martes, 31 de marzo de 2015

¿libertad? no, «privacidad»


CitizenFour era el seudónimo que usaba Edward Snowden en sus comunicaciones digitales, y así se titula el documental (2014) de Laura Poitras que ha llegado a nuestras grandes pantallas estos días. Creo que, verdaderamente, hay que verlo para tomar conciencia de la magnitud del espionaje llevado a cabo por la NSA estadounidense y su capacidad tecnológica para rastrear datos de particulares de todo el mundo a través de compañías de telefonía, buscadores de internet, webs más usadas y redes sociales. El documental no solo muestra el alcance de este espionaje digital a través de cifras y testimonios, que ha ido mucho más allá de la «guerra contra el terrorismo» para conseguir información sobre competidores comerciales y políticos de diversos países, incluida Angela Merkel, también incluye el metraje original en el que Poitras grabó a Snowden en un hotel de Hong Kong los días previos a que revelara los documentos que demostraban la existencia del programa de la NSA. El filme alude asimismo a la huida posterior de Snowden para conseguir asilo político, contada desde el punto de vista de la cineasta a través de las noticias que le llegan; lástima que esto no se muestre en detalle, ni tampoco veamos cómo transcurrió su estancia obligada de 40 días en el Aeropuerto Sheremetyevo de Moscú, una vez que Estados Unidos le canceló el pasaporte, hasta que Rusia le otorgó asilo. Finalmente, somos testigos del acoso/espionaje a los periodistas y medios implicados en su revelación de secretos. 

Tres ideas que se me han quedado grabadas después de ver el documental: 1) el cuidado paranoico que muestran Snowden y periodistas aliados para evitar el espionaje informático a través del email, del móvil e incluso de los teléfonos digitales del hotel, hasta el punto de que Snowden y el periodista Glenn Greenwald (The Guardian) terminan comunicándose solamente en persona, a través de notas escritas, como lo hizo Garganta Profunda en la investigación del Watergate, al que citan expresamente. Esa vuelta a lo «analógico» para huir del espionaje en la nube me ha recordado inmediatamente a la premisa argumental del cómic digital The Private Eye (Brian K. Vaughan, Marcos Martín & Muntsa Vicente), sobre el que he escrito recientemente (véase también el artículo que acaba de publicar Raúl Minchinela en el Rockdelux de este mes), un tebeo que por cierto empezó a publicarse (marzo 2013) varios meses antes de que el caso Snowden saliera a la luz (junio 2013), anticipándose en cierta manera a lo que estaba por venir. El guionista Vaughan, de hecho, aludió a Snowden en uno de los correos de lectores de The Private Eye, que como muchos sabréis es básicamente un hard-boiled de detectives ambientado en una Norteamérica futurista donde ya no existe Internet después de que un fallo en la red dejara al descubierto la «vida digital» de todo el mundo, una premisa que rápidamente sugirió al dibujante Marcos Martín que debían lanzar el cómic exclusivamente en formato digital y a través de Internet. 
A mí el caso Snowden me pilló en Estados Unidos y doy fe de que causó un cataclismo en la opinión pública, impulsando un intenso debate y manifestaciones ciudadanas contra el programa de la NSA (véanse las fotos que tomé el 4 de julio de 2013 en Union Square, NYC); en las pancartas se criticaba especialmente la traición de Obama respecto a sus promesas preelectorales sobre el respeto a la legalidad y la «necesidad de dar ejemplo al mundo en el cumplimiento de la ley», porque la ley «no solo está para cuando nos conviene», como dijo antes de ganar sus primeras elecciones. Nótese el hecho de que los ciudadanos estadounidenses sí creen en los principios del país, pero también de que fue precisamente un ciudadano estadounidense («citizen four») el que reveló al mundo este espionaje masivo.
Who Watches the Watchmen?, sí. 

2) Los dos principales responsables de divulgar secretos estadounidenses de los últimos años comparten el mismo destino actual, recluidos en lugares de los que no pueden salir a riesgo de ser detenidos y extraditados: Julian Assange, que aparece de hecho en el documental desde su refugio en la embajada de Ecuador en Londres; Snowden en Rusia, en una dacha de emplazamiento desconocido en la que finalmente se pudo reunir con su novia de diez años. Y me pregunto, ¿acaso no estamos hablando de un nuevo tipo de presos políticos, de un nuevo «telón de acero» para el siglo XXI?


3) Las implicaciones para la libertad de expresión que el caso Snowden ha supuesto para los ciudadanos. Para todos nosotros. Frente a aquellos primeros años de Internet, un territorio inexplorado y auténticamente libre, no vigilado, en el documental de Poitras se alude a las bromas que, desde las revelaciones de Snowden, los usuarios de internet hacen acerca de que decir públicamente según qué cosas supone el riesgo de ser incluido en «la lista». Antes de eso, el documental nos ha mostrado una charla de Occupy donde la mayoría de participantes fueron detenidos en algún momento, sus móviles incautados, sus retinas escaneadas, y a partir de entonces se han sentido espiados. Desde que, gracias a Snowden, sabemos a ciencia cierta que nos pueden espiar a través del email, de cualquier dispositivo conectado a Internet, del uso del móvil, de nuestra tarjeta de crédito o de metro, de nuestras búsquedas en Google y, por supuesto, de cualquier cosa que publicamos en las redes sociales, la gente se está coartando más y más a la hora de opinar o criticar... en aras de salvaguardar su «privacidad». Como afirma hacia el final el informático Jacob Appelbaum, uno de los responsables del programa Tor para garantizar el anonimato en Internet y representante de Wikileaks, «lo que antes solíamos llamar libertad lo llamamos hoy privacidad. Y ahora la gente dice que la privacidad se ha terminado».
Más: «‘Citizenfour’ y el legado de Snowden», en Guerra Eterna
Crítica de Citizenfour, por Jordi Costa

lunes, 30 de marzo de 2015

cómic en rockdelux abril 2015

Ya está en kioscos el número de abril de Rockdelux, con la habitual sección de cómic, en esta ocasión con dos páginas que incluyen:
—entrevista de Daniel Ausente a Simon Hanselmann,
—reseña amplia de  Barcelona. Los vagabundos de la chatarra, de Jorge Carrión y Sagar (Norma), por Eloy Fernández Porta,
—y artículo de Raúl Minchinela sobre los cómics digitales de Panel Syndicate.com: 
The Private Eye, de Brian K. Vaughan, Marcos Martín y Muntsa Vicente, y ¡Universo!, de Albert Monteys.

También hay reseñas de
Lo mejor de Unas lesbianas de cuidado, de Alison Bechdel (Reservoir Books), por Gerardo Vilches,
André el gigante. Vida y leyenda, de Box Brown (Astiberri), por Daniel Ausente,
—el debut editorial de Sapristi con Matar a mi madre, de Jules Feiffer (reseña de Gerardo Vilches),
—el nuevo Miguel Brieva, Lo que (me) está pasando (Reservoir Books), por JuanP Holguera,
—y el último Riad Sattouf, El árabe del futuro (Salamandra).

(La revista impresa acaba de llegar a kioscos, por eso subo las páginas en pequeño; diseño de Rockdelux: Nacho Antolín)

domingo, 29 de marzo de 2015

más de veinte años cuatro veces


Un dibujo que hice para ilustrar la cuarta parte del relato continuado por diversos escritores en Rockdelux, «Más de veinte años». En esta ocasión el texto lo firmaba Carlos Zanón y se publicó en el número de marzo 2015 de la revista.

(puede seguirse la serie aquí)

sábado, 28 de marzo de 2015

el avispón verde que te quiero verde

Ayer por la tarde participé en Málaga en una tertulia televisiva para Canal Sur TV junto a Carlos Pacheco​ (al que por fin conocí en persona, algo MUY recomendable en general en estos tiempos de "conocimiento virtual" por internet, fuente eterna de malentendidos) y el director de cine Manuel Sicilia. Se trataba de un programa de cine que dirige Manuel Bellido para Canal Sur TV, Una de cine, y la película que sirvió de pretexto para hablar de cómics / seriales de radio / superhéroes / televisión y cine fue The Green Hornet (2011), dirigida por Michel Gondry con guión paródico de Seth Rogen y Evan Goldberg. La peli es aburrida, larga y sin gracia aunque pretenda tenerla, y no se la recomiendo a nadie a quien quiera bien, pero sorprendentemente (estaban sorprendidos los propios técnicos del programa, quiero decir) nos dio pie a mucho palique en la mesa redonda, en la que hablamos de un montón de temas: desde la propia película a la relación cómic-cine, la reciente avalancha de superhéroes en la gran pantalla, el tratamiento de la mujer y los clichés de género en este tipo de productos de tradición "pulp". En realidad los personaje originales fueron creados para la radio en 1936, por George W. Trendle y Fran Striker, pero pronto dieron lugar a seriales de cine en los cuarenta, novelas populares y comic books esporádicos que llegan hasta nuestros días, por no hablar de los homenajes de Tarantino en Kill Bill Vol. 1, donde suena la sintonía de la serie televisiva sesentera —el «vuelo del moscardón» de Rimski-Kórsakov pasado por el «green bee» de la trompeta de Al Hirt— y los sicarios Crazy 88s llevan la misma máscara que el Kato de Bruce Lee.



¿El filme de Gondry? Yo lo veo como una especie de "retro-camp", porque bebe directamente de la versión televisiva de The Green Hornet de los sesenta (diseño de personajes, máscaras y sedanes negros incluidos). Con la diferencia importante de que si aquella serie que dio a conocer a Bruce Lee (Kato) en los USA se abordó entonces con un tratamiento "serio", esta versión de Gondry/Rogen/Goldberg (Rogen interpreta por cierto al protagonista, y está para matarlo) viene a ser como una parodia "camp" de aquel Green Hornet televisivo: como un Batman televisivo de los 60 realizado en 2011, para entendernos. En fin, creo que nos lo pasamos bien en la tertulia, Carlos Pacheco vino expresamente desde San Roque (Canal Sur ya puede estar agradecido) y habló de viejos tebeos de la infancia y la industria actual de superhéroes, Manuel Sicilia estuvo muy pertinente en sus observaciones sobre el filme de Gondry, nos trataron muy bien (Manuel Bellido y Ana Almagro, de producción) y todo fue fácil, divertido y cordial. Como debería ser siempre. No tengo ni idea de cuándo emitirán el programa, creo que dentro de dos o tres domingos.

la batalla de

TESTIMONIOS: hoy, la mesa redonda del pasado martes en torno a La Batalla de Argel (1966, Gillo Pontecorvo) en el Cine Albéniz. Unas breves palabras: fue un verdadero gusto ver en una sala de cine esta película extraordinaria, y más aún compartir luego mesa redonda con compañeros tan queridos y brillantes como Ana, Manolo, José Manuel "Pirri" y Antonio. La intensa participación del público en el debate fue indicativa, también, de que se lo estaban pasando igual de bien que nosotros. Se habló mucho de esta inagotable película, y no siempre sin discrepancias: sobre la razón de Estado y el estado de excepción que suspende durante la guerra la legalidad previa, sobre el uso de la tortura como método para evitar atentados terroristas (tema de reciente y triste actualidad por las torturas admitidas de USA en prisiones fuera de la legalidad como Guantánamo y otras), sobre el individuo frente a la Historia y al colectivo, sobre la necesaria implicación de las masas para la insurrección (el terrorismo inicial como mero detonante), sobre colonialismo, integración y racismo y, por supuesto y no menos importante, sobre las cuestiones formales que plantea el filme de Gillo Pontecorvo en torno a la representación de la verdad histórica, la naturaleza del documental y de la ficción, la ficción como documental y la representación realista como mitificación inevitable, por mucho que se intente mantener una imparcialidad ética -como se intenta admirablemente en este filme- mostrando los dos puntos de vista del conflicto y representando de manera "justa" y con complejidad psicológica a personajes de ambos bandos. 
Al hilo de esto último se habló también de la representación del "Otro" colonial como subordinado, que en esta película se logra evitar desde el momento en que el punto de partida narrativo es el del colonizado (a diferencia del proyecto inicial que tenía Pontecorvo, nunca realizado: Parà, narrado desde el punto de vista de un exparacaidista francés que, como periodista, era destinado a Argelia; Pontecorvo quería para el papel protagonista a, atención, Paul Newman), y sobre el posible perfil de psicópata integrado del personaje de Mathieu encarnado por Jean Martin (yo era de los que no estaban de acuerdo en eso, por diversas razones largas de explicar aquí). También se habló, con notables aportaciones del público, de la relación histórica entre la Guerra de Argelia y el OAS con el Lepenismo, sobre Sartre "versus" Camus en torno a este conflicto, sobre el trauma que supuso para Francia la pérdida de Argelia, que ellos consideraban un departamento más del país y un largo etcétera. Total, que muchas gracias a todos los que vinieron, a los "agentes provocadores" del MaF (Málaga de Festival) y en particular a los responsables del Cine Albéniz por facilitar la realización del acto: magnífica proyección y logística superprofesional para la mesa redonda. Todo estuvo en su sitio. Como cantaban en la sintonía de Las chicas de oro, THANK YOU FOR BEING A FRIEND.

(foto de la mesa redonda: arriba del todo, MaF; abajo, Rafael García Maldonado)

lunes, 23 de marzo de 2015

avisos

Mañana martes se proyecta en Málaga La Batalla de Argel (1966, dir. Gillo Pontecorvo), con mesa redonda posterior en la que participo. Cine Albéniz, c/ Alcazabilla, 17:00 horas. Entrada gratuita.

el centro del cerebro


ROBERTO HERREROS: Siempre aplaudí el empeño de J por discutir cada cláusula de su contrato. Se lo tomaba muy en serio y hacía muy bien. No estaba precisamente en una organización alternativa. 
J: «Ciencia ficción» [1998] es una canción de amenaza, pero no en primera persona. Por poner una metáfora con la escena indie: es como que un día los indies seremos mogollón y a todos los horteras y los chungos os putearemos. Pero no habla solo de la escena indie, sino del bien y del mal. 
FLORENT: J es muy quijotesco. Tiene ideas muy revolucionarias, de «me pongo mi armadura en contra del mal». Lo lleva en el ADN. Para de eso puede ser la lectura de tantos cómics.  
J era muy de Marvel. Yo era más de tebeos. Las portadas de las maquetas, el nombre del EP Medusa y títulos de canciones como «El centro del cerebro» vienen de esa iconografía. El me enseñaba los cómics de donde venían esas letras: esa lucha entre el bien y el mal, el conflicto, la fuerza de los superhéroes que van a salvar el mundo, el trasfondo amoroso...  
Ese discurso estaba muy presente en las charlas que teníamos en la furgoneta: introducirte en el sistema y dar por culo todo lo que puedas. 
J: RCA era como los molinos de Don Quijote, un enemigo contra el que pelear. Pero, en realidad, es una cuestión de estructura económica mundial. Así funcionan los negocios y el capitalismo. No luchábamos contra RCA, sino contra el funcionamiento de la industria de la música. Ahora me parece un poco ingenuo, pero entonces pensaría que ese era mi enemigo real, contra quien estaba peleando. La compañía representaba el sistema. Era la estructura económica superior de la que dependíamos directamente.  
[...] Yo no quiero ocupar el espacio que ocupaba la generación anterior. Quiero comunicar ideas que sean útiles a los demás, que les ayuden en su vida diaria, les hagan más felices y les hagan entender mejor el mundo.  
En Los Planetas, la idea es incidir en la relación que tiene cada individuo consigo mismo y su forma de entender el mundo. Eso es básico para poder entender después cualquier movimiento social. Y a partir de ahí, se puede construir todo lo que quieras. Eso ha hecho más consciente a la gente que ha escuchado el mensaje, y gracias a eso ha podido haber ciertos movimientos sociales. Ahora sale en los telediarios cómo el Estado está organizado expresamente para robar a la gente. Antes lo sabíamos unos cuantos. Ahora la gente es mucho más consciente que en el 99 y ya se organiza de otra manera. Y nosotros hemos aportado nuestro granito arena.
Un fragmento que me ha llamado la atención del monumental libro de Nando Cruz, Pequeño Circo. Historia oral del indie en España (2015, Barcelona: Contra Ediciones, páginas 636-638). 

(viñetas: X-Men nº 7, septiembre 1964, Stan Lee y Jack Kirby, tintas de Chic Stone)

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Actualización | La portada del nuevo EP de Los Planetas, Dobles fatigas (2015), dibujo de Al Barrionuevo

domingo, 22 de marzo de 2015

finales de agosto, principios de septiembre (la balada de zapico)

Los seguidores de este blog ya saben que he venido publicando una serie de pequeños reportajes sobre el trabajo y proceso creativo de autores de cómic a los que conocí durante mi estancia el pasado verano en La Maison des Auteurs de Angulema, y aún me queda material pendiente de publicar. Aprovecho el lanzamiento de La balada del norte (Astiberri), de Alfonso Zapico, para rescatar las fotos que tomé en su estudio, en el apartamento de Angulema donde este dibujante asturiano reside desde hace varios años. Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981) es hombre tímido pero hablador, de poco comer y de mucho hablar, especialmente cuando ha cogido confianza con su interlocutor. Su carrera en el cómic, bien conocida por muchos de vosotros, ha sido meteórica: siete novelas gráficas publicadas desde 2008 y varias contribuciones a libros colectivos, una residencia en la citada Maison des Auters en 2012, Premio Nacional de Cómic ese mismo año por Dublinés (2011) y otros galardones, nacionales e internacionales. La foto de arriba es obviamente de su escritorio (clic con el botón derecho para ampliar las fotos). Así lo tenía cuando fui a visitarle a su apartamento de Angulema, una soleada mañana de finales de agosto, principios de septiembre.
Dibujos para La balada del norte. Cuando le visité, Alfonso estaba terminando el primer volumen (de dos) de una historia ambientada en en los días de la revolución asturiana de 1934. Alfonso nació y se crió en la región minera de Asturias y conoce a fondo la minería por sus parientes y allegados, un entorno que ha marcado su vida y su visión del mundo; también se define a sí mismo como «provinciano y socialdemócrata».
Todos tus secretos
Bocetos sueltos que capté entre sus dibujos, a saber para qué los hizo (están locos estos romanos)
La influencia del difunto Yoshihiro Tatsumi, supongo (o no)
Por las páginas que pude ver durante mi visita, La balada del norte me pareció lo mejor que ha dibujado Alfonso hasta el momento
A continuación, un ejemplo de su proceso creativo una vez que ha dibujado y entintado una página (manualmente). Alfonso entinta con —actualización a preguntas del respetable— Pentel + rotulador Pigma Micron para la mayoría de trazos. «Yo soy más de plumilla, pero cuando hay prisa...», dice Alfonso.
 
Escaneo de la tinta, ya lista en el ordenador para añadir grises con el Photoshop
Alfonso utiliza varias capas del Photoshop para superponer texturas con los grises
Más texturas
Ahora, los detalles finales: rotulación definitiva y dibujar en blanco el fondo de los bocadillos
Relleno de los marcos de viñetas en negro
Cambio del modo de color de la página, a escala de grises, preparando el archivo digital para la imprenta
Arriba, otra página que le pesqué en su ordenador
Pasa la vida, pasa la
Una doble página diagramática que captó mi atención, espléndida, que pretende mostrar visualmente la estructura de una mina asturiana
La carpeta digital de su ordenador donde guarda las fotos de documentación para La balada del norte. Veamos algunas de esas fotos
De la documentación al dibujo:

o cómo usar la foto de archivo para dibujar una viñeta. Concretamente, para mostrar «cómo se hacen las cosas»; en este caso, el entibamiento de la mina. 
Otra página de bonito diseño
Dibujo del óvalo decorativo, una «mandorla laica», para la portada del libro
 
La primera versión de la portada vista en su ordenador, que no fue a imprenta. Debajo, la versión definitiva. Las decisiones de portada son fundamentales; no creo que haga falta explicar el cambio del personaje central
Más páginas de La balada del norte, fotografiadas al azar o porque algo en ellas captó mi atención, como esa silueta en negro de la viñeta de abajo
La página, ya terminada (imagen de Entrecomics)
Bonitos escenarios
Bocetos para otros trabajos. Alfonso alterna sus cómics con encargos de ilustración
Bienvenido a mi humilde morada,
 
espero haya tenido una agradable visita,
vuelva usted cuando quiera.

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Más: 
—portafolio de La balada del norte en la web del autor
adelanto con las primeras páginas del libro
—entrevista a Alfonso Zapico en El Cultural, por Fernando Díaz de Quijano: «Asturias, 1934. Viñetas desde la mina»