He visto Lightning Over Water (1980), el documental de Win Wenders y Nicholas Ray sobre los últimos días de Ray, con el que Wenders trabó amistad a partir de su participación en El amigo americano, la que tal vez siga siendo su mejor película (al menos de ficción). Ésta no lo es, y ahora entiendo por qué ha sido olvidada hasta cierto punto. Más allá de la necesidad de rendir homenaje al amigo y maestro que se muere, completamente legítima, no hay muchos momentos de inspiración que brinden verdadera "chicha" para quienes vemos la película, al menos para mí no. El inquietante comienzo, sin duda, en esa larga escena del amanecer en el apartamento de Ray; algunos chispazos breves en escenas posteriores, todos a cargo de la palabra y mirada de Ray; alguna conversación con el amigo; la forma impudorosa de filmar su duro despertar, el de un anciano que se muere de cáncer.
En las partes en que más se nota la mano "intelectual" de Wenders, la pelicula decae cosa mala. El epílogo, por ejemplo, ya sin Ray (que reposa en forma de cenizas en el interior de una urna), es infinitamente mediocre, y te da una buena perspectiva de los límites del talento de Wenders. Su carrera posterior los ha confirmado, aunque justo es reconocer el atrevimiento del joven cineasta al meterse a rodar algo así en 1979. Viendo la película también pensé en la corriente sobre la memoria, la realidad y lo autobiográfico en el cómic artístico contemporáneo (30-40 años hacia acá, no más), y en cómo esa necesidad autoral de memoria solo es posible en un medio/forma artística que ya tiene una historia detrás y que ha escapado de los cauces industriales estrictos del entretenimiento de masas: solo esa "historia pasada" de la forma (a la que en el caso del cine pertenece sin duda Nicholas Ray) permite alcanzar el nivel de autoconciencia adecuado para usarla en este tipo de menesteres.
En las partes en que más se nota la mano "intelectual" de Wenders, la pelicula decae cosa mala. El epílogo, por ejemplo, ya sin Ray (que reposa en forma de cenizas en el interior de una urna), es infinitamente mediocre, y te da una buena perspectiva de los límites del talento de Wenders. Su carrera posterior los ha confirmado, aunque justo es reconocer el atrevimiento del joven cineasta al meterse a rodar algo así en 1979. Viendo la película también pensé en la corriente sobre la memoria, la realidad y lo autobiográfico en el cómic artístico contemporáneo (30-40 años hacia acá, no más), y en cómo esa necesidad autoral de memoria solo es posible en un medio/forma artística que ya tiene una historia detrás y que ha escapado de los cauces industriales estrictos del entretenimiento de masas: solo esa "historia pasada" de la forma (a la que en el caso del cine pertenece sin duda Nicholas Ray) permite alcanzar el nivel de autoconciencia adecuado para usarla en este tipo de menesteres.