"Tu trabajo es en algunos aspectos como las primeras tiras de prensa de comienzos del siglo XX, una especie de cómic “pre-cine”, antes de la influencia masiva que tuvo el cine en los tebeos, aproximadamente desde finales de los años treinta. ¿Por qué hacer una revolución mirando atrás, y mirando específicamente aquellas tiras?Chris Ware, sobre la influencia de las tiras de prensa de principios de siglo XX en su trabajo, y en particular de KRAZY KAT, ahora que se cumplen 100 años de la primera aparición de los personajes de Herriman. Esto lo contestaba Ware hace apenas unos meses, en la entrevista publicada en el Rockdelux del pasado abril. Naturalmente, no es la primera vez que Ware se refería a la influencia de Herriman en su trabajo, un tipo de historieta que experimentaba con el lenguaje del cómic -especialmente con el dibujo, el diseño y los elementos gráficos de la página- al margen de desarrollos de "argumento" o "personajes". Un tipo de historieta que también Ware ha practicado y sigue practicando en su obra.
Tiempo atrás, cuando estuve en la escuela de arte [segunda mitad de los ochenta], los ejemplos de cómics literarios o reflexivos eran pocos y alejados entre sí. Las excepciones más notables eran los underground de Robert Crumb, Kim Deitch y, por supuesto, el Maus de Art Spiegelman, que sigue siendo hasta hoy el mejor de todos a seguir. Art y su esposa Françoise Mouly (la actual directora de arte de The New Yorker) también publicaban una revista, RAW, que presentó y difundió la obra de artistas como Charles Burns, Gary Panter, Mark Beyer y Mark Newgarden; RAW fue la razón de que me interesara especialmente en las tiras de cómic que florecieron antes de que la forma se calcificara en una imitación en papel de los tropos y clichés del cine. A mí me parecía que en estos primeros trabajos es donde residía el auténtico potencial expresivo del lenguaje, y quería probar y descifrar esos aspectos antes de vivir lo suficiente de mi vida para tener verdaderas historias que contar. Así que estudié las tiras de Krazy Kat, Polly and Her Pals, Little Nemo y Gasoline Alley, y de dibujantes más antiguos como Rodolphe Töpffer y Emile Cohl, tratando de olvidar la idea de la tira de cómic como una especie de texto ilustrado (lo que sucedió en la década de 1940) y viéndola más como una composición de ideogramas con su propio lenguaje expresivo, casi musical. [...]
Página de ACME NOVELTY LIBRARY nº 4, 1994, Chris Ware
Ware precisamente se encargó de diseñar los volúmenes de la última edición americana de KRAZY KAT, a cargo de Fantagraphics.
Traduzco ahora de la monografía de Daniel Raeburn sobre Chris Ware:
"En los primeros años del siglo XX, artistas como Winsor McCay ("Little Nemo in Slumberland"), George Herriman ("Krazy Kat") y Frank King ("Gasoline Alley") establecieron una base amplia para la estructura del cómic, principalmente porque aún no estaban limitados por una idea convencional, concreta, lo que lo que el cómic debía ser. Aunque cada dibujante escribía en el lenguaje del cómic, cada uno inventaba sus propias reglas para usarlo, esencialmente construyendo una gramática visual para adaptarla a su visión del mundo. "Los primeros historietistas parecían tener cada uno su propia personalidad", dice Ware, "un enfoque individual de lo que estaban haciendo y de cómo diseñaban la página. Lo más importante que descubrí viendo aquellos cómics tempranos es que hay formas infinitas en que uno puede hacerlos".(Daniel Raeburn, CHRIS WARE, Yale University Press, 2004, p. 11).
Más que ningún otro joven historietista, Ware ha demostrado esas posibilidades infinitas que se habían abandonado. Al reconocer que el cómic es análogo a una multitud de disciplinas -incluyendo la escritura, el dibujo, la pintura, la tipografía, la música, el teatro y la arquitectura- y usando esas artes en la página gracias a su habilidad para el diseño gráfico, Ware ha hecho cómics que son verdaderos cómics, no tanto en el sentido humorístico sino en el sentido lingüístico".
Y ahora, un extracto de un artículo del historiador Jeet Heer publicado en 2002 en el National Post, sobre el KRAZY KAT de Herriman:
"En los primeros años del siglo pasado, Picasso compartía un pequeño ritual con Gertrude Stein. Después de recibir su correo de Estados Unidos, Stein visitaba a Picasso y le leía las tiras dominicales de cómic. Está documentado que una de sus 'funnies' favoritas era Krazy Kat de George Herriman.--Jeet Heer, 2002
Cuando Herriman murió en 1944, Walt Disney le describió como "una fuente de inspiración para miles de artistas". Los admiradores de Herriman eran grandes, no sólo en número sino también en variedad. Además de creadores del entretenimiento popular, como Disney y Frank Capra, Herriman también tenía un club selecto de la alta cultura que incluía a escritores como e.e. cummings y Umberto Eco, y a pintores como Joan Miró y Willem de Kooning.
Es una de las grandes paradojas de la cultura del siglo XX que el gran arte moderno, que a menudo desconcertaba al público general con su experimentación formal, se inspiraba en las manifestaciones más vulgares de los medios de masas. El elusivo poeta T.S. Eliot, cuya dificultad es muy estimada en las aulas universitarias, disfrutaba con Groucho Marx y elogiaba la vitalidad del music hall inglés.
La tira de cómic de Herriman, que empezó en 1913 y siguió hasta 1944 [aunque la primera aparición del ratón y la "gata" loca había sido en 1910, antes de emprender su propia serie], es quizás la mejor ilustración de la misteriosa afinidad entre la baja y la alta cultura. Krazy Kat apareció en los periódicos sensacionalistas propiedad de William Randolph Hearst. La tira trataba frecuentemente de juegos de palabras y de la comedia física en general, del tipo habitual en el vodevil y el music-hall. Sin embargo, la creación de Herriman fue sorprendentemente original, tanto como para conseguir las alabanzas de mandarines del arte como Picasso y Stein.
El centro de la serie es un triángulo amoroso entre especies: Krazy, un gato que cambia de sexo, ama a Ignatz, un ratón. Ignatz, sin embargo, odia Krazy y se deleita en golpearle/golpearla con un ladrillo; Krazy, con una ingenuidad encantadora, interpreta estos ladrillos como símbolos del amor. El oficial Bull Pupp, un perro policía, que está secretamente enamorado de Krazy, tiene una visión más clara de la cuestión y trata de encarcelar a Ignatz. Krazy, por supuesto, es perfectamente indiferente a Pupp [...]. A pesar de que en Krazy Kat había una fórmula repetitiva propia, tenía lugar en un universo absurdo que se burlaba tanto de la rebelión como de las reglas de la sociedad. En su mundo patas arriba, todo el mundo ganaba cuando se promulgaba la fórmula: Ignatz disfruta de la emoción del lanzamiento del ladrillo, Krazy el placer de recibir ladrillazos, y el oficial Pupp la satisfacción de meter preso al ratón. Por supuesto, el perro y el ratón tienen que sufrir la existencia del otro, así que la mayor felicidad está reservada para el gato. "Es un universo muy agradable para Krazy", escribió en una ocasión Robert Warshow, un crítico de mediados del XX. "Le encanta ser golpeado por el ladrillo, pero respeta los motivos de Offissa Pupp. [...]"
Cuatro páginas dominicales de KRAZY KAT
Otra opinión más para completar este pequeño homenaje sobre la influencia, y vigencia, de la tira de Herriman en el cómic contemporáneo:
"Como dibujante, leí Krazy Kat con asombro y maravilla. Krazy Kat es una visión tan pura y completamente personal que el mecanismo interior de la tira es en última instancia tan incognoscible como George Herriman. Sin embargo, me maravillo de cómo este mundo de fantasía puede ser imaginado con tanta fuerza y llevado al papel con tanta inmediatez. ASÍ de bueno puede ser un cómic. [...] A pesar de la previsibilidad de las tendencias de los personajes, la tira nunca se hunde en la fórmula o la rutina. A menudo el verdadero ladrillo lanzado sólo se anticipa. Este sencillo argumento es infinitamente renovado a través de la innovación constante, las manipulaciones de ritmo, los resultados inesperados, y sobre todo, el encanto de la presentación de cada historia. La magia tranquila de la tira no está tanto en lo que dice, sino en cómo lo dice. Es un tipo de historieta más sutil de lo que tenemos hoy día".Bill Watterson, en un prólogo a una edición de KRAZY KAT de 1994.
CALVIN Y HOBBES, de Bill Watterson
13 comentarios:
amén
Seguro que el modestísimo Herriman fliparía al ver cómo su serie se ha convertido en uno de los referentes de la actual renovación del cómic con la novela gráfica. O sea, no quiero decir que Krazy Kat estuviese olvidado, pero era un modelo hasta que Ware lo adoptó y se convirtió a su vez en modelo para otros. También es sintomática la otra cita de Spiegalman que has subido al blog. El cómic más moderno y más rompedor no se ha apoyado en lo que había justo detrás para dar el salto, sino que mirado directamente a las raíces, cuanto todo estaba menos "contaminado" y por inventar. Así, normal que ahora mismo estemos leyendo unos cómics que no habíamos leído nunca.
El fenómeno este que señalas de revolucionar un arte mirando hacia bastante atrás en el pasado (y no hacia lo inmediatamente anterior) a mí me fascina, y además ya parece recurrente en la historia. Los impresionistas del XIX reivindicaron a Velázquez, los expresionistas a dibujantes de más de medio siglo antes como Daumier, Picasso miró a las pinturas medievales y las máscaras africanas para inspirarse, Bob Dylan en los sesenta al folk y blues antiguo...
Aquí en España y ahora mismo, Los Planetas están haciendo discos rockeros basados en viejas canciones del flamenco antiguo, de las primeras grabaciones existentes...
" O sea, no quiero decir que Krazy Kat estuviese olvidado, pero era un modelo hasta que Ware lo adoptó y se convirtió a su vez en modelo para otros". Yo también creo que Ware ha tenido mucho que ver en este redescubrimento de Herriman. Y en el descubrimiento de Frank King, que estaba muy olvidado, también.
Una de las cosas que me sorprende de Ware es que desde el principio y siendo muy joven tiene la conciencia interior de que se dedica a una disciplina artística con una larga tradición y busca y estudia a los grandes, aunque estuvieran olvidados, para aprender los secretos de su arte y después asimilarlos a sus propias inquietudes como creador.
Algo que como dice Pepo es y ha sido normal en otras disciplinas, resultaba extravagante en el cómic norteamericano después de la reducción de su mundo a los superhéroes y el breve movimiento underground, aun con destellos como el Maus.
Por otro lado, y después de esta revitalización creo que en una década la nueva generación reivindicará la narración “clásica” de por ejemplo, Milton Caniff, como referente creativo. Ya que en el arte muchas veces se trata de “matar al padre” y aparecer como alguien novedoso. También dependerá del talento de los nuevos autores claro está, como ha sucedido en el caso de Ware.
Ja, ja, entiendo lo que dices con la "futura reivindicación" de Caniff como reacción a la influencia actual de Ware, lo que pasa es que el modelo de cómic de Caniff ha sido TAN dominante que se ha convertido en el modelo "natural", invisible (aceptado muchas veces sin reparar en que es simplemente uno de tantos modelos posibles) para hacer cómic durante décadas y décadas, tanto en América como en Europa.
Lo digo no como crítica (Caniff es uno de mis dibujantes favoritos del cómic), pero sí como evidencia. Lo que Ware ha señalado, y nos ha recordado a todos, es que no es el único modelo posible, y que de hecho a comienzos del XX había casi tantos modelos como autores, al menos los autores que más han trascendido a su época. Entre otros McCay, Feininger, McManus, Herriman, Sterrett, Segar, etc., todos ellos muy alejados de Caniff y anteriores a la implantación de su modelo... Caigo ahora en la cuenta de que Mazzucchelli es uno de los autores que ha hecho el tránsito desde el modelo Caniff (Daredevil, Born Again, Año Uno, incluso muchas de sus historietas "indies" en Rubber Blanket) hacia otros planteamientos de hacer cómic. Asterios Polyp es "anti-Caniff" en este sentido, con toda esa batería de recursos formales tan visibles, tan artificiosos.
Ya lo hemos hablado en alguna ocasión, Mazzuchelli es único y muy especial también (y para mí está por encima de Ware, reconociendo el componente sentimental de las lecturas juveniles de Born Again y Año Uno, porque ha logrado obras excelsaas en los dos "lados" de la carretera, cosa que Ware no creo que pueda o quiera hacer ).
Otra reflexión es que a pesar del éxito del plantemiento de Ware, y de la novela gráfica en general, no parece que eso se traduzca en un corpus de nuevos lectores deseosos de disfrutar esos grandes autores clásicos que mencioanas junto con persépolis o arrugas.
Me explico, nunca se había intentado rescatar tantos grandes clásicos como ahora, para luego languidecer por falta de ventas: Krazy Kat cerrada a falta de un tomo, Popeye en stand by, menos de 300 dispuestos a comprar el PV de Caldas,, aunque este caso es especial,Carlitos en una periodicidad casi anual o más y en general una sensación de que no se venden lo suficiente para arriesgar, aunque no sé si es sólo una impresión mia, porque se acaba de anunciar , Mary perkins, el Flash de Barry etc.
Mi impresión no es que no haya gente suficiente interesada en las reediciones, sino que la gente suficientemente interesada en ellas (aunque sea un público especializado) ya se las pilla en la edición original, al menos es lo que yo hago. Primero porque así lo tienes en el idioma original (lo que significa rotulación original), y segundo porque, con excepciones, las ediciones españolas son inferiores a las originales. No hay más que ver la rotulación "fastuosa" del Krazy Kat de PdeAg, que es asombrosa.
Yo por ejemplo empecé con la edición de PV de Caldas, pero cuando vi que Fantagraphics sacaba una nueva edición a color, me pasé a ella. Está en inglés, tiene la rotulación original, y además sale a color. En contra de otras opiniones, a mí me parece estupenda esta nueva edición de PV de Fantagraphics. No me preocupa que "la línea" esté perfectísima porque a mí lo que gusta es tener la impresión de leer los cómics tal como se publicaron originalmente, con todas las posibles imperfecciones de la época o con cierto empaste de la línea con el color. Y esto es lo que te pasa viendo la edición de PV de Fantagraphics, la de ahora quiero decir. Esto mismo pasa de manera más evidente en la edición del Captain Easy de Crane (igualmente de Fantagraphics), donde también a veces el color está un poco fuera de registro, o algunos detalles de línea se pierden un poco, pero a mí me encanta porque tengo la sensación de estar leyendo un facsímil del original. Y un original en el cómic es, por supuesto, el tebeo ORIGINALMENTE PUBLICADO. Es la misma sensación de leer Spiderman en un comic book original de los sesenta, que nunca puedes tener leyendo cualquier reedición posterior, por muy perfecta que se haya conseguido imprimir "la línea". Además, vamos a ver, es que se trata de cómic, tebeos, dibujos IMPRESOS, pensados para ser publicados. No se trata ni de Las Meninas ni de la Capilla Sixtina. Se trata de tebeos. Es otra cosa muy distinta, no son cuadros originales para disfrutar viéndolos en el museo.
"no parece que eso se traduzca en un corpus de nuevos lectores deseosos de disfrutar esos grandes autores clásicos que mencioanas junto con persépolis o arrugas"
Si te referías al público general, pues no, no creo que tengan mucho interés en comprarse una reedición de un clásico de 1905 o 1939. Pero esto mismo pasa aproximadamente en la literatura y en el cine. La mayoría del público lee libros más o menos recientes, igual que ve películas de estreno. Sólo los más aficionados a la literatura se ponen a leer a Virgilio o a Flaubert, igual que a la mayoría del público del cine no se pone a ver películas de Murnau o del neorrealismo italiano.
Krazy Kat, Polly and Her Pals, Little Nemo y Gasoline Alley... la puerta que nunca llegó a abrirse del todo.
Respecto a Ware, uno de los datos que demuestran la complejidad de este autor y su obra reside (como señalaba Emma Tinker recientemente en su fantástico estudio) en que el propio Ware no se cansa de reivindicar la naturaleza "popular" de su trabajo, al mismo tiempo que su obra está, paradójicamente, situando al medio comicográfico en los anaqueles de la "alta cultura", por lo que respecta a la valoración crítica y académica.
Desde luego que si vamos a aplicar el adjetivo popular en un sentido estricto, a quién mejor que Ware (o a Crumb, en su día). El tío se tira 15 años dibujando tebeos por pura vocación, por puro frikismo de los viejos tebeos, inspirándose en ellos y publicando en periódicos locales y revistas universitarias, viviendo durante una buena época del sueldo de maestra de su mujer, hasta que su trabajo consigue la suficiente repercusión como para sacar un sueldo de él, conseguir encargos de otros medios, etc.
Pero, por supuesto, ya sabemos que el enésimo relanzamiento de una franquicia de Marvel o DC (o el último álbum de XIII de Van Hamme y Vance, por qué no), que a menudo ha sido pensada de antemano para la adaptación a la gran pantalla y a los muñecos o videojuegos, que es controlada por editores y ejecutivos, eso es lo verdaderamente "popular"... es material genuino, "que sale del pueblo y para el pueblo"...
Ware (o Satrapi), en cambio, sólo haría tebeos "elitistas" bajo una "clara" estrategia de "posicionamiento de mercado"... Ware sólo quiere nuestro dinero, lo ha hecho todo por la pasta... en fin...
Si se me permite el autobombo, llevo un par de meses con este blog:
http://someware.tumblr.com/
Espero que os interese.
Gracias, Juan Ignacio, lo tenía fichado pero no lo había metido en la lista de links del blog, ahora sí.
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