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jueves, 3 de agosto de 2017

neopuritanismo

Quería extenderme con el asunto del neopuritanismo porque cada vez me parece más serio.

He aquí otro comunicado sobre el cómic de Howard Chaykin, The Divided States of Hysteria, firmado por las autoras de Moonstruck, serie que edita Image y que la editorial ha promocionado bastante.

Algunos destacados: 
«We believe there is no story justification great enough to excuse this brutal, ignorant scene, and there is certainly nothing that could justify Chaykin’s derision of those who felt hurt by his book».  

«This cover is utterly stomach-turning and inexcusable, but we are heartened by the news that Image and Chaykin released a joint statement recanting the cover and apologizing, saying that they will not be publishing it after all. We commend them for this action».  

«There is an obvious pattern here: a pattern of sensationalizing hate crimes, a pattern of using minorities as props meant to shock white/cis people, a pattern of refusing to acknowledge the harm that these depictions do to their respective communities».
«We will do what we can to effect change within Image itself so that in the future, books like “Divided States” aren’t even considered for publication». 
«The setup that allows Chaykin’s book to exist is the same one that allows “Moonstruck” (an all-ages/YA book with tons of LGBTQ characters of color and with an all-queer, non-male core creative team) to exist, as well as the many other wonderful Image books that, like ours, may not have found a home elsewhere. It’s a double-edged sword, and it’s not fair, but it’s the truth». 
Que tebeos como el de Chaykin ni sean «considerados para publicarse». Y llaman «ignorante» a la escena de Chaykin. 


Bien, hablemos de ignorancia. Por ejemplo, sobre códigos artísticos. Hay quien habla de «maltrato animal» por representar escenas de maltrato animal... pero no se percata de que la lógica es la misma cada vez que se representa un asesinato humano en una obra de ficción: ¿desde cuándo representar un asesinato humano es asesinato o equivale a «incitar a cometerlo» en la realidad? Hay quien habla de «delitos de odio» por representar un delito de odio, o de «fetichización de minorías» por representar minorías. Por lo visto, solo si los personajes de dichas minorías se representan siempre y en todo caso de manera positiva (no vaya a ser que confundamos la ficción con la realidad; no vaya a ser que interpretemos la obra de manera incorrecta) no se las estaría fetichizando como mercancía (nota: en el cómic de Chaykin todos los personajes reciben el mismo tratamiento cínico-irónico, sean o no de minorías, aunque  estos últimos no son «accesorios» o «decorado» como se afirma en el comunicado sino personajes importantes). Por lo visto, los autores que hacen cómics políticamente correctos sobre minorías no cobran por ellos sino que los «regalan». Ah, no, que también cobran por su trabajo. Por su mercancía.  

Porque «mercancía» la hay de todos los tipos, para todo tipo de lectores y gustos. Moonstruck, a 3.99 $ cada número, ocupó en concreto la portada del catálogo Previews de mayo

Sí, todo es relativo, y hablar de las personas mediante personajes de ficción (blancos o de minorías étnicas, LGTB o no, etc.), como por otra parte solemos hacer «un poquillo», no implica explotar a personas reales o convertir a estas en mercancía. Si aceptamos el razonamiento de la fetichización de la mercancía en un caso (el de Chaykin), las autoras de Moonstruck también estarían convirtiendo a las personas LGTB o de minorías étnicas en «mercancía» de la que se «aprovechan» puesto que hacen personajes LGTB o de minorías étnicas en un cómic por el que cobran dinero (¡horror!) y que está siendo promocionado intensamente. Un cómic que va dirigido a unos lectores, y que proporciona a sus autores un capital simbólico (prestigio, etc.) pero también económico: en plata, dinero.

El argumento no tiene sentido, ni en su caso ni en el de Chaykin (en ambos se hace ficción dibujada), pero puede ser que la ignorancia también me ciegue a mí. Crear y vender tu obra artística es fabricar siempre una mercancía, aunque es una distinta a las demás mercancías (precisamente por su valor simbólico o cultural). Que esa «mercancía» esté basada en el mundo, o que aluda al mundo, no significa que sea el mundo ni, por tanto, que sustituya a este. Que es lo que significa realmente fetichizar algo en la teoría marxista. El arte es ficción, y la ficción no es realidad. Y como ficción que es, el arte tampoco tiene la obligación de mimetizar la realidad ni de ser «fiel» a ella.

Volvamos al caso Chaykin. ¿De verdad hay que discutir a estas alturas que representar no equivale a endorsement, a incitar, a hacer apología de lo que se representa? ¿De verdad que a fecha de 2017 hay que explicar el factor IRONÍA y la doble o triple codificación que puede existir en una misma imagen o texto, cuando la ironía ha sido un recurso crucial en las artes visuales modernas desde al menos las vanguardias históricas (que tienen ya un siglo), en la sátira gráfica del XIX y en la literatura de siglos previos? ¿El cómic de Chaykin es acaso «para niños» y no nos hemos enterado o es que todos los cómics tienen que ser «para todos los públicos / jóvenes adultos»? ¿Eso desde cuándo? 

Ya dije algo aquí sobre la infantilización de la que procede el cómic tradicional y de la que parece que no podemos desprendernos: las campañas públicas que condujeron al Comics Code estadounidense en 1954 partían de la misma preocupación, qué se estaba enseñando en los comic books a los chavales, porque la mayoría de sus lectores eran chavales. ¿Eso sigue siendo así en 2017? Yo diría que no. Un comic book como el de Chaykin no va dirigido a chavales sino a adultos. Exactamente igual que los cómics de Aline Kominsky, Julie Doucet o Alison Bechdel, por poner ejemplos de otras tradiciones historietísticas (el comix underground, cómic alternativo y novela gráfica de autoras). Son cómics para adultos, y como tales hablan de manera adulta a sus lectores: sin «explicar» las cosas, sin «decir» cómo debe entenderse la obra, dejando sus significados abiertos al lector, sin tener que usar todo el tiempo personajes role models que eduquen en valores. Y el arte para adultos puede implicar lenguajes «brutos», «soeces» y «provocativos» o imágenes desagradables u «ofensivas». Todo depende de para quién, claro. Pero recomiendo recuperar los viejos comix de Aline Kominsky hoy. O los alternativos de Julie Doucet. Igual más de uno se lleva una sorpresa. 

O, ya puestos, que vean esta película de 2016 de Julia Ducournau en la que (SPOILER) dos chicas blancas heterosexuales, las protagonistas, se comen a un chico gay de minoría étnica. En el medio en que se ha producido la obra, el cine, el filme ha cosechado buenas críticas y una considerable cantidad de premios. No, la película no es para «todos los públicos». Eso ya se presupone. Para los niños ya hay otras películas en las salas y plataformas digitales. Y sus estándares infantiles no se pretenden aplicar al resto del cine que se produce. Ahora imaginemos que alguien dijera: «películas como la de Julia Ducornau no deberían volver a estrenarse». Ahora imaginemos que un cineasta dijera: «películas como la de Julia Ducornau no deberían volver a estrenarse».

Entiendo también que algunos pueden descartar o banalizar el recurso de la ironía, tan querido por Chaykin, como sospecho hacen algunos de los ofendidos. Solo puedo decir ahora, para no extenderme más e ir recogiendo, que la IRONÍA es un recurso que merece ser tomado muy en serio y que dice buenas cosas de nuestra civilización, como argumentaron estudiosos como Richard Rorty, quien dedicó un libro a investigar el asunto: la ironía implica el reconocimiento de la contingencia de todas las cosas; la ironía manifiesta la duda permanente sobre lo que uno dice y sobre cómo lo dice; la ironía es antidogmática.

Pero, en fin, qué sabremos los demás (usemos la ironía también), si aquí los ofendidos (también este crítico de cómic se ha posicionado en términos similares afirmando que la famosa portada de Chaykin no debería haber llegado a imprenta, y se queda tan pancho sin darse cuenta de todo lo que eso implica si lo elevamos a categoría; en realidad la famosa portada no ha llegado a imprimirse gracias a la presión en redes sociales) llaman ignorante a Chaykin por una escena de ficción y creen saber más que él. Más que él y que toda una tradición irónica de autores (y autoras) que, de repente, ya no parecen dignos de respeto. 

Especialmente si, como es el caso de Chaykin, eres hombre y blanco.

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(Nota: no menciono expresamente los nombres de las personas posicionadas en contra del cómic de Chaykin, como tampoco hice en posts previos, porque solo me preocupa el debate, no señalar a quienes piden la censura o afirman que hará todo lo posible para que no vuelvan a publicarse cómics que a esas personas no les gustan. Las firmas se encuentran en los enlaces. Se trata de no hacer de esto una confrontación «personal» sino un debate público civilizado que revierta en algo positivo) 

lunes, 30 de marzo de 2015

cómic en rockdelux abril 2015

Ya está en kioscos el número de abril de Rockdelux, con la habitual sección de cómic, en esta ocasión con dos páginas que incluyen:
—entrevista de Daniel Ausente a Simon Hanselmann,
—reseña amplia de  Barcelona. Los vagabundos de la chatarra, de Jorge Carrión y Sagar (Norma), por Eloy Fernández Porta,
—y artículo de Raúl Minchinela sobre los cómics digitales de Panel Syndicate.com: 
The Private Eye, de Brian K. Vaughan, Marcos Martín y Muntsa Vicente, y ¡Universo!, de Albert Monteys.

También hay reseñas de
Lo mejor de Unas lesbianas de cuidado, de Alison Bechdel (Reservoir Books), por Gerardo Vilches,
André el gigante. Vida y leyenda, de Box Brown (Astiberri), por Daniel Ausente,
—el debut editorial de Sapristi con Matar a mi madre, de Jules Feiffer (reseña de Gerardo Vilches),
—el nuevo Miguel Brieva, Lo que (me) está pasando (Reservoir Books), por JuanP Holguera,
—y el último Riad Sattouf, El árabe del futuro (Salamandra).

(La revista impresa acaba de llegar a kioscos, por eso subo las páginas en pequeño; diseño de Rockdelux: Nacho Antolín)

miércoles, 24 de diciembre de 2014

vuelve, a casa vuelve...

En estas fechas tan señaladas, qué mejor que volver a la gran casa del cómic para leer o regalar algún título. Ahí van algunas recomendaciones. 
ESOS EXTRAÑOS JAPONESES   
El día después de la muerte de Osamu Tezuka (1928-1989), un artículo en la prensa japonesa se preguntaba por qué los nipones amaban tanto los cómics: “La visión de los pasajeros en el tren de cercanías, todos leyendo revistas semanales de cómic, impacta a la mayoría de extranjeros como algo extraño”. El artículo se interrogaba entonces por qué la gente de otros países no leía tantos cómics como los japoneses, y concluía con cierta candidez: “una de las respuestas es que ellos no tuvieron un Osamu Tezuka”. Dejando aparte ahora el papel capital que tuvo este prolífico autor en la emergencia del manga como industria de masas tras la II Guerra Mundial, lo que en realidad pasmaba a esos “extranjeros” en Japón, como bien indica la estudiosa Natsu Onoda Power en su libro sobre Tezuka, ‘God of Comics’, era ver a adultos leyendo cómics en su trayecto cotidiano hacia el trabajo.

Mi artículo para Paseo de Gracia | Passeig de Gràcia sigue en este enlace

miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA FORMA ES CONTENIDO



ALISON BECHDEL
¿Eres mi madre? Una tragicomedia
RESERVOIR BOOKS-MONDADORI

Un viejo osito de peluche de la infancia rodeado de libros de psicoanálisis. La imagen, una viñeta de “¿Eres mi madre?”, bien puede servir como resumen del libro, una extensa coda a la anterior novela gráfica de la autora, “Fun Home”. El peso de aquella obra maestra parece ahora una bola de preso para Bechdel (Lock Haven, 1960), que lucha aquí contra la ansiedad de su propia influencia, parafraseando a Harold Bloom, casi tanto como lo hizo en “Fun Home” respecto a sus maestros literarios. Sin la inspiración de aquella pero con el mismo talento considerable, Bechdel dedica el libro a la complicada relación con su madre, igual que en “Fun Home” lo hizo respecto a su padre, y lo plantea también como un acto de terapia. Con inflación de citas de psicoanálisis, y modelos como Virginia Woolf y el “Maus” de Art Spiegelman –como este, incluye el proceso de creación en el libro y las reacciones de su madre al mismo–, Bechdel habla mucho más de sí misma que de su progenitora, pero con el suficiente pulso intelectual para que sigamos con interés su narcisismo a través de las casi trescientas páginas.

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Una reseña que publiqué en el número de octubre de Rockdelux. Debo ser de los pocos a los que le ha gustado la última novela gráfica de Alison Bechdel.  Lo sé, es pesada y farragosa, tengo ojos en la cara, y vive en todo momento bajo la sombra insuperable de Fun home, pero a mí este cómic me siguió interesando hasta el final, y siempre lo hizo por la forma. La supuesta separación entre forma y contenido nunca es tal, pero aquí hay un ejemplo muy evidente de eso. Y una construcción formal tan soberbia como la que demuestra Alison Bechdel en ¿Eres mi madre? te puede llegar a fascinar tanto como para acabarte un ladrillo como este, y hacerlo con gusto además. A ver si puedo extenderme un poco más sobre este asunto en un futuro post, si las obligaciones me lo permiten. No prometo nada.

martes, 9 de octubre de 2012

sábado, 17 de octubre de 2009

MOSTRAR LO INVISIBLE

Strauss iniciaba el otro día en los comentarios de este blog un largo e interesante debate al hilo de una de las afirmaciones de Ignacio Vidal-Folch en su artículo de Tiempo de hace dos semanas:

"El lenguaje del cómic resulta decepcionante en algunos registros temáticos, pero muy válido e incluso idóneo para otros. Se maneja mal con la penetración psicológica y con el drama, pero en cambio es un formidable vehículo para otros géneros: el humor, la fantasía futurista o la confesión autobiográfica, como demuestran las espléndidas realizaciones de las últimas generaciones de profesionales norteamericanos y franceses"
(Vidal-Folch)

Básicamente, Strauss iniciaba el debate afirmando que
"la penetración psicológica tanto en cine como en cómic aburre a más no poder y, si se quiere emular a Proust, lo llevamos claro. Actualmente existe una edición (aún no terminada) de la trasposición al cómic de "en busca del tiempo perdido": sencillamente no dan pie con bola. Ese cómic tiene tanto de la obra de Proust como Carmen de Mairena de guapa. Precisamente la obra de Proust tiene como elemento diferenciador i vanguardista una penetración psicológica que perdura a lo largo de centenares de páginas. ¿cómo puede un ilustrador gráfico sintetizar todos esas disquisiciones y refelxiones en unas cuantas viñetas? Y, lo más importante: ¿cómo se representa la reflexión psicológica? El cómic, como el cine, son visuales, por ello necesitan de la recreación de una historia, de una acción".
(Strauss)

Después de un intercambio de comentarios, resumidamente, le vine a decir que, en efecto, esa adaptación de Proust me parecía muy mala, y que si bien ese problema podía ser cierto en el "viejo cómic", en las últimas décadas y particularmente en ésta que ahora acaba, un nutrido grupo de autores están preocupados precisamente por abordar esos temas de mayor abstracción, y para tratarlos además están buscando nuevos recursos narrativos. Hay autores como, entre otros, y ahora amplío la lista de ejemplos, Chris Ware (ACME NOVELTY LIBRARY, JIMMY CORRIGAN y sus colaboraciones para prensa y antologías literarias), Chester Brown (NUNCA ME HAS GUSTADO, LOUIS RIEL), Daniel Clowes (THE DEATH-RAY, en su revista EIGHTBALL) Charles Burns (AGUJERO NEGRO) o Alison Bechdel (FUN HOME, y este último ejemplo es uno de los que tiene mayor planteamiento "literario") cuyas preocupaciones principales pasan precisamente por abordar en el cómic y con el lenguaje del cómic ese tipo de cuestiones a las que alude Strauss, no basados en la acción, sino en la penetración psicológica, en los discursos abstractos y en la evocación de pequeños momentos, sensaciones, emociones, recuerdos o simplemente el paso del tiempo. También comenté en el hilo que, según los neurocientíficos recientes, pensamos básicamente en imágenes. Lo cual seguro que puede decirnos algo sobre el cómic.

Viñetas de FUN HOME, Alison Bechdel

Por seguir poniendo ejemplos, ahí están las investigaciones de Dash Shaw para dibujar lo invisible en OMBLIGO SIN FONDO (el simple paso del tiempo, emociones, sensaciones, olores), o el Seth más reciente, GEORGE SPROTT. 1894-1975 (imagen de arriba del todo), que se ha planteado el reto de mostrar la vida de una persona desde dos puntos de vista, el interno o subjetivo, y el externo o cómo es percibida esa persona por los demás. Y creo que el autor canadiense ha tenido éxito en su empresa.

También, se me ocurre ahora, hay historietistas recientes como Emmanuel Guibert preocupados intensamente por la memoria y el documental, y para abordarlos ha desarrollado sus propios recursos narrativos en obras como EL FOTÓGRAFO o LA GUERRA DE ALAN, otras dos obras cruciales de esta década. A otra cuestión que planteaba Strauss en el debate, sobre cómo puede mostrarse en imágenes discursos abstractos de texto, le respondí que ahí estaba CIUDAD DE CRISTAL (1994, páginas de abajo), una adaptación al cómic de una novela de Paul Auster en donde los pasajes de acción eran breves y mucho menos importantes que la introspección psicológica del protagonista y el discurso del narrador sobre temas como el lenguaje, la identidad y la soledad. Creo que basta (re)leerla para comprobar que Paul Karasik y David Mazzucchelli demostraron que algo así podía hacerse en el cómic: recurriendo a imágenes por asociación respecto a las ideas del texto, o bien imágenes directamente alegóricas que aportaban nuevos significados complementarios al texto.

Finalmente, quiero citar una de las últimas historietas de Chris Ware que he leído, donde el autor estadounidense se plantea el reto de mostrar en cómic los primeros años de vida de un niño desde que es bebé recién nacido, con resultados alucinantes, mucho más logrados que los más intentos de Chester Brown en su ya lejano UNDERWATER. O esta historieta de aquí abajo que publicó Ware en 2006 en el New Yorker, una probable base inspiradora para el GEORGE SPROTT de Seth. La magdalena proustiana se convierte en un pastel de arándanos, pincha para ampliar:


(Para leer los largos y jugosos comentarios de Strauss, aquí)