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domingo, 12 de enero de 2014

pintar la shoah

Dejamos su estudio hacia Cracovia, y finalmente nos instalamos en un café vegetariano no muy lejos del casco antiguo. Aquí me habla de dos series inspiradas en el Holocausto, algunas de cuyas peores atrocidades fueron cometidas cerca de donde nos sentamos. La idea de abordar directamente el Holocausto era todavía una novedad relativa en 2001, casi sesenta años después de la liberación de los campos cercanos de Auschwitz y Plaszów. "Pensé en lo que es ser polaco, y no sólo víctima, sino también estar en el lado equivocado", explica sobre su acercamiento al tema. "Y esto es algo nuevo para el pueblo polaco porque esa historia fue ocultada y no discutida durante el comunismo".

Muchos de sus compatriotas niegan, cree él, el papel de su país en el Holocausto. "Mucha gente polaca ayudó a los judíos a sobrevivir", dice. "Pero hubo dos lados, y por desgracia muchos de ellos saquearon y se apropiaron de cosas de judíos y ayudaron a deshacerse de sus vecinos". ¿Fue difícil abordar el Holocausto? "No", responde al instante. "Yo no diría que difícil. Fue intrigante". Piensa de nuevo. "Por eso probablemente no lo hice a partir de imágenes tomadas por mí mismo de los campos, o de [imágenes de] internet".

En vez de eso, sus dos fuentes fueron aproximaciones extraordinarias al Holocausto por méritos propios: el épico documental de Claude Lanzmann Shoah (1985), rodado en gran parte en Polonia, y las imágenes de Maus (1986-1991), el cómic de Art Spiegelman sobre la vida de su padre, que representa a los nazis como gatos, a los judíos como ratones, y a los polacos como cerdos. "Fue sólo para tomar distancia", dice .

¿Por qué esas obras? "Por la implicación polaca tanto en Shoah como en Maus", dice, "pero también porque, en cierto modo, hacer esa historia en cómic fue muy valiente, y además tuvo mucho éxito, funcionó realmente. Por eso me gusta; en cualquier caso es un gran cómic, no es sólo por su tema".

Admira Shoah por el "egoísmo" de sus portentosos travellings tan largos. "Nadie se atrevería a hacer este tipo de plano ahora", dice. "La experiencia del tiempo es completamente diferente de otras películas, tal vez a causa de la historia. La historia es tan fuerte que uno puede crear las reglas".

Aunque representa a un cerdo en Maus 5 (2001), las piezas del Maus de Sasnal omiten en gran parte a los protagonistas para destacar el notable estilo gráfico de Spiegelman y la arquitectura siniestra de la Solución Final. Por su lado, Shoah (Forest) (2003) refleja la atmósfera potente y solemne de la película de Lanzmann como diminutas figuras de pie debajo de un remolino, una representación casi visceral del bosque, el sitio donde están enterrados tantos judíos y un símbolo permanente de miedo.

Sus imágenes del Holocausto no son sólo una investigación sobre la historia cultural de Polonia, sin embargo. "Mi bisabuela fue asesinada en Auschwitz, y un buen número de miembros de mi familia fueron deportados a Alemania para hacer trabajos forzados", dice. "Auschwitz es un lugar donde un miembro de mi familia fue asesinado. No es sólo el lugar de un libro de historia, también es personal".

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Wilhelm Sasnal, entrevistado por Ben Luke en 2011

Maus 5 (2001), Wilhelm Sasnal, óleo sobre lienzo
Untitled (Maus 2) (2001), Wilhelm Sasnal, óleo sobre lienzo
Shoah (Forest) (2003), Wilhelm Sasnal, óleo sobre lienzo

lunes, 9 de julio de 2012

SUEÑOS OLVIDADOS (EN SECUENCIA)

Hace dos semanas se estrenaba oficialmente en España LA CUEVA DE LOS SUEÑOS OLVIDADOS (2010), una de las películas recientes, que no la última, de Werner Herzog. Tuve la oportunidad de verla el pasado noviembre, durante un festival local –de Cine Fantástico (?)— en el que la programaron. El filme es un fascinante documental sobre la cueva Chauvet, situada en el sur de Francia, donde se encuentran las que hasta ahora se consideraban las pinturas rupestres más antiguas conocidas, de unos 32.000 años de antigüedad (digo hasta ahora porque muy recientes dataciones han situado las pinturas de El Castillo y Altamira en España unos cuantos miles de años antes de lo que se creían, convirtiéndolas en las más antiguas de Europa, incluso más que las francesas). La película se rodó y se proyecta en 3-D para evocar la experiencia de visitar la cueva, algo imposible de otro modo puesto que se trata de una gruta sellada, cerrada al público, a la que sólo tienen acceso limitado un equipo autorizado de científicos e historiadores del arte. Herzog consiguió un permiso especial del Ministerio de cultura francés para rodar el documental con un equipo reducido de tres personas: el cámara, el técnico de sonido y un asistente; el cuarto era el propio Herzog, él mismo portaba los focos de luz fría para iluminar la cueva con un impacto mínimo. Iban acompañados de un pequeño grupo de científicos y todos llevaban ropas y zapatos especiales que no habían tenido contacto con el exterior; sólo pudieron filmar seis días, cuatro horas cada día debido a los niveles de dióxido de carbono.



El caso es que, tras un prólogo que nos introduce debidamente sobre las condiciones y la situación de la cueva, vemos cómo Herzog y su equipo comienzan a filmar las pinturas rupestres. Cuando a los pocos minutos llegan a una zona de pinturas verdaderamente espectaculares (un historietista bien conocido me dijo al verlas en la película que eran tan buenas que sentía envidia de quien las pintó), el narrador del documental, el propio Herzog, dice entonces en la voice over con su inglés "internacional" al borde de lo macarrónico, perfectamente entendible por un no nativo, con un suave acento alemán:

hay que señalar que el artista pintó este bisonte con ocho patas, sugiriendo movimiento... casi una forma de protocine.


El comentario me llamó la atención por su ingenuidad, aunque luego pensé en frío que Herzog lo decía más bien como licencia poética, para enlazar metafóricamente su relato documental sobre pinturas rupestres con el medio en que está llevando a cabo ese relato, es decir, el cine. Al fin y al cabo sus documentales, como la obra maestra GRIZZLY MAN (ya hablé hace unos años aquí de esta impresionante película), son abiertamente subjetivos y en primera persona, como bien indica Joan Pons; documentales en los que la mirada artística de Herzog no sólo no se oculta sino que en muchas ocasiones se coloca en primer plano.

Bien, el caso es que en otras pinturas muy cercanas a ese bisonte "en movimiento", había también algo parecido a una secuencia protagonizada por varios animales, caballos, y rinocerontes, a la que además podría haber colaborado tanto el juego de luces y sombras de las antorchas paleolíticas –me recuerdan desde Twitter– como la forma de la pared, no lisa, con su "propia dinámica tridimensional".




El comentario de Herzog sobre el "protocine" también me llamó la atención porque automáticamente pensé que más de un comiquero, empezando probablemente por Scott McCloud –aún hoy el principal gurú del "cómic como arte secuencial"–, hubiera dicho al ver la sugerencia del movimiento y de la secuencia en estas pinturas rupestres lo mismo que Herzog, sólo que aplicado a su propia disciplina: "casi una forma de protocómic". Y, tal vez, sin el casi.

Se trata, naturalmente, de una visión teleológica de la historia (del arte o de la historia en general) que nada tiene que ver con el modo en que suceden las cosas, ni desde luego con el modo en que las relataría un historiador moderno. No es que esos pintores primitivos soñaran o inventaran un sustituto de algo parecido al cine –o al cómic– ni que su obra "evolucionó" durante siglos hasta llegar gracias a la tecnología moderna a una supuesta meta, el cine (el cómic). Es mucho más simple que eso: esos pintores primitivos representaban la naturaleza con la tecnología a su alcance, de un modo probablemente asociado a rituales religiosos y chamánicos. Pero no era una tecnología "sustituta" de otra más avanzada como el cine o el cómic impreso, ya digo que las cosas son realmente más sencillas, incluso obvias: se trataba de gente pintando sobre una pared, luego por mucho movimiento o secuencia que quisieran representar no estaban haciendo ni (proto)cine ni (proto)cómic sino simplemente PINTURA. Un arte muchísimo más antiguo y con una tradición muchísimo más amplia que el cine o el cómic. En pintura se han hecho obras con secuencia de imágenes durante siglos y siglos; hay numerosos ejemplos de ello. Es tan vieja la secuencia de imágenes como para encontrarse en algunas de las pinturas más antiguas en términos absolutos que se conocen, caso de las que nos ocupan. Teniendo esto en mente, queda más claro qué significa realmente pretender definir al cómic por la secuencia, y encima denominarle "arte secuencial" como si fuese una característica exclusiva o intrínseca.

En una de sus últimas publicaciones antes de su triste fallecimiento, El objeto y el aura. (Des)orden visual del arte moderno (Akal, 2009), Juan Antonio Ramírez proponía que la aparición del movimiento real en el arte moderno, superando al movimiento congelado o ilusorio, era una de las revoluciones creativas de las vanguardias históricas, por supuesto solo entendibles en el marco de las propias transformaciones sociales y culturales de la modernidad. Pero ahora me interesa el comienzo del capítulo de ese libro que dedica justamente a los Movimientos y procesos, copio de las páginas 40-43:
La representación del movimiento ha sido una preocupación constante de los artistas, en todas las épocas y todas las culturas. En los orígenes de la mímesis encontramos cosas como la danza y el canto, reproducciones de fenómenos de la naturaleza y de movimientos animales, incluyendo sus sonidos característicos, y es probable que muchas pinturas rupestres fueran ejecutadas en el curso de rituales religiosos. El estatismo de la creación visual, en aquellos casos, sería sólo el resultado congelado de una acción. Vemos ahí ya una disyuntiva que va a mantenerse más o menos latente a lo largo de los sigloes, y que resultará trascendental para el arte contemporáneo: la imitación real (mediante recursos perforamtivos) de movimientos efectivos, y la representación simulada de los mismos con imágenes estáticas (pinturas o esculturas). 
Es esto último lo que preocupó intensamente a los artistas de la Edad Moderna. Era un asunto sobre el que se discutía en los talleres, y de ahí que fuera abordado por todos los tratadistas. Leo Battista Alberti, en su libro sobre la pintura, no olvidaba esos movimientos del ánimo «que los doctos llaman afecciones», pero era demasiado pronto para teorizar sobre la expresión de las pasiones y se mostró más interesado en las cosas que se planteaban a diario sus colegas [...]. También le importa mucho que el artista sepa reproducir de modo adecuado los movimientos de los animales y los de las cosas que no tienen vida.
 [...] ¿Se puede hacer, pues, una «iconología del movimiento» en la época renacentista? Sin duda, al menos en algunos casos. Ciertos temas lo exigen, como las batallas, y cabe aventurar la hipótesis de que este género pictórico, tan importante desde fines del Quattroccento, haya surgido de la confluencia entre múltiples factores, con dos de ellos dominando de modo especial: las pulsiones políticas (encaminadas a la glorificación de las acciones bélicas emprendidas por los príncipes y estados renacentistas), y el deseo de los pintores de demostrar sus habilidades resolviendo lo más difícil, es decir, la interacción y la variedad de muchos cuerpos, con distintos tipos de movimientos.
Por supuesto, esos pintores no estaban cultivando ninguna forma de "protocine" ni mucho menos de "protocómic" al intentar representar movimientos, procesos o secuencias en sus obras. Eran pintores, pintaban.


Lo mismo que Duchamp, por decir algo, no estaba haciendo ningún "protocine" ni "protocómic" cuando pinta en 1911 su Dulcinea (arriba, con representación del movimiento en secuencia, la misma mujer desvistiéndose en cinco pasos o figuras) o su más célebre Desnudo bajando la escalera nº 2 (1912). Entre otras cosas porque cuando pinta esos cuadros ya existe el cine. Y el cómic.

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La película de Herzog es magnífica; yo iré a verla otra vez esta semana de lo que me gustó. Atención a los giros del documental conforme avanza, fruto de la mirada inquieta y, de nuevo, artística de este cineasta siempre sorprendente.

sábado, 10 de septiembre de 2011

DISFRAZ DE TIGRE

Arriba, ARTISTA CREANDO UNA OBRA DE ARTE, un cuadro de Guillermo Pérez Villalta que está ahora mismo expuesto en el CAC Málaga (hasta el 9 de octubre).

El cuadro también aparece en la casa que sirve de decorado principal a la extraordinaria LA PIEL QUE HABITO (2011), de Almodóvar. Más alusiones de Pedrooooo al arte y la literatura en su película, en este artículo de Yago García para Cinemanía.

A todas las referencias que recopila Yago, podéis sumar la VENUS RECREÁNDOSE EN LA MÚSICA (h. 1550) de Tiziano

y, en otra secuencia, la VENUS DEL ESPEJO (h. 1647-1651) de Velázquez

martes, 26 de enero de 2010

SIGNIFICAR, NO DAR SIGNIFICADOS

El otro día pude escaparme a oír una charla de Chema Cobo sobre su propia exposición, la que tiene actualmente en el CAC de Málaga, charla organizada por la Facultad de Bellas Artes de Málaga. Fue una tarde muy bien aprovechada por todo lo que pude aprender y reflexionar. Está claro que Chema Cobo es un pintor que piensa mucho lo que hace, muchísimo de hecho, y así pinta lo que pinta. Entre otros temas, aparte de ciertas cuestiones técnicas en la realización de sus cuadros, durante su charla habló de los límites de la pintura a estas alturas de la historia ("ya está todo hecho, en las texturas y los elementos", "hay que buscar resquicios en profundidad, y no en extensión"), y también de su obsesión por crear imágenes cuestionadoras de la representación (algunos de sus cuadros parecen -falsamente- fotografías, o postales distorsionadas, o fotogramas de una película inexistente), y, esto lo digo yo, viceversa, imágenes cuestionadoras de la realidad puesto que la "realidad" también es una representación, la que nuestros sentidos se hacen: la materia de los recuerdos, de los sueños; las imágenes que percibimos en un aquí y ahora que ya no es aquí y ahora porque el instante de hace un momento ya ha pasado, ya no es presente, ya está en nuestros recuerdos.

Chema quiere también fabricar imágenes no banales pero que, a la vez, tampoco estén cargadas de significados. En el catálogo de la exposición, que me ha pasado Cake, le entrevistan y en sus respuestas profundiza en los mismos temas que le preocupan. Dice que está cansado de imágenes banales, que están por todas partes, que la gente apenas reconoce lo que hay en esas imágenes, incluso que ha detectado fotos periodísticas que los diarios usaron durante un tiempo para describir un suceso importante, pero que, pasada una temporada, "aquello no lo reconoce nadie como tal", y la imagen "queda sin substancia." Dice también, y esta clave me parece importante, que quiere hacer una obra "no imperativa" que, aunque tenga intención de significar, no imponga significados concretos al espectador para que éste se pregunte. "Cuantas más preguntas se haga uno ante la obra, es porque la ha visto cada vez mejor".

sábado, 21 de noviembre de 2009

S/T


¿Un "cómic abstracto"? No. Sin Título, 15 piezas individuales (cartones, pintados al gouache) de Patricio Cabrera. Hasta el 15 de enero, Galería Alfredo Viñas (c/ José Denis Belgrano, 19, Málaga). En otras de las piezas o cuadros de esta exposición hay también yuxtaposición de imágenes distintas.

jueves, 13 de agosto de 2009

OUT OF THE BLUE



Chema Cobo:
OUT OF THE BLUE (CAPITALISMO POPULAR)
OUT OF THE BLUE II (CAPITALISMO POPULAR)
2008

miércoles, 12 de agosto de 2009