miércoles, 9 de diciembre de 2009

ARREBATO

Conocí a Juaco en Valencia, a finales de los noventa. Quiero decir en persona, porque sus tebeos ya los había leído desde que empezó a publicar de forma seriada EL RESENTIDO en Brut Comix (una colección de La Cúpula que llevaba entonces Hernán Migoya). EL RESENTIDO era una serie sobre las fantasías y fracasos de un nerd adolescente que se daba trastazos intentando encontrar su lugar en el mundo, un mundo que entonces pertenecía a los jóvenes aunque sobradamente preparados con look grunge. La serie, que en su día destacó rápidamente por el talento que desplegó Juaco y las inquietudes que demostraba en sus experimentos narrativos, se ha convertido este mismo año en una novela gráfica, cosas de los tiempos pero también de la sensibilidad del autor, novela gráfica que recopila todas aquellas páginas de EL RESENTIDO más alguna bola extra a modo de epílogo.

Desde el primer momento que hablé en persona con Juaco, yo creo que sería 1998 o 1999, le reconocí con admiración y no sin cierta envidia ("sana", que diríamos) como un genuino artista. O sea, alguien con una visión personal, un mundo completamente propio que trasladaba a sus tebeos y dibujos de una forma natural, no premeditada (cuando me enseñó su carpeta de bocetos e ilustraciones me quedé flipado, tanto que hice fotocopias de muchos de ellos; así era la era antes de internet y los blogs). En casos como el suyo no hay "remedio", y da igual que el artista sea permeable a influencias externas -y en el caso de Juaco las de Daniel Clowes, David Mazzucchelli o Chris Ware eran evidentes- porque no podrá evitar expresarse a su modo, no podrá evitar que la obra final sea 100% suya. Cuando Santiago García y yo publicamos el primer Vecino, allá por 2004, Juaco no sólo nos escribió para contarnos lo que le había parecido nuestro tebeo, sino que se prestó a un particular "experimento" al dibujar con el talento que le caracteriza uno de los cuatro falsos finales de EL VECINO (dale al cursor hasta abajo en el enlace para verlo) que Santiago escribió, en parte como broma, en parte para satisfacer a algunos lectores que habían pensado que a nuestro álbum le faltaba el final.

Pues bien, Juaco acaba de sacar nueva novela gráfica, y yo me he lanzado en tromba a por ella. Se titula EL EXPERIMENTO (Glénat, 2009) y, tras leer los créditos, me ha parecido lógico y hasta de "justicia poética" que haya sido de nuevo Hernán Migoya quien se encargue de su edición, esta vez para Glénat. Yo de este tebeo conocía algunas páginas que Juaco me envió en un sobre con fotocopias hace un tiempo, y ya entonces me quedé completamente fascinado. Un grupo de superhéroes que recordaban vagamente a los 4 Fantásticos -los 3 Fantásticos en todo caso porque no por casualidad eran un trío- encerrados "con un solo juguete", el de sus mentes y su sexo, en un hangar donde tenía lugar un misterioso "experimento" que no terminaba de describirse pero cuyas consecuencias fantasmales no tardaban en manifestarse. Los "superhéroes" de Juaco hablaban mucho y de vez en cuando follaban, pero nada de lo que decían parecía significar lo que estaban diciendo realmente, sino alguna otra cosa más oscura, espectral e inaprehensible. De nuevo sentí la misma admiración (y "sana" envidia) que tuve años atrás al ver su carpeta de dibujos, y de hecho releí varias veces aquellas páginas hipnóticas. La cuestión es que Juaco ha terminado ahora aquella historia, titulada EL EXPERIMENTO TIERRA PROMETIDA, y ha añadido para este libro algunas historietas cortas a modo de interludio con distinto tratamiento gráfico y narrativo, historietas que podrían tener que ver (o no) con la historia principal de "superhéroes". Entre las cortas, una de "ciencia-ficción y horror con adolescentes", de estética años cincuenta y con dos tintas movidas en plan 3-D, titulada UFO TEENAGE LOVESICK BOY, y otra de género no identificable que juega a lo literario en plan Conrad (ISLA DE ENCANTA), y todo esto en medio de lo otro, quiero decir, interrumpiendo la lectura de la historieta de "superhéroes". De un modo parecido a Chris Ware o Daniel Clowes, creo que Juaco quiere usar como recurso la tradición fragmentaria del cómic, aprovechando las conexiones mentales que se establecen al leer en el mismo soporte distintas historietas, de "diferentes" autores y con distinto tratamiento gráfico y narrativo, tal como pasaba al leer en los viejos tiempos las distintas tiras e historietas que aparecían en los suplementos dominicales de prensa. Juaco también parece querer, como otros autores de la novela gráfica contemporánea (Burns y Clowes a la cabeza), rastrear aquellos viejos tebeos que leímos de chaval en busca de un subtexto oculto, como si a base de reprocesar sus viejos clichés lográsemos extraer alguna verdad escondida, quizás la clave psicológica de la fascinación que su lectura nos producía: la clave del "arrebato" que nos provocaban, por decirlo en palabras de la película de Zulueta.

Esto es básicamente EL EXPERIMENTO, un buceo intenso en viejos clichés de tebeo en busca de verdades psicológicas insospechadas, clichés que en las expertas manos de Juaco consiguen "transubstanciarse espiritualmente", como decía Zizek hablando de Lynch, para expresar lo real, en bruto y en medio de una gran explosión, psíquica y física (de las de "boom"). El sorprendente epílogo costumbrista (la "realidad") con el que concluye la historieta de "superhéroes" (la ficción, y ficción típicamente de tebeo) enlaza directamente con el comienzo del libro, en el que hay una historieta de una sola página dibujada al estilo Bruguera de narizones, sobre un astronauta y un marciano, y donde todos los bocadillos contienen un diálogo que nada tiene que ver con lo que vemos en las viñetas. Es un diálogo que nos suena a todos. Un médico le dice a una madre preocupada que su hijo no tiene nada grave, que se tome el ibuprofeno cada ocho horas, que descanse y que se tape bien. "¿Me oyes chaval?", le dice el médico, a través de un bocadillo del marciano, al distraído chaval que no vemos porque está fuera de la página. Un (meta)bocadillo que sale desde ese no-lugar, le contesta: "¿Eh...? Sí, doctor, gracias". No, por supuesto, no era nada grave, sólo unas décimas de fiebre. La excusa perfecta para leer tebeos arropados en la cama.

2 comentarios:

elpablo dijo...

ah, mira qué bonito! buena página esa!

David Intramuros dijo...

Lo leí ayer. Buenísimo.

Explota a tope el potencial mitológico de los superheroes para sacar a la superficie profundísimos aspectos del inconsciente. En ese sentido lo pongo en el mismo saco que el también alucinante "Flex Mentallo"