"Este mes hará diez años que Rusia fue objeto de una serie de misteriosos atentados con bombas en apartamentos que dejaron cientos de muertos. Aumentaron la ola de miedo y terror que convirtieron a un entonces desconocido Vladimir Putin en el hombre más poderoso de su país. Pero hay enigmas sobre la naturaleza de aquellos atentados... y evidencias inquietantes de que los autores podrían haber estado trabajando en realidad para el gobierno ruso. Durante estos años, las personas que han cuestionado la versión oficial de aquellos sucesos han empezado a guardar silencio uno por uno o incluso han muerto. Excepto un hombre".
Lo anterior lo he traducido de un impactante reportaje del veterano periodista Scott Anderson para la revista GQ sobre los misteriosos y masivos atentados de 1999 en Rusia (293 víctimas indiscriminadas en tres atentados, bloques de apartamentos de gente corriente demolidos por enormes bombas de explosivos sofisticados), decisivos según el periodista para que Putin se alzara con el poder en las elecciones posteriores. Putin, "el hombre que salió de ninguna parte", en palabras de una joven rusa que me contaba el año pasado sus impresiones sobre el momento en que el líder ruso saltó a la palestra. Según fuentes oficiales, los atentados de septiembre de 1999 fueron cometidos por independentistas chechenos, y constituyeron la principal razón de que el recién nombrado primer ministro Putin intensificara los ataques contra Chechenia dando comienzo a la segunda guerra chechena. Yeltsin renunció a su cargo la nochevieja de 1999 y nombró a Putin presidente en funciones de la República hasta las siguientes elecciones. La rápida victoria rusa en la segunda guerra chechena otorgó una enorme popularidad a Putin, hasta entonces un desconocido para la opinión pública rusa, y ganó con amplio margen en dichas elecciones.
Sin embargo, según periodistas e incluso algunos agentes del FSB (la policía secreta sucesora del KGB), los atentados fueron obra del propio FSB. Un hombre mayor que perdió a su hija, a su yerno y a su nieto en uno de los atentados le explicaba al periodista Scott Anderson lo siguiente: "Dijeron que fue cosa de los chechenos, pero es mentira. Fue la gente de Putin. Todo el mundo lo sabe. Nadie quiere hablar de eso, pero todo el mundo lo sabe". Este señor quedó en volver a ver a Anderson y darle más detalles para su reportaje, pero poco antes de la cita le llamó y le contó que había hablado del asunto con su mujer y su jefe, y que ambos le dijeron que si seguía colaborando con el periodista estaba "acabado". Anderson iba a preguntarle qué quería decir exactamente cuando el testigo colgó. Algunos de los que investigaron y denunciaron el asunto están hoy muertos, asesinados o bien fallecidos en extrañas circunstancias. Entre ellos la famosa periodista rusa Anna Politkóvskaya, tiroteada en el ascensor de su apartamento, y el no menos famoso ex-agente del KGB Alexander Litvinenko, que murió en Londres por un envenenamiento radioactivo con polonio. El hombre que sigue vivo al que se refiere Scott Anderson al comienzo de su reportaje y que ha investigado los atentados de 1999 es Mikhail Trepashkin, un agente del KGB, luego del FSB, que se niega a callar a pesar de que su esposa le insiste en que lo haga y de haber pasado cuatro años en la cárcel por lo que tiene toda la pinta de ser un montaje policial para darle un "escarmiento", tras colocar pruebas falsas en uno de los registros que hicieron en su apartamento. Trepashkin ha sido el principal informador del periodista para este reportaje, aunque no el único.
"Trepashkin es una de las personas más extrañas que he conocido, me contaba Alex Goldfarb [microbiólogo, activista por los derechos humanos que dirige una fundación por los derechos civiles en Nueva York y disidente ruso; ayudó a Alexander Litvinenko a salir del país y también se entrevistó en Ucrania con Trepashkin]. No le interesan las implicaciones políticas o filosóficas de lo que está haciendo. Para él, esto era sólo un caso criminal. Para mis adentros, pensaba '¿Este tío está loco o qué? ¿No se da cuenta de con quién está luchando?' pero finalmente concluí que era una especie de superpolicía... ya sabes, tipo Serpico. Estaba determinado a hacer lo correcto sólo porque era lo correcto, así de simple. De todos modos, Goldfarb sentía que era su deber al menos avisar a Trepashkin del profundo peligro en que se encontraba, de lo poco que podría hacerse si las autoridades decidían ir a por él. Cuanto más le presionaba, sin embargo, más parecía que se enfadaba Trepashkin.
No le importaba nada de eso, recordaba Goldfarb. Creo que aún pensaba que estaba luchando por reformar el sistema más que estar luchando contra el propio sistema".
Mikhail TrepashkinTrepashkin no cree la versión oficial sobre los atentados de 1999 por todas las pruebas que ha ido encontrando en su investigación, pero también porque no piensa que los chechenos tuvieran un motivo para cometerlos en aquel entonces. Chechenia había conseguido la autonomía en 1997 con Boris Yeltsin tras el final de la primera guerra chechena, y de hecho los únicos sospechosos del atentado que fueron detenidos por la policía rusa, juzgados y condenados a cadena perpetua posteriormente,
no eran chechenos. El policía Trepashkin investigó los atentados por orden de los parlamentarios rusos que estaban a cargo de una comisión de investigación de la Duma sobre el asunto. Dos de esos parlamentarios murieron en 2003, uno de ellos tiroteado a plena luz del día y el otro en extrañas circunstancias. Tras su muerte, la comisión de investigación se cerró. Scott Anderson especula en su reportaje por qué Trepashkin aún sigue vivo. Por un lado, nunca ha apuntado a Putin como responsable directo de esta supuesta "false flag" en los atentados de 1999. De algún modo, Anderson cree que Trepashkin aún mantiene su vieja lealtad al sistema y piensa que los responsables sólo puede ser un grupo corrupto reducido del FSB. Por otra parte, Trepashkin no se ha hecho popular por otras investigaciones aparte del caso de los atentados de 1999. A diferencia de Anna Politkóvskaya o Alexander Litvinenko, que en sus investigaciones / reportajes / declaraciones públicas habían "pisado muchos callos" a diversos poderosos, y sus muertes podían ser atribuidas por tanto a distintos enemigos, si Trepashkin fuese asesinado su muerte sería inmediatamente relacionada con su investigación de los atentados.
En diciembre de 2006, un reportaje publicado por
The Sunday Times ya había aportado una lista de las personas cuya vida había corrido peligro -o estaban ya muertas- por intentar esclarecer los atentados de 1999. Sergei Yushenkov, asesinado en 2003. Era miembro del Partido Liberal y había participado en la creación de la comisión parlamentaria independiente que investigaría los atentados. Yuri Shchekochikhin, murió en 2003 en circunstancias aún no aclaradas. Al igual que Yushenkov, era un parlamentario que participaba en la comisión investigadora de los atentados, además de uno de los editores de la revista independiente donde la periodista Anna Politkóvskaya publicaba sus reportajes. Su autopsia fue secreta, y ni siquiera la conocen sus familiares. Se rumorea que fue envenenado. El citado Mikhail Trepashkin, arrestado en 2004 y encarcelado con la acusación de pasar secretos de Estado al Reino Unido. Trepashkin había revelado públicamente, entre otros datos de su investigación por cuenta de la comisión parlametnaria, que el hombre que tenía alquilado un bajo en uno de los edificios que fue objeto de los atentados era agente del FSB. Otto Latsis, otro miembro de la comisión parlamentaria, golpeado y dejado inconsciente en 2004, poco después del arresto de Trepashkin. Anna Politkóvskaya, la periodista que investigó los atentados de 1999, toda la Guerra de Chechenia y el régimen de Putin. Asesinada en 2006 después de recibir varias amenazas de muerte. Alexander Litvinenko, que también denunció la autoría de los atentados de 1999 y otros crímenes de Estado. Envenenado en Londres con polonio en 2006.
Un par de apuntes más sobre los hechos que reconstruye el reportaje de Scott Anderson, y que aparecieron en numerosas noticias de la prensa nacional e internacional, entre ellas el citado reportaje del Sunday Times. Después de los primeros atentados, toda la nación estaba en estado de máxima alerta, e incluso muchas comunidades de vecinos se habían organizado para vigilar sus viviendas. En Riazán, a 120 millas al sureste de Moscú, los vecinos de un bloque de apartamentos se percataron en la tarde-noche del 22 de septiembre de 1999 de que un sedán Zhiguli aparcaba y dos hombres empezaban a sacar de él varios sacos que acarrearon hasta los bajos del edificio, antes de marcharse rápidamente. Los vecinos, atemorizados, llamaron inmediatamente a la policía. Ésta descubrió varios sacos grandes de explosivo con un temporizador y un detonador. Según los expertos en explosivos del FSB local de la zona de Riazán, se trataba de una gran cantidad de
RDX, uno de los explosivos más potentes, capaz de derribar todo el edificio. Mientras tanto, se desplegaba un intenso dispositivo para capturar al automóvil y a los hombres que lo conducían. Al mediodía siguiente, el primer ministro Putin felicitaba públicamente a los vecinos por su vigilancia, y anunciaba nuevas medidas de refuerzo policial para todo el país. Esa misma noche, las autoridades locales de Riazán detuvieron a los dos sospechosos del Zhiguli. Ambos llevaban tarjetas de identificación del FSB.
Más tarde, una llamada del cuartel del FSB en Moscú anunció que los dos sospechosos debían ser liberados. A la mañana siguiente, el director del FSB apareció en televisión para dar una nueva versión de los hechos de Riazán. Más que un atentado abortado, explicó, el incidente era en realidad un "ejercicio de entrenamiento" del FSB para comprobar el estado de alerta de la población. Añadió que los sacos encontrados en los bajos del bloque de Riazán sólo contenían azúcar.
El segundo incidente extraño sucedió el 13 de septiembre de 1999, cuando el portavoz de la Duma anunció oficialmente a los parlamentarios que esa noche había sido volado un bloque de apartamentos en Volgodonsk. La noticia era parcialmente cierta. Era verdad que esa madrugada había tenido lugar un atentado, y que un bloque de apartamentos había sido destruido, pero no en Volgodonsk sino en el propio Moscú. Tres días después, otro bloque de apartamentos fue volado. Esta vez en Volgodonsk. Para algunos observadores, la cadena de mando del FSB habría tergiversado la "noticia" y se la habría dado a la inversa al portavoz del parlamento. Un parlamentario le hizo una pregunta en la Duma: por favor, señor portavoz del Parlamento, ¿podría explicarnos cómo nos pudo hablar el lunes sobre el atentado que ha ocurrido el jueves?
Por toda respuesta, al parlamentario que había preguntado se le cortó el micrófono.
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Reportaje de Scott Anderson para GQ completo, vía
Guerra Eterna (gracias, Fernando). Por consejo de los abogados de Condé Nast (la propietaria de GQ, Vanity Fair, Glamour, Vogue, etc.), el reportaje
sólo fue publicado en la versión americana de GQ, pero no en la rusa. Tampoco se distribuyó en Rusia ninguna copia de ese número americano de GQ.
Según
este otro reportaje de la National Public Radio (NPR) estadounidense, el origen de los atentados de 1999 se ha convertido en un tabú en Rusia. Nina Ognianova, directora del Comité para protección de periodistas en Europa y Asia Central, afirma que "puedes ser demandado por difamación. Pero no hace falta que seas demandado. Te pueden ordenar una auditoría. Las auditorías politizadas son un gran obstáculo para las publicaciones que osan tratar asuntos delicados". Esas auditorías pueden paralizar la publicación durante meses, tiempo de sobra para que los anunciantes de la publicación huyan.
Scott Anderson, veterano corresponsal de guerra, decepcionado por la decisión de GQ: "si estás preocupado por las repercusiones y agachas la cabeza, básicamente te estás rindiendo al otro bando"Por supuesto, en el mundo post-internet es absurdo intentar que una revista americana no sea leída en Rusia o en cualquier otro país del mundo. El mismo día que NPR reveló la autocensura de Condé Nast, la web Gawker
publicó el reportaje entero de GQ escaneado, acompañado de una traducción al ruso.