miércoles, 16 de diciembre de 2009

EDIPO EN EL INSTITUTO

Me lo he pasado teta leyendo la tercera entrega de SÓCRATES EL SEMI-PERRO, EDIPO EN CORINTO (Sins Entido, 2009). Joann Sfar y Christophe Blain siguen en estado de gracia, y no he podido dejar de maravillarme por la desfachatez con la que se apropian, retuercen, reinterpretan en clave de comedia y caricaturizan (sin llegar en realidad a la parodia abierta) el mito de Edipo. En este volumen se centran en la infancia de aquél que, sin saberlo, matará a su padre y se casará con su madre, y el pastor que en el mito clásico salvaba al bebé Edipo -lo descubría colgado de un árbol, dejado allí para morir- es sustituido en la versión de Sfar y Blain por Sócrates el semiperro, mitad perro mitad filósofo. Hablando de filosofía, Sfar sigue colándonos con elegancia sus suculentas morcillas de humor filosófico, mientras Blain dibuja como los dioses (griegos o no), cada vez más; a destacar el constante y poderoso uso que hacen de la elipsis en este álbum, con varios hallazgos memorables en este sentido. El tebeo no tiene final, quiero decir que la historia se interrumpe abruptamente y los autores, muy en su papel de artistas, ni siquiera indican un "continuará". Se ve que el formato de 46 páginas se les ha quedado corto, pero me imagino que el contrato de la serie con Dargaud es el contrato y tienen que cumplirlo. Espero ver pronto la continuación, y que la haya, claro.

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TRAGICOMEDIA. La lectura del álbum me ha traído viejos recuerdos. Cuando estaba en el instituto participé en una representación parcial del EDIPO REY de Sófocles, como trabajo de grupo que hicimos para la asignatura de Historia en primero de BUP. El profe de Historia que tuvimos en primero, Juan, era uno de mis favoritos, y también el más moderno con diferencia de todo el instituto en aquel entonces. A veces todo parece conectarse en esta vida. Resulta que durante las firmas de Expocómic del domingo pasado un muchacho vino a que le firmáramos un Vecino y me contó que era alumno de Juan en un instituto de Málaga, que sabía por él que yo fui alumno suyo y que le había contado que dibujaba cómics. A Juan me lo he ido encontrando con los años, siempre por casualidad, y siempre me he emocionado aunque no se me notara mucho. Una de las veces, lo recuerdo ahora, fue durante la proyección en gloriosa pantalla de cine de LAWRENCE DE ARABIA, restaurada y remontada por David Lean, sería allá por 1990, y recuerdo que estuvimos todo el intermedio entre rollo y rollo charlando muy flipados de la película (fue la única vez que la he visto en cine, y no es lo mismo que verla en la tele, puedo asegurarlo). En otra ocasión, hace mucho menos, un par de años quizás, me topé con él andando por la calle, y nos fuimos a tomar unas cañas. Le vi igual. Quiero decir igual de joven, aunque ahora tuviera bastantes más canas encima. Muchos años antes de Bolonia, Juan, mi profesor de Historia en primero de BUP, nos hacía estudiar todas las lecciones a base de trabajos, bien individuales bien en grupo, o de representar obras del teatro griego para que comprendiéramos mejor su cultura (EDIPO REY la interpretamos, en efecto, para el tema de la Antigua Grecia). Recuerdo también que a nuestra representación (había varios grupos de alumnos) la calificó con un 7. Le pregunté que por qué solamente un 7, a modo de protesta educada, si nos habíamos currado mucho la obra, entre ensayos, vestuario, decorados y demás. Juan me contestó que sí, que era cierto pero que habíamos convertido en comedia lo que era una tragedia. Tenía razón. En los ensayos nos partíamos de la risa porque no podíamos tomarnos en serio a nosotros mismos declamando aquellas frases grandilocuentes, y por eso decidimos interpretarla como comedia. Vista según cómo, lo era, igual que la vida misma. Ahora que lo pienso, ya entonces la cabra tiraba al monte.

1 comentario:

Capitán Z dijo...

Hola Pepo,

Todo un alago eso de que me confundieras con un alumno de instituo ya que este año cumplo los treinta... y lo de "muchacho" me ha quitado unos 10 años de encima. De verdad, gracias ;o)

Juan me ha contado lo de que os pudisteis felicitar el año por teléfono. Me alegro de haber podido haceros entrar en contacto.

Como ya te comenté Juan no es mi profesor, es íntimo amigo de mis padres y lo considero como de la familia. Es un privilegio poder compartir sobremesas con él.

Un abrazo.