"Normalmente la cultura y el arte tienen que ser vehículos para hacernos más libres y más humanos", (...) “quitándonos la camisa de fuerza que suponen las ideologías ya establecidas y las estructuras heredadas”.--Manuel Borja-Villel
“La capacidad para cambiar las cosas está muy limitada por los formatos establecidos que tenemos para entender el mundo, y la única manera que tiene la sociedad de crecer, sin sentirnos como si fuéramos cosas, es descubriendo nuevas fórmulas de entendimiento a través del diálogo y el cuestionamiento de las estructuras establecidas por parte del espectador dejando de ser sujetos políticos o consumidores”.
"Cada colectivo social tiene su percepción, pero la tendencia general es la docilidad, no habíamos vivido antes una época tan dócil como la actual, en la que todo el mundo hace todo lo que se le dice y en la que todos somos tratados como terroristas, y sólo hay que ver todas las cámaras de vigilancia que existen en aeropuertos y demás lugares” . (...) “Si realmente nos tratan como terroristas igual habría que serlo un poquito, porque hemos pasado de ser una cultura de producción a una de consumo en la que la inteligencia, el conocimiento y el arte son contrarios”.
El director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía ve con buenos ojos que el arte no se entienda, “porque representa ese objeto de deseo, que nos atrae y no sabemos muy bien porqué y esa dificultad de aprender es lo que hace que nos cuestionemos a nosotros mismos”.
martes, 8 de septiembre de 2009
ESTRUCTURAS HEREDADAS / DOCILIDAD
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Manuel Borja-Villel
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4 comentarios:
Al empezar a leer la disertación me pareció una buena forma de definir la situación actual de esta sociedad. Pero utilizar tantas verdades para defender el arte indescifrable per se, pués no. Primero que detesto el arte mayor dentro de la megaestructura especulativa que lo exprime, y segundo porque las obras han de comunicar. No querer que el arte diga nada atrae a los tahures (en la acepción jugador fullero). Como decía Fuller una obra se ha de explicar por si misma.
Es curioso que se queje de la docilidad de la sociedad actual, pidiendo que dejemos de ser consumidores pasivos, cuando al mismo tiempo forma parte de esa superestructura cultural que nos pide que aceptemos la opinión de los "expertos" (críticos, comisarios de exposiciones, directores de museos) porque son los únicos que tienen el conocimiento necesario para discernir qué arte moderno es bueno.
Quizá podría ser un poco terrorista él mismo y someter a votación popular en internet qué obras debe comprar el Reina Sofía, para que los consumidores desarrollemos nuestro espíritu más crítico rompedor y de vanguardia.
La obra se explica a sí misma, sí, la cuestión es que toda obra necesita interpretación. Por parte de cada espectador, por supuesto. Cuanto más claro y didáctico es el mensaje,menos interpretaciones caben y más perecedera suele ser (suele ser) la obra.
Y cuantas más interpretaciones caben...
Sobre Borja-Villel, yo doy un voto de confianza. Por su reorganización de la colección del MNCARS y otras iniciativas de participación del público. Bueno, y no nos olvidemos de su gestión en el MACBA, que es en mi opinión el museo contemporáneo ABIERTO A LA GENTE por excelencia de toda España. No hay más que pasarse por su plaza.
No, si a mi me parece un tipo muy interesante en lo que dice y sobre todo en lo que hace, pero que en este caso creo que lo de la docilidad y los terroristas no deja de ser una “boutade”.
Lo que pide es imposible: al gran público, a la sociedad en suma, no puedes exigirle que haya estudiado historia del arte, lea revistas especializadas, visite galerías y museos, bucee en Internet, para poder tener los medios que le permitan reflexionar sobre el arte que está viendo y por tanto sobre ellos mismos.
Lo que quiero decir es que para mí una plancha de Frank Miller o de Will Eisner es infinitamente más valiosa que muchos cuadros que hay en el Reina Sofía que se han pagado con dinero público bajo los criterios de gente como Borja-Villel y en nombre del Arte Moderno y la Cultura con mayúsculas, y que sólo la “docilidad” de los ciudadanos permite que sean unas pocas personas las que decidan qué es arte y qué no, cómo por otra parte ha ocurrido en todas las épocas históricas y no sólo en la actual.
Quizá cuando habla de docilidad se refiere a que tendemos a ser cómodos y que preferimos que nos den todo hecho y masticado, pero eso es otra historia.
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