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La verdad es que leyendo a Susan Sontag en su ensayo CONTRA LA INTERPRETACIÓN, ver post anterior, no he podido evitar pensar en los tebeos de Leandro Alzate. Leandro ya dio aviso con MAL DADAS (Astiberri, 2008) de su talento y sus ganas de hacer cosas que nadie, o casi nadie, está haciendo ahora mismo en el cómic español, pero acaba de volver a la carga con su minicómic POMEZ, que puede comprarse en algunas librerías o a través de la web, aunque también puede leerse on line, ver enlace. A mí este nuevo tebeo me ha parecido fascinante, igual que me lo pareció MAL DADAS, y su visión del cómic es tan rabiosamente moderna que descoloca. Leandro cuenta pequeños episodios cotidianos, pero lo hace de tal manera que me resulta imposible llamar costumbrismo a lo que cuenta. Hace un año, con ocasión de la salida de MAL DADAS, escribí que me parecía una desconcertante historia de chicas de extrarradio, urbana y contemporánea, pero no costumbrista, porque había en ella un extrañamiento deliberado. Y lo había entonces y lo hay de nuevo en POMEZ, sobre todo por comparación con enfoques más habituales en el cómic a la hora de narrar lo cotidiano (el "auténtico" costumbrismo). A esto se suma el hecho de que en POMEZ Leandro juega con más palos, explora distintos recursos, entre ellos diagramas de textos que intercala entre historieta e historieta. En la entrevista promocional que le hizo Astiberri con ocasión de la publicación de MAL DADAS, Leandro se explicaba de este modo:
Temáticamente te alejas de los estándares habituales, ni es de género, ni autobiográfica...; te acercas a una realidad muy poco tratada: esas chicas no las he visto antes en los tebeos, aunque sí por la calle. ¿Es un retrato de la actualidad o una excusa para contar otras cosas?
Pues yo diría que no pretende ser un retrato social, pero sí que su intención es contar exactamente lo que se cuenta. Es decir, no hay metáfora. Lo que pasa es que los personajes y la historia se resisten a encajar en tres dimensiones, quieren quedarse a ras del papel.
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"Pero el vanguardismo programático -que se ha propuesto fundamentalmente experimentaciones con la forma a expensas del contenido- no es la única defensa contra las interpretaciones que infestan el arte. Al menos, así lo espero, pues ello supondría condenar al arte a una persecución perpetua (también perpetúa la misma distinción entre forma y contenido que es, en último término, una fantasía). Idealmente, es posible eludir a los intérpretes por otro camino: mediante la creación de obras de arte cuya superficie sea tan unificada y límpida, cuyo ímpetu sea tal, cuyo mensaje sea tan directo, que la obra pueda ser...lo que es".
Os dejo en buenas manos con esta reseña de Santiago García sobre POMEZ.
2 comentarios:
Me han gustado mucho las palabras de Tarkovski que citas, además, las suscribo al cien por cien. Creo que lo que ocurre es que muchas veces los críticos y los teóricos tienen la necesidad de decir la suya sobre lo que ha hecho un autor, a menudo valiéndose de la intuición y los sentimientos. De esa forma, muy a menudo no "analizan" la obra, sino que la amplían en las direcciones en que ellos saben manejarse, dando por resultado productos con poca relación con el original. Ojo, que pueden ser productos válidos e interesantes, pero no son un análisis, simplemente porque tal cosa no es posible.
Por si no lo he expresado bien, aclaro: los que digo que se han valido de la intuición son los "artistas", no los críticos (que puede que también, pero eso ya es otro tema...)
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