(sigue de la primera y la segunda parte)
Una de las claves básicas para entender FLEX MENTALLO (1996), y yo diría que todo Grant Morrison, está en su infancia, concretamente en los tebeos de superhéroes que más le impresionaron, la fuente original de sus ideas posteriores como guionista. Comic books que el niño Morrison leía bajo la luz de una lámpara infantil con forma de media luna antropomórfica, un objeto que introduce en la ficción de FLEX MENTALLO (viñeta de arriba) como "imagen disparadora" de los recuerdos olvidados por el protagonista sobre el supramundo de los superhéroes o superdioses. La declaración de amor de Morrison a los comic books de su infancia no puede ser más arrebatada: «Es curioso... todo lo que puedo pensar es en cuando era niño. Todos aquellos recuerdos.
Cómics... cómics por todas partes», escribe el guionista en el primer capítulo de FLEX MENTALLO. «Puedo
olerlos, en la habitación... ¿Has leído alguna vez tebeos? No, tebeos
americanos. Tebeos
bobos... [...] Es curioso con qué te quedas al final, ¿verdad? Todas las cosas estúpidas. No
'Guerra y paz', no James Joyce, sólo los tebeos, los superhéroes.
The Blazer, The Flaming Flag, Lord Limbo... The Golden Agent... nombres absolutamente asombrosos... Quiero decir, cuando lo
piensas... Son como
arquetípicos... Esas cosas surgieron de lo más hondo, ¿cómo pueden decir que ese material es
estúpido?».
Aunque dudo que Morrison la haya visto –y aunque la haya visto seguramente no sea una influencia sino más bien una obra que comparte algunas premisas y territorios comunes–, no puedo evitar acordarme ahora de ARREBATO (1979), de Iván Zulueta, con su propia fascinación
arrebatada en un personal síndrome de Stendhal por los objetos de la infancia: muñecos, cromos... tebeos. «¿Cuánto tiempo podías pasar mirando este cromo? Años, siglos, toda una mañana... imposible saberlo. Estabas en plena fuga... éxtasis...arrebatado», le decía el personaje de Will More al director de cine que interpretaba Eusebio Poncela. Ambas obras comparten temas, el cómic que habla de cómic, el cine que habla del cine; la naturaleza de la relación realidad–representación–ficción a través de la imagen; el arrebato por los fetiches de la infancia. Y también el protagonista de la película de Zulueta, el "héroe yonqui" equivalente al Wallace Sage de FLEX MENTALLO, que pasa del estadio de «filmar y proyectar imágenes» a
convertirse en ellas tras cruzar el espejo de la cámara de cine para habitar dentro del universo de
ficción del celuloide, acaso más real que la supuesta realidad:
LAS EDADES DEL SUPERHÉROE. Morrison es, ante todo y sobre todo, un fan del comic book de justicieros disfrazados y un estudioso de su tradición, y FLEX MENTALLO es tanto una obra de tesis sobre su visión personal de la historia del género como un trabajo profundamente autobiográfico. Las ideas temáticas de cada uno de los cuatro capítulos de FLEX MENTALLO están, de hecho, inspiradas en diferentes "edades" del comic book, siguiendo a grandes rasgos la división convencional establecida por los aficionados a los superhérores: el primer capítulo, titulado «Flowery Atomic Heart», alude principalmente a la Golden Age de los años cuarenta, que Morrison ve como la "infancia" del superhéroe; el segundo, «My Beautiful Head», en la Silver Age, la era de su transformación en joven adulto (siempre según Morrison); el tercero, «Dig the Vacuum», cita y parodia la Dark Age (o Modern Age), que el guionista contempla como una especie de adolescencia tardía. Este capítulo incluye alusiones bien explícitas a un
famoso cómic, uno de los que inauguró la tendencia (véase la portada de dicho capítulo y una de sus viñetas, donde aparecen violentos pandilleros "mutantes") que desembocaría en los superhéroes neuróticos, ultraviolentos y decadentes que poblarían el comic book entre finales de los ochenta y primeros noventa:
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Portada de Flex Mentallo nº 3 (agosto 1996), dibujo de Frank... Quitely.
Abajo, viñeta del mismo número |
El cuarto capítulo de la obra, «We Are All UFOs», es planteado como anticipación de una nueva era (sí, como New Age) del superhéroe por entonces no definida ni bautizada, que Morrison denominará luego en su libro
Supergods (2011) la era del Renacimiento. «En este sentido,
Flex Mentallo, Man of Muscle Mistery puede verse como una plantilla para
Supergods», explica Morrison en este último libro. La división en edades de la historia del comic book resulta, en rigor, sumamente discutible desde el punto de vista histórico y alude además sólo al género de superhéroes, aunque el comic book como medio fuera mucho más amplio y albergara géneros muy diversos, en su día tan o más populares que el de justicieros disfrazados. En su
extensa reseña de Supergods, Santiago García observaba desde su formación como historiador del arte lo siguiente:
«De forma sorprendente para un autor de ideas tan absolutamente modernas, Morrison opta por un caduco esquema de historia vasariana, dividida en "edades" en la que la historia del cómic se personifica y adquiere los rasgos de un ser humano que va madurando y pasando de la etapa infantil a la adolescente y la adulta y, por tanto, de plenitud. Es un tipo de historia teleleológica, en el que inevitablemente todo lo anterior existe para converger en lo actual, que es su máxima y más madura expresión».
En cualquier caso, asumo ahora la división convencional de edades del comic book, tanto para seguir la lógica de Morrison como para entendernos rápidamente. El primer capítulo de FLEX MENTALLO alude principalmente a la Golden Age, la Edad de Oro del género de enmascarados durante los años cuarenta con sus superhéroes fundacionales de ventas millonarias, aunque Morrison asocia también el capítulo a la "edad dorada de los recuerdos de la infancia y paraísos perdidos", como explica en
Supergods, y más concretamente a su propia infancia, algo que resulta bastante evidente. En este capítulo aparecen las primeras imágenes de la infancia de Wally Sage inspiradas en la de Morrison, igual que una alusión a los
sidekicks que desde los primeros cuarenta empezaron a proliferar en las viñetas de los superhéroes, vistos ahora bajo la poética morrisoniana. «Chicos mercuriales superrápidos en trajes ajustados de cromo, chicos arqueros con flechas trucadas», escribe en el primer capítulo. El propio Flex Mentallo, aunque creado por Morrison y el dibujante Richard Case en 1991, representa en esta miniserie que ahora nos ocupa a aquellos primeros justicieros disfrazados de los cuarenta, "inocentes", coloridos y de una pieza, sin dudas sobre su papel ético en el mundo. En la misma pureza de su diseño, un forzudo en bañador, el "héroe de la playa" basado directamente en los viejos anuncios culturistas de Charles Atlas, Flex Mentallo resulta una versión primitiva de Superman. Así viene a reconocerlo el prólogo de FLEX MENTALLO cuando recoge el pasado ficticio del personaje como superhéroe de la Edad de Oro, creado a imitación de Superman:
«Flex Mentallo, el Hombre del Misterio Muscular, hizo su debut en las páginas de Rasslin' Men, de Manly Comics, en febrero de 1941 y fue un éxito instántaneo. Las ventas de Rasslin' Men se cuatriplicaron en otros tantos meses, y Flex Mentallo #1, que le seguiría en 1942, se convirtió en uno de los más vendidos [...]. "Dubois dijo que Manly necesitaba su propio Superman", recuerda el veterano dibujante Chuck 'el jefe' Fiasco. "Así es como empezó. Me dijo que me inventara algo, y debo admitir que estaba un poco perplejo"».
Ese proceso que recoge con toda la intención el prólogo se dio en la realidad durante aquellos primeros años del género, cuando los editores se afanaban en inventar su propio héroe disfrazado para intentar reproducir el éxito comercial que había tenido Superman desde el principio; un éxito tan monumental que prácticamente levantó él solo, como el Atlas mitoló
gico, la industria del comic book como medio de masas a finales de los treinta y primeros cuarenta. Que se lo digan a Will Eisner, uno de los artesanos que participó directamente en una de las copias tempranas de Superman, Wonder Man, creado a finales de 1938 tras un encargo del editor Victor Fox al taller Eisner & Iger (nota al margen: según una leyenda muy difundida entre la profesión, Fox era un contable de National-hoy DC que tras percatarse de las cifras de venta de Superman en Action Comics decidió crear su propia editorial, cuyas oficinas instaló además en el mismo edificio donde se encontraban las de DC. La veracidad de este chismorreo ha sido puesta en duda y probablemente no sea cierto, pero dice mucho del fenómeno comercial que supuso Superman durante esos años para la industria del comic book, de la visión del personaje como "mina de oro" que se tenía entre la profesión). Wonder Man, aparecido en Wonder Comics nº 1 (fecha de portada mayo de 1939) era una copia tan descarada de Superman que fue objeto inmediato de una demanda por plagio que ganó National, obligando a Fox a retirar el personaje después de una sola aparición.
EL INSULTO QUE HIZO UN 'SUPERMAN' DE MAC. Volviendo a Flex Mentallo/el joven musculoso de la playa del «método Charles Atlas» como una de las "fuentes" primigenias de Superman, hay que recordar ahora que los populares anuncios de culturismo ya aparecían en los
pulps de los años treinta, los mismos que leían con avidez los jóvenes Jerry Siegel y Joe Shuster, creadores de Superman; Shuster llegó a practicar culturismo en un gimnasio para superar su timidez y su escaso éxito con las chicas. Aquellos anuncios formaron parte, entre otros muchos elementos, del crisol de influencias en el que se forjó el Superman original, y de hecho fueron objeto de varios homenajes más o menos socarrones en las viñetas de Siegel y Shuster. Compárense las dos páginas de la primera historia del Hombre de Acero (fecha de portada junio de 1938), aquí debajo, con el anuncio del método culturista de Charles Atlas que aparecía a mediados de los años treinta en los
pulps literarios y otras revistas populares:
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El mito fundacional del superhéroe. «Superman»,
en Action Comics nº 1 (1938), Jerry Siegel y Joe Shuster.
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Anuncio del método Charles Atlas con la famosa historieta de 'Mac',
publicado en un pulp de 1935 |
Ya desde la primera aparición de Superman en 1938, como se ve en las páginas de arriba, Lois quedaba prendada del superhombre secreto pero despreciaba a Clark Kent, el hombre corriente y pusilánime. Sobre las referencias en los cómics de superhéroes a los anuncios de Charles Atlas reimpresos durante décadas,
Gene Kannenberg, Jr escribe que «la transformación corporal de Mac en los anuncios clásicos sigue un patrón familiar para los lectores del comic book de superhéroes. La narración en la tira de cómic del anuncio es intuitiva y directa». Abajo, una versión posterior del mismo anuncio que apareció durante años en los comic books norteamericanos.
La historieta publicitaria del «método Atlas» que
el Flex Mentallo de Morrison vino a parodiar en 1991 respondía ciertamente, como el Superman primigenio, a las fantasías de realización de muchos jóvenes lectores de la época. Titulada «The Insult that Made a Man Out of “Mac”», apareció en los
pulps de los años 30 antes de la llegada de Superman y siguió publicándose en los comic books durante posteriores décadas, apelando a los deseos de superación y realización adulta de nuevas generaciones de lectores juveniles. La historieta es bien conocida para cualquiera que tenga la edad suficiente; en España también se vio traducida en muchas publicaciones (yo mismo dibujé hace poco una versión
para una tira satírica). Un «villano», un abusón en bañador, humilla en la playa a un joven enclenque, Mac, delante de la chica que pretende. Tras el incidente, la chica le da excusas para no volver a salir con él. Mac, ya en casa y furioso, se dice a sí mismo que está harto de ser un espantapájaros y que quiere un cuerpo de verdad (por supuesto, lo conseguirá gracias al método Atlas). De una viñeta a otra, como si el cambio fuese instantáneo, le vemos metamorfoseado con un cuerpo musculoso, posando con narcisismo ante un espejo. Luego, de nuevo en la playa, Mac le da su «merecido» al abusón con un puñetazo mientras la chica exclama: «¡Oh, Mac! ¡Eres un hombre de verdad después de todo!».
Es fácil ver la relación con las posteriores escenas a tres bandas del Superman de Siegel y Shuster: Clark Kent como Mac, el joven pusilánime; Lois Lane, la chica a la que corteja y que le desprecia; Superman, el superhombre secreto que habita en Clark, al que Lois ama sin saber que ambos son la "misma" persona. Tampoco parece causalidad que en los sesenta Mircea Eliade,
Jules Feiffer y Umberto Eco, cada uno por su lado, comentaran el mismo elemento constitutivo del mito de Superman: el pusilánime Clark Kent como "disfraz" del superhombre oculto en él. En 1963, Eliade escribía en
Mito y realidad: «Este disfraz humillante de un héroe cuyos poderes son literalmente ilimitados repite un tema mítico bien conocido. Si se va al fondo de las cosas, el mito de Superman satisface las nostalgias secretas del hombre moderno que, sabiéndose frustrado y limitado, sueña con revelarse un día como un “personaje excepcional”, como un “héroe”». Clark Kent, como el 'Mac' de los anuncios de Charles Atlas, personificaba típicamente al lector juvenil medio, asaltado por complejos, despreciado por sus semejantes. Por eso resultaba tan fácil que se identificara con él, albergando secretamente la esperanza de que un día, «de los despojos de su actual personalidad, florecerá un superhombre capaz de recuperar años de mediocridad» (Eco, «El mito de Superman», en
Apocalípticos e integrados, 1965).
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«Superman», en Action Comics nº 1 (1938), Jerry Siegel y Joe Shuster
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LA PALABRA MÁGICA. En el primer capítulo de FLEX MENTALLO hay otras referencias directas a la Golden Age, concretamente al otro gran superhéroe de los cuarenta, Capitán Marvel. Creado por Bill Parker y C.C. Beck a finales de 1939, llegó a superar de largo las ventas de por sí millonarias de Superman. Es curioso cómo es la historia a veces, ¿verdad? El superhéroe más popular entre los niños americanos de los cuarenta –aún son notables las cualidades gráficas, humorísticas y surreales de sus tebeos– apenas es recordado ahora, si no es para pequeñas apariciones o guiños nostálgicos en los cómics de la compañía a la que hoy pertenece: muy significativamente DC, es decir, la antigua National, otrora rival de la compañía que publicaba al Capitán Marvel, Fawcett, a la que persiguió en los tribunales durante años por plagio de Superman antes de llegar a un acuerdo extrajudicial en 1953 por el que se retiró finalmente al personaje, cuando éste ya había declinado sustancialmente en ventas. (Esta retirada tuvo por cierto una consecuencia inesperada: la creación al año siguiente en el Reino Unido de un personaje derivado, Marvelman –mucho más tarde rebautizado Miracleman y
relanzado por cierto guionista británico en la primera mitad de los ochenta–, producido expresamente como remedo del Capitán Marvel porque su editor británico no quiso renunciar a las buenas ventas de las que gozaba el personaje en las islas... pero ésa es otra historia).
La cita al "Gran queso rojo", el Capitán Marvel, que aparece en una página del primer capítulo de FLEX MENTALLO parece inequívoca. Flex Mentallo se topa con un viejo conserje de la ahora cerrada escuela para
sidekicks, que se anuncia como «el hombre más poderoso del universo» y le cuenta su historia de origen secreto. Siendo niño, el ahora conserje dio unas monedas a un anciano en un paso subterráneo creyendo que era pobre, y éste a cambio le proporcionó un crucigrama para rellenar, indicándole que debía decir en voz alta la última palabra que escribiera porque era la misma que pronunció Dios para traer el universo y la consciencia a la existencia. «Y así lo hice. ¿Qué chaval no lo hubiera hecho?».
La palabra incompleta que vemos entonces en el crucigrama es "Sha_a_", que naturalmente nos evoca a "Shazam!", la palabra mágica que pronunciaba el niño Billy Batson para convertirse en el Capitán Marvel, apodado en los cuarenta "el mortal más poderoso del mundo". Palabra mágica que a su vez le había sido proporcionada a Billy Batson por un viejo mago llamado Shazam; cuando Billy la pronunciaba, un rayo igualmente mágico le transformaba en un superhéroe adulto con los poderes de seis figuras arquetípicas. «¿Qué chaval no lo hubiera hecho?», desde luego. La frase de Morrison reconoce la fantasía básica sobre la que se edificó el éxito del Capitán Marvel ante sus lectores infantiles y adolescentes: un niño que se convertía en héroe adulto con poderes sobrehumanos.
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El origen del Capitán Marvel en Whiz Comics nº 2 (nº 1), febrero de 1940, Bill Parker y C.C. Beck |
Las citas de FLEX MENTALLO llegan entonces al paroxismo inter y metatextual. La idea de que el misterioso anciano que le proporcionó al conserje el crucigrama era él mismo en el futuro («No volví a ver al hombre viejo nunca más. A veces creo que era mi propio yo futuro», le cuenta el conserje a Flex Mentallo) parece inspirada en un detalle que
confesó en vida el dibujante original del Capitán Marvel, C.C. Beck (1910-1989): en la primera historieta del personaje, viñetas de arriba, dibujó al mago Shazam como si fuese el
propio Captain Marvel de viejo, con los mismos rasgos, solamente un poco alterados por la edad. Rizando el meta-rizo, Frank Quitely parece dibujar al viejo conserje como un doble envejecido del propio Flex Mentallo, a quien regala a su vez el crucigrama mágico como en una historia infinita, interminable.
Sin embargo, hacia el final de la obra Morrison le da una última vuelta a esta tortilla intertextual para aportar sus propios ingredientes esotéricos: cuando Wallace Sage, el trasunto de Morrison, rellena el crucigrama, la palabra mágica que activa el "disparador" hipnótico y permite finalmente que los superhéroes vuelvan a ser reales en nuestra "realidad ficticia" no es Shazam sino otra:
Shaman. Un chamán, pues, tal como el propio Morrison se ve a sí mismo. Alguien capaz de alterar mágicamente la realidad o la percepción colectiva de la realidad porque está en contacto con el mundo sobrenatural, actúa como un mensajero de éste y utiliza el poder mágico del lenguaje para traer los espíritus o (super)dioses a nuestro propio mundo.
En otras palabras, el niño Billy Batson que pronunciaba "Shazam!" para transformarse en superhéroe en los viejos tebeos del Capitán Marvel se ha convertido, en la revisión posmoderna-mística de Morrison, en un chamán adulto, como el propio Morrison, que "recuerda" y pronuncia finalmente La Palabra. La palabra olvidada que abre "las puertas de la percepción" («Si las puertas de la percepción se limpiasen todo se le aparecería al hombre como es, infinito», escribió en El matrimonio del cielo y el infierno, 1793, otro gnóstico moderno, William Blake) .
«No te olvides... no te olvides de la palabra... Sha...a... Sha...a... Oh, Dios, es amor, es...», le decía Nanoman a Minimiss al comienzo de este mismo capítulo de FLEX MENTALLO, el último. La palabra que los propios (super)dioses habían implantado previamente como código para activar el mecanismo, la puerta entre los dos mundos. «No más barreras entre lo real y lo imaginario», decía unas páginas antes Wallace Sage, el narrador, aquel que "recuerda" las historias olvidadas del origen y las cuenta a los miembros de la tribu, sus lectores. Como el personaje de Will More al final de ARREBATO, Wallace Sage se disuelve en la realidad de su ficción y abandona la cueva de sombras platónicas. Ahora está al otro lado del espejo.
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No se vayan todavía, aún hay más. Más viejos tebeos de superhéroes, la principal fuente de las ideas de Morrison. Lo veremos en el siguiente capítulo de esta serie.