercusión popular que habían tenido las teorías del psiquiatra Fredric Wertham acerca de los "males" que los comic books provocaban en la juventud americana" es tan, tan, tan exagerado que es directamente mentira. Wertham no inventó la persecución contra los cómics, y la comisión del senado se organizó mucho antes de que se publicara "Seduction of the Innocent". Lo que sí pasó es que coincidieron justamente el lanzamiento del libro y las audiencias de la comisión.

Pepo Pérez dijo...

El estilo del libro es discutible, sí, pero el currazo de documentación es acojonante. A eso me refería el otro día sobre investigar y escribir para relatar la historia del arte y los artistas. Una historia que, además, no se han contado lo suficientemente bien hasta ahora. No es casualidad que en los últimos años estén saliendo tantos buenos libros en USA dedicados a historiar el comic book o a autores como Schulz, Caniff, etc.

Pepo Pérez dijo...

"Wertham no inventó la persecución contra los cómics, y la comisión del senado se organizó mucho antes de que se publicara "Seduction of the Innocent". Lo que sí pasó es que coincidieron justamente el lanzamiento del libro y las audiencias de la comisión."

Cierto, la persecución empezó antes de Wertham. Y la publicación del libro de Wertham y las audiencias del subcomité del Senado coincidieron en el año, si he dado a entender otra cosa no era mi intención. Se sumaron, no he dicho que una cosa fuera consecuencia de la otra. Y sí, por supuesto: la tele en los cincuenta. Que mató a la estrella del cómic de los cuarenta.

Anónimo dijo...

yo creo que lo de Wertham si tuvo un alto impacto, estamos en plena guerra fría, las paranoias eran pan de cada día. De un momento a otro un psiquiatra dice que esas revistas que leen los niños, poco menos que estan hechas por comunistas para pervertir a la juventud. Basta recordar que el bendito senado también se cargo el rock un par de añitos después el 59, cuando literalmente le cortarón la cabeza a los dos DJ´S más importantes del país (que es como echar por tierra a un distribuidor) sembrando el miedo en cualquiera que quisiera programar rock o música negra, que la principal influencia para el rock, hasta que los ingleses se quedaron con el pastel y aterrizaron los Beatles en 1964 en las tierras del tío, y perdón que me alargue,pero cuando se bajarón del avión había gente que pedía a gritos que los quemaran!!

saludos

Pepo Pérez dijo...

En la visión que yo tengo, sobre lo que me han contado, Wertham vino a sancionar "científicamente" algo que ya llevaba unos años en el aire. A las quemas de comic books me remito (ver foto de 1948 en el post que he subido).