sábado, 28 de septiembre de 2013

UN SUEÑO (AMERICANO)

Como me pasó con la ficción de Los Soprano, he pasado unos días encasquillado en la realidad, atrapado entre dos mundos desde que regresé de mi verano en Nueva York. Me despierto con la luz solar, como hacía allí. Sólo que aquí es, fastidiosamente, bastante más tarde, gracias por supuesto a que en Expaña no vamos con el huso horario que nos corresponde, algo de lo que ya me quejé hace un par de meses. Para entender la dimensión del asunto, un gráfico aquí. Aunque ayer mi madre, durante la comida semanal que respetamos escrupulosamente como un ritual, ahora reanudado, me comentó que ha oído en el telediario noticias esperanzadoras al respecto. El gobierno promete estudiar volver al huso horario occidental, el que abandonamos por una «peculiar» decisión de Franco.  Está en estudio, afirman. «No lo vamos a dejar en un cajón», dice también alguien de un gobierno que puede calificarse ya como el peor que hemos tenido desde la transición. Ha hecho falta, para variar, un toque «desde arriba» para que empiecen a plantearse seriamente, aún en «fase de estudio», eso sí, la posibilidad de revocar una decisión que desde los años cuarenta nadie se había planteado revocar para restaurar nuestro horario pre-Franco-amiguito de Hitler, y esto incluye en especial al partido que más años ha gobernado este país con diferencia desde la democracia, es decir, el artista antes conocido como pSOe (de «socialista» y «obrero»). No faltan ya las voces que relativizan la importancia de volver al huso horario occidental para que por fin la hora oficial corresponda con la hora solar, que si eso tampoco va a cambiar mucho nuestra vida, etc., y no puedo evitar pensar que quienes afirman eso necesitan quitarse la boina de sus embotados cerebros. Es importante insistir en lo MAL que sienta al cuerpo humano, preparado como animales diurnos que somos para activarse con la luz solar y sentir sueño cuando se va el sol, levantarse DE NOCHE a las seis o siete de la mañana como hacemos en este puñetero país, especialmente en el oscuro invierno, algo que no sucede ni en Portugal ni en Marruecos. Tampoco Canarias, con su famosa hora menos, «disfruta» de nuestro horario nazi impuesto en su día por Franco, diktator redefinido recientemente por algunos como un gobernante benévolo y majete; alguien que incluso lo «dejó todo preparado» antes de morir para darle a España una democracia que en realidad él «había deseado siempre», pero que sólo pudo activar «a su debido momento».

Así que, aunque sea una hora oficial después, me sigo levantando con el sol. Pero me ha pasado algo inquietante desde mi regreso, en lo que tal vez sea mi personal versión del jet lag (que no he sufrido). Resulta que abro los ojos por la mañana y, a pesar de que reconozco el techo y los muebles de mi dormitorio, durante un par de minutos me parece que sigo en Nueva York, encasquillado en una tierra de nadie mientras salgo del sueño, el territorio por excelencia de lo «Real». Un «interregno» en el que soy consciente de mi error geográfico y a la vez, de manera paradójica, sigo pensando que no estoy donde realmente estoy sino en NYC. Es un estado de «suspensión permanente», ni palante ni patrás, que no puedo evitar relacionar con Los Soprano, siquiera porque terminé de verla conforme dejaba la city y aterrizaba en mi casa (teléeeeefono). En Los Soprano, en efecto, hay mucho psicoanálisis y muchos momentos de gran ficción televisiva, de gran arte si queremos decirlo así, en los que parece dejarse atrás el lenguaje y lo simbólico para penetrar en el campo de lo Real en bruto: aquello que no podemos conceptualizar ni representar. «Hay que intentar atravesar (traverser) la fantasía, sabiendo que el sentido, tal y como lo mostraron Lévi Strauss o Lacan, probablemente no sea más que un efecto de superficie, un espejismo, una espuma», escribe Fernando Castro en su ensayo para Los Soprano forever. «El arte está siempre intentando hacerse con la "otra escena", esto es, con ese lugar en el que el significante ejerce su función en la producción de las significaciones que permanecen no conquistadas por el sujeto y de las que éste demuestra estar separado por una barrera de resistencia. Es la caída del sujeto que se supone que sabe lo que se opone a la noción de liquidación de la transferencia. El arte puede desbaratar lo que impone el síntoma, a saber, la verdad. En la articulación del síntoma con el símbolo no hay más que un falso agujero. El lenguaje está ligado a algo que agujerea lo real. Nosotros (sujetos/barrados) necesitamos para evitar disolvernos anudar la experiencia, aunque sea con un decir-a-medias. Lo real se encuentra en los embrollos de lo verdadero, es siempre un fragmento, un cogollo en torno al cual el pensamiento teje historias; el estigma de lo real es no enlazarse con nada. Entre la pasión voraz y el sentimiento anonadante, podemos tener la impresión de que todo se disuelve en el sinsentido o en la angustia». El sujeto, escribe unas páginas más adelante, «se determina como su propio eclipse. En la medida en que lo que se inscribe en lo simbólico es lo real (lo cual puede llamarse también advenimiento del sujeto a un real), ese ser, en última instancia, no es simbolizado por nada, salvo justamente por esa nada simbólica que es el corte. No necesitamos ahora "la voz alucinada" sino tan sólo comprender que lo real se da en un punto de separación total. Si el arte no ofrece ya consuelo, la mafia tampoco acaba sus "trabajos"».

Total, que de vuelta ya en casa en esta Expaña que se rompe, se rompe pero no se termina de romper, aún atrapado en ese limbo entre dos mundos, voy a intentar exorcizar mi personal «plano suspendido», una «anomalía» cuyo significado «real» se me escapa. Y para hacerlo no se me ocurre mejor forma que acudir a lo simbólico, el lenguaje, y hacer recuento aquí de las dos últimas e intensas semanas de mi estancia en Estados Unidos. Al menos para dejar constancia de ellas y clausurar simbólicamente una etapa inolvidable de mi vida.

Para empezar, en la primera semana de septiembre conseguí entrevistar a una leyenda viva del cómic norteamericano, uno de los objetivos de mi propuesta de investigación en Nueva York. Siento no poder dar más detalles de momento sobre este asunto. Tan solo apuntar ahora que resultó sumamente fácil acceder al autor entrevistado, que me dio todo tipo de facilidades y que fue muy generoso con su tiempo y sus respuestas. A su debido tiempo podréis leerlas en el lugar adecuado. Gracias por cierto por la ayuda prestada en esto a JMM, el artista antes conocido como José María Méndez.


Para continuar, el 12 de septiembre di una charla en la School of Visual Arts, una conferencia que les había prometido también en mi propuesta como visiting scholar, y que titulé Lose Yourself to Story: Tribulations of a Spanish Cartoonist. 45 minutos en los que usé como hilo narrativo conductor el pasado, presente y futuro de mi carrera como dibujante, pensando sobre todo en el tipo de cuestiones que les interesa a los estudiantes de una escuela artística. Desde mis primeras publicaciones en la segunda mitad de los noventa, tanto ilustraciones como tebeos –mi debut profesional en el cómic dentro del sello Laberinto de Planeta DeAgostini, dirigido por Toni Guiral–, con todas las dudas habituales del comienzo, sobre el camino a seguir y los temas personales, a los diversos hallazgos creativos que he ido encontrando en ese camino, a menudo por sorpresa. En este sentido intenté explicar algunas conclusiones sobre el lenguaje del cómic y del dibujo a las que he llegado, siquiera provisionalmente, lo largo de esa trayectoria. Colaborar con otros autores, por cierto –en mi caso es bien conocida mi larga colaboración con Santiago García– te enriquece y te permite llegar a lugares a los que por ti solo jamás habrías llegado. También les hablé abiertamente de las influencias en ese trabajo. Gestionar la «ansiedad de las influencias» pasa sobre todo, a mi juicio, por reconocerlas sin complejos y rendirles homenaje. En la última parte de la charla señalé algunas claves sobre mi trabajo como ilustrador –la ilustración y las artes gráficas en general tienen un gran peso en los estudios de la School of Visual Arts, particularmente en el Máster en Narración visual a cuyo programa estuve adscrito– y también les hablé de los libros que tengo entre manos ahora mismo: entre ellos El vecino 4, de nuevo junto a Santiago García, el libro de mi tesis sobre Frank Miller y uno en solitario que se titulará La crisis según/Los 15 mandamientos, un proyecto hecho realidad gracias al empeño de su editora, Isabel Cortés. Para cerrar el acto, las imprescindibles preguntas del público –un par de ellas giraron en torno a las herramientas y métodos de trabajo, al hilo de mis explicaciones previas– y un breve rato para enseñar la carpeta de originales, que me pidieron porque a los estudiantes les gustar verlos. En mi caso, las páginas que había dibujado estando en NYC. The city that never sleeps.















sábado, 21 de septiembre de 2013

EN EL RETROVISOR

Ahora que he terminado de ver Los Soprano, dedico el tiempo libre a leer sobre el tema, atrapado aún por la fascinación de los personajes y, sobre todo, de uno de los mejores finales televisivos que yo recuerde. Más allá de su "significado" concreto, que sin duda lo tiene, uno o varios, la escena final es pura forma que te deja encasquillado en ella, como si te hubieran hipnotizado; un golpe de genio como raras veces se ve. El significante como significado, sobre la propia ficción que has visto durante 6 temporadas, pero también sobre la vida real. Total, que ayer estuve leyendo en diagonal un largo texto sobre la escena final que me pasó Juaco Vizuete y releyendo el ensayo de Fernando Castro en el libro colectivo sobre Los Soprano que publicó Errata Naturae en 2009. Después de eso, supongo que leeré el libro entero, que me reservé en su día para sortear los spoilers. Ahora ya tengo claro por qué Los Soprano es el modelo principal para las series televisivas actuales, incluyendo a protagonistas ambiguos o directamente canallas.

DEL PEAJE EN LA AUTOPISTA DE NEW JERSEY AL NEGRO PRIMORDIAL. Para completar el rollo, rescato una ilustración que dibujé hace un par de años para un texto sobre series de televisión contemporánea que han reflejado el turbulento comienzo del siglo XXI. La referencia del dibujo creo que era obvia para todo aquel que hubiera visto, al menos una vez, los famosos opening credits con la canción de Alabama 3. Otro golpe de genio, por cierto, para abrir la serie: un viaje vulgar en coche hacia New Jersey como el que hacen cada día miles de personas al acabar de trabajar en Manhattan, salvo por el mafioso larger than life colándose de vez en cuando en la imagen. Perfecto resumen para lo que es Los Soprano. El plano de las Torres, por supuesto, desapareció en la cuarta temporada, después del 11-S. Woke up this morning...

martes, 17 de septiembre de 2013

SMALL PRESS EXPO (Y A MUCHA HONRA)

Santiago García y el menda en la entrada de la SPX' 2013 en Bethesda, Maryland. 
Muchas fotos de lo que os importa, es decir, del evento y los invitados, en el blog Mandorla

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Si consigo sacar un rato entre el ajetreo de mis preparativos para la vuelta (teléfono mi caaasa), espero contar aquí algunas cosas de lo que ha dado de sí estas últimas e intensas semanas en mi periplo americano. De momento, solo diré tres nombres:

Lisa Hanawalt
Gary Panter
Michael Kupperman


miércoles, 4 de septiembre de 2013

PUBLIC LECTURE

La próxima semana daré una charla en la School of Visual Arts. Será el jueves 12 de septiembre, a las 7 de la tarde, en el auditorio del Máster de Narración Visual de la SVA (Room 418, en la 136 West de la calle 21, Nueva York). Hablaré de mi pasado, presente y futuro como dibujante, en particular sobre mis trabajos en el cómic. La conferencia es pública y abierta a todo el mundo, así que todo el que ande cerca de aquí y le apetezca ir será bienvenido.

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Copio el email promocional de la SVA:

Hey all,
Come and see our international scholar, Pepo Perez, talk next week on his work- past, present and future. The lecture is entitled "Lose Yourself to Story: the Tribulations of a Spanish Cartoonist".

Thursday, September 12, 7PM in room 418 down the hall from us at 136 W. 21St.  Free and open to the public, bring all your friends!

His Blog:
 http://pepoperez.blogspot.com/search/label/DIBUJOS?m=0

domingo, 1 de septiembre de 2013

MÍTICO, DE LEYENDA.


Se lo decía ayer a Alberto Ramos, escritor y guionista. Este verano he estado viendo en mis ratos libres todo The Sopranos. O casi todo, estoy en la última temporada. Ya lo sé, debo ser el único que no la había visto. La cuestión es que estoy en la mitad de la última temporada, y le dije a Alberto: "no me cuentes nada, voy a jugar a especular con el final, pero no me lo destripes". Digo lo mismo para el que no haya visto la serie, mejor no sigáis leyendo. Vosotros podéis decir lo que queráis en los comentarios, no los voy a leer (por ahora). Teniendo en cuenta los elementos "shakesperianos" y "clásicos" que han ido introduciendo los guionistas de la serie (anoche Alberto me apuntaba el particular "retorno a Ítaca" de Tony Soprano cuando su Penélope, Carmela, se niega a volver con él, y tontea con otros "pretendientes", lo mismo que el triángulo a lo Arturo-Ginebra-Lancelot entre Tony-Carmela y Furio, el "soldado" del rey), calculo lo siguiente: Tony no puede morir al final, su personaje es demasiado mítico para eso. Si yo escribiera esta serie ni se me ocurriría hacerlo, no es un buen final. 

De hecho, a estas alturas de la serie Tony YA HA MUERTO y por supuesto HA "RESUCITADO" luego, como mandan los cánones de la mitología heroica y crística. En concreto cuando su tío Junior le pega el tiro en el vientre en plena demencia senil y el Rey de los Soprano se tira 3 episodios enteros (three is the magic number, "y al tercer episodio resucitó") en el hospital, entre la vida y la muerte, y al espectador se le intenta hacer creer que va a morir de verdad. Por cierto, que vaya episodios, entre el tostonazo y lo altamente emotivo: a todo el que ha pasado por algo parecido con sus progenitores en el hospital, en cuidados intensivos sin saber qué sucederá, estos episodios le tocan la fibra "familiar". Al fin y al cabo, como me señalaba hace poco Santiago, esta serie –como otras norteamericanas recientes de éxito– va de la familia. Ése es el tema principal. Todo lo demás sobre las costumbres mafiosas de New Jersey, me parece, son sólo los elementos que le dan a la historia su peculiaridad, y también su carácter mítico. Esa superficie pintoresca de mafiosos es simplemente eso, la superficie, el argumento, la peripecia, y es ese elemento "mítico" y particular el que refuerza a la postre el verdadero tema de la serie, que es ordinario y universal. La familia, sus alegrías y tristezas, tanto para criar a los jóvenes como para cuidar de los viejos.

Entonces, a saber, que me voy por las ramas: creo que un buen final para Los Soprano sería que, teniendo en cuenta que el hijo carnal del Rey le ha salido rana (A.J., Anthony junior, un niño pijo holgazán y desagradecido, el heredero inútil que dilapida la fortuna del padre que ha levantado el imperio, de nuevo como mandan los cánones) y el único "sucesor" posible en el trono es Chris Moltisanti (Michael Imperiori),  este último va a morir seguro. De hecho en el episodio del cual he subido el pantallazo Tony y su 'sobrino', el último que he visto, Chris están ya reconciliados plenamente, a partir un piñón como "padre e hijo". Chris parece encarrilado como adulto, ha "madurado", va a tener un hijo inesperado y se ha casado. Demasiado bueno para durar, se nota preparado por los guionistas para que el impacto posterior en el espectador sea mayor. Total, que Moltisanti morirá y Tony, creo, quedará finalmente como un "viejo rey" amargado, sin sucesor, mirando a un "horizonte crepuscular" sabiendo que su reino tocará a su fin cuando él ya no esté, etcétera. Hasta aquí mis especulaciones. Como decía, podéis decir lo que queráis en comentarios, ya os leeré en cuanto termine de ver la serie. 

Lástima que para el "Tony Soprano" real, el de carne y hueso, la muerte sí haya llegado, de manera inesperada para todos. Un actor sin el cual esta serie hubiera sido insostenible y que justifica por sí solo todo el culto a Los Soprano. Aquí está realmente inmenso y mítico, como su personaje. Descanse en paz, James Gandolfini. 


En una acera de Manhattan, 22 de junio, tres días después de la muerte de James Gandolfini.  Foto de Roy Batty