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viernes, 21 de mayo de 2010

40-RECIPIENTE LÍMITE

1-HERVIR UN OSO me ha parecido fabuloso. Apabullante en ideas, talento y originalidad, el extraño humor (¿alguien dijo "post-humor"?) de Miguel Noguera y Jonathan Millán me ha obligado a reírme, a veces sonoramente, de cosas que no tienen ni puta gracia. ¿Ah, pero es que algo realmente la tiene? La pregunta. Cuando cerré la última página del libro, además de percatarme de que estaba ante dos talentazos del nuevo cómic de humor (espero que
sigan haciendo tebeos, aunque me parece, creo, tengo entendido que pronto tendré el honor de compartir espacio con ellos), me encontré preguntándome de qué coño me había estado riendo durante todo el cómic. Porque muchas de las propuestas demenciales de Noguera y Millán están basadas directamente en lo escatológico, lo cruel absurdo y lo abyecto. La única respuesta que se me ocurrió fue aquello que Baudelaire intuyó hace más de siglo y medio, cuando escribió sobre LO CÓMICO Y LA CARICATURA. Baudelaire se preguntaba extrañado por qué el ser humano se reía, en general y en particular con las entonces emergentes caricaturas de prensa, de cosas de las que en realidad debería sentir miedo. Su respuesta fue que la risa viene de la idea de la propia superioridad. "La idea de un ser superior...", que diría Noguera en uno de sus Ultrashows. O "La posibilidad de que dentro de unos años concedan un permiso penitenciario al monstruo de Amstetten, para realizar una pequeña ronda de entretenimiento en distintas televisiones europeas. Al entrar en el plató, el público tendría que aplaudirle forzosamente, tendrían que aplaudir al monstruo obligados por la propia estructura del programa", como proponen Noguera y Millán en uno de los apartados de HERVIR UN OSO (43-APLAUDIR AL MONSTRUO DE AMSTETTEN).

Claro que nos reímos desde una creencia en la propia superioridad, lo cual hace muy relativa esa superioridad. Nos sabemos más capaces y "mejores" que los animales, superiores a la naturaleza por haberla conquistado, pero en la risa se encierra también nuestra propia miseria al tratarse sólo de una conquista parcial. Una "miseria infinita respecto al Ser absoluto del que posee la concepción", en palabras de Baudelaire. La risa, esencialmente humana" y "esencialmente contradictoria", nos está diciendo que nos reímos en el fondo de nuestra conciencia de sabernos limitados, finitos, pequeños mocos pegados en una esquinita de la parte inferior de la gigantesca mesa del universo. Bueno, en fin, no sé si Noguera y Millán se merecen este rollazo, así que aquí abandono mi apunte sobre 1-HERVIR UN OSO, publicado por cierto por Belleza Infinita, la la editorial. Os dejo con las perspicaces cosas que escribió Santiago García sobre este soberbio cómic en Mandorla

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PLUS: algunos descartes del cómic en el blog de Jonathan Millán

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ACTUALIZACIÓN

Otra reseña de 1-HERVIR UN OSO, ésta de Rubén Lardín

ACTUALIZACIÓN II

Otra más, de Little Nemo's Kat

miércoles, 20 de enero de 2010

PERAS Y REYES

Para documentarme sobre algo que necesitaba, y también por curiosidad personal, este fin de semana he leído un ensayo clásico de Baudelaire, LO CÓMICO Y LA CARICATURA (he consultado la vieja edición española de Visor, de 1988, que saqué de la biblioteca). El librito contiene dos textos, uno de 1855 sobre la naturaleza de lo cómico y la caricatura, siempre según Baudelaire, y otro de 1857 consistente en un repaso crítico a diversos caricaturistas de su época, entre ellos Daumier y Philipon (también creador en 1830 de la publicación satírica La Caricature). Y no pude dejar de fijarme en cómo Baudelaire relataba varias veces las penas de cárcel y multas a las que fueron condenados repetidamente dibujantes como los citados por publicar caricaturas sobre el rey y otras autoridades (tanto Daumier como Philipon pasaron unos cuantos meses en la cárcel, este último repitiendo con varias estancias).

Uno de los casos más célebres fue el abierto contra Philipon por transformar al rey Luis Felipe en una pera, otro descubrimiento de la caricatura que aplicaba la diferencia entre el parecido y la equivalencia, y la consecuente posibilidad de transformar lo parecido en lo diferente. De rey a "pera". La burla no acababa ahí, porque había juego de palabras añadido con mucha retranca. Pera es poire en francés, como se lee arriba en la secuencia de "peras", dibujada en su versión final por Honoré Daumier y publicada en 1831, pero es que poire también significa primo (primo no de parentesco, sino de idiota, necio).

El rey Luis Felipe I y el dibujante Charles Philipon

El "juicio de la pera" contra Philipon se convirtió, también lo relató Baudelaire, en el caso estandarte de los caricaturistas contra el gobierno y el rey, unas caricaturas que habían estado particularmente asociadas a periodos revolucionarios como el de 1830. Otra cosa curiosa que señaló Baudelaire en su ensayo es que a Daumier se le ocurrió una idea para sufragar las constantes multas que las autoridades le cascaban a las publicaciones satíricas donde publicaban todos ellos, La Caricature y Le Charivari: publicar dibujos suplementarios cuya venta se destinaba exclusivamente a pagar las multas. Y en éstas estaba leyendo cuando caí en la cuenta de que hace sólo dos años varios dibujantes se sentaron ante un juez penal por caricaturizar a los príncipes (o al rey, en otro de los juicios), y que por eso fueron condenados a pagar multas, y que por esa condena ya cuentan con antecedentes penales. Y de repente, parecía como si no hubiera pasado un siglo y medio entre esto y aquello.

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Para saber más sobre la censura y persecución de los caricaturistas del XIX (y del presente), recomiendo este artículo de Natalia Meléndez en Tebeoesfera

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ACTUALIZACIÓN

Manuel Barrero me deja en comentarios esta reseña de Lombilla en Tebeosfera sobe el ensayo de Baudelaire

lunes, 18 de enero de 2010

CARICATURA Y REALIDAD

"[Intentaba] trabajar de modo que cada línea, tanto de texto como de dibujo, dijera lo máximo posible de la historia. Quería utilizar un estilo en el que el lector hiciese gran parte del trabajo, en el que un par de garabatos y una sombra de negro formasen un rostro expresivo en la mente del lector". Algunos aficionados han llamado a ese estilo expresionismo, pero Miller encuentra dicho término "demasiado elevado. El término que yo prefiero utilizar es 'caricatura'. Es el lenguaje de la línea. Eso es lo que mis ojos quieren ver".
Buscando otra cosa, me he topado con esta cita en el libro de Les Daniels CINCO FABULOSAS DÉCADAS DE CÓMICS MARVEL, concretamente en el apartado dedicado al Daredevil de Frank Miller de principios de los 80. Lo cierto es que Miller, en otras entrevistas de la época (por ejemplo, en una de Peter Sanderson de 1981) decía cosas parecidas sobre lo que intentaba hacer con el dibujo a partir de un determinado momento de su estancia en DAREDEVIL, sobre su progresiva simplificación del acabado y las deformaciones expresivas con las que buscaba obtener ese efecto de reconocimiento por el lector a partir de la omisión y la exageración. Recursos no de parecido respecto a la realidad sino, como diría E. H. Gombrich, de equivalencias que nos permiten entender esas imágenes respecto a la realidad. Y es realmente significativa la certera intuición que demostraba en este tema alguien que, como Miller, no tuvo estudios artísticos reglados.

E. H. Gombrich se preguntaba en El experimento de la caricatura, uno de los capítulos de su libro ARTE E ILUSIÓN, por qué la caricatura (tanto el género artístico propiamente dicho como el término, la palabra que lo nombraba) había aparecido tan tardíamente en el arte occidental, nada menos que entre los últimos años del s. XVI y comienzos del XVII. Dejando aparte ahora ese complejo tema -Baudelaire también expuso sus propias teorías sobre la naturaleza de lo cómico y la caricatura en un conocido ensayo de 1855-, la caricatura se desarrolló durante los siglos XVII y XVIII y ya intensamente en el siglo XIX, particularmente asociada a periodos revolucionarios, en los grabados y la prensa gráfica.

Para Gombrich la caricatura presuponía un descubrimiento téorico, el de la diferencia entre el parecido y la equivalencia: la caricatura no funcionaba por el parecido con la realidad, sino por equivalencias. En el mismo capítulo de Arte e ilusión, Gombrich se refería al pequeño tratado sobre fisionomía publicado en 1845 por un viejo conocido nuestro, el dibujante a quien suele atribuirse las primeras historietas (secuencia de viñetas): me refiero por supuesto al suizo Rodolphe Töpffer, pintor, dibujante y, desde luego, caricaturista. En ese ensayo sobre fisonomía de 1845, uno de los primeros textos teóricos sobre la historieta si no el primero, Töpffer explicaba su método para dibujar y, para recomendárselo a posibles educadores inexpertos, revelaba su descubrimiento psicológico: es posible, según Töpffer, desarrollar un lenguaje pictórico sin ninguna referencia a la naturaleza, sin aprender a dibujar del natural. El dibujo de línea es un puro simbolismo convencional, y por eso mismo es inmediatamente inteligible para un niño, a quien tan difícil resultaría descifrar un cuadro naturalista. Además, el artista que usa tal lenguaje abreviado puede siempre contar con que el contemplador suplirá lo que él omite. Que es, en otras palabras, lo que venía a decir Miller. "En un cuadro bueno y completo, cualquier laguna será un defecto", explicaba Gombrich, "mientras que en el idioma de Töpffer y sus imitadores las expresiones elípticas se leen como formando parte del relato". Töpffer, añadía Gombrich, estaba buscando lo que los psicólogos llamarían los 'indicios mínimos' de la expresión, a los que reaccionamos tanto en la realidad como en el arte.

William Hogarth por su parte, había practicado antes la caricatura en sus grabados del siglo XVIII, y distinguió entre caracteres y caricaturas, definiendo explícitamente la diferencia: la caricatura se basa en la comparación cómica. Cualquier garabato servirá, si presenta un parecido sorprendente. A la difusión tremenda de la caricatura moderna durante el siglo XX ha contribuido ciertamente el hecho comprobado por la psicología (Ryan y Schwartz, en 1956) de que es más fácil reconocer la caricatura de una mano (la mano deforme con tres dedos del ratón Mickey, por ejemplo) que la fotografía de una mano. Un fenómeno muy significativo que, como señala Félix de Azúa, debiera llevarnos a reflexionar más detenidamente sobre lo que solemos llamar "realismo".

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Más reflexiones de Miller sobre este mismo tema en una entrevista de 1981, en Con C de Arte

martes, 29 de septiembre de 2009

EL ARTE QUE NO ERA ARTE

"La fotografía es una industria nueva, una parte de la locura universal que viene a arruinar lo que quedaba de divino en el arte (...) Es el refugio de todos los pintores fracasados, demasiado mal dotados o perezosos para acabar sus estudios".
-Baudelaire, EL PÚBLICO MODERNO Y LA FOTOGRAFÍA, 1859.

"No puede haber ningún valor artístico en unas imágenes producidas por una máquina. (...) La fotografía no pasa de ser una serie de operaciones manuales cuyos resultados no pueden bajo ninguna circunstancia ser asimilados a las obras fruto de la inteligencia y el estudio del arte".
-Ingres y veinte pintores firmantes más, en un manifesto publicado en la prensa parisina en 1862.