Una de las cosas que hemos podido constatar en el curso de verano de la Universidad de León sobre tradiciones y formatos en el cómic y el cine de animación es que los chavales matriculados (unos 60, la mayoría alumnos de primero o de segundo de carrera) siguen leyendo tebeos y participando de toda la cultura que los rodea, y eso en la actualidad significa también el montón de películas que adaptan cómics al cine. No se trata solamente de que vean IRON MAN, 300, SIN CITY, WATCHMEN o LOBEZNO sino también, repito, que leen los tebeos. WANTED, THE BOYS, V DE VENDETTA y LA PATRULLA X de Joss Whedon y John Cassaday (arriba) fueron otros cómics mencionados por ellos.
Estando en León también me he enterado de la muerte de Figueras (1922-2009), uno de los creadores más inquietos y experimentales que pasaron por la extinta Editorial Bruguera. Autor de amplia cultura e influencias procedentes no sólo del cómic sino también de la la literatura (popular o no), del cine mudo, del fantástico y el terror y de la animación (trabajó en ese campo, particularmente durante la época en que emigró a Venezuela, entre 1957 y 1963, junto a su amigo Ángel Puigmiquel), Figueras creó y desarrolló series y personajes como MR. RADAR (creado en 1947), ASPIRINO Y COLODIÓN (primera aparición, 1966), TOPOLINO, EL ÚLTIMO HÉROE (1968), CINE LOCURAS (1969) o DR. MORTIS (1971).
Fue justamente esa pasión por integrar esas referencias de la literatura y el cine en sus historietas humorísticas -un humor a veces absurdo o negro, dependiendo del caso- lo que le distinguió de entre sus coetáneos como creador de una obra bastante experimental que tuvo, especialmente a partir de los sesenta, connotaciones posmodernas por la autoconsciencia que traslucía, ciertos recursos metalinguísticos y la estrategia de apropiarse de tradiciones y personajes ajenos, incluso al mismo cómic, para producir algo completamente nuevo partiendo de todo ese material previo.
"¡Ese castillo! ¡Me parece haberlo visto antes... ! ¿Sería en un película?", decía Topolino en una historieta para un Especial Vampiros de Bruguera publicado en 1976. El propio Figueras se autocalificó como el "bicho raro" de Bruguera, y atribuía su permanencia en la editorial, a pesar de no seguir las fórmulas habituales, a que
"cuidaba mucho mis diálogos, y creo que a Rafael González, el director editorial, en el fondo le gustaba leer mis historietas, aunque él siempre intentaba que hiciera algo distinto"(la cita la he sacado de LOS TEBEOS DE NUESTRA INFANCIA. LA ESCUELA BRUGUERA 1963-1986, de Antoni Guiral).
Le vi en persona no hace demasiado tiempo. Su presencia me conmovió, aunque no crucé ninguna palabra con él porque no le conocía personalmente y tampoco supe qué decirle. Fue allá por 2005, en el stand de Astiberri en el Salón del Cómic de Barcelona; la editorial preparaba su recopilación de páginas de TOPOLINO, EL ÚLTIMO HÉROE, un álbum que sigue a la venta y cuya portada ilustra estas líneas. Figueras estaba sentado en una silla pegado a la pared del stand junto a una esquina, en segunda fila, observando lo que sucedía en la primera. Los autores que firmaban sus obras, las colas que tenían para firmar, el trasiego de gente. Nadie reparaba en su presencia, nadie le reconocía. Su mundo había desaparecido hacía mucho tiempo.
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