Daniel Clowes explica en el New York Magazine algunas fuentes de inspiración para su dibujo cambiante en su nueva novela gráfica, WILSON (Drawn & Quarterly), y de paso da un pequeño repaso ante el público general a algunos nombres de la historia del cómic: Schulz, Will Elder, Dik Browne o Mort Walker, entre otros. Aprovecho para comentar, siquiera brevemente, el WILSON, que ya me he leído y que personalmente sitúo entre las mejores obras de Clowes, afortunadamente muy lejos de su reciente y fallido Mr. WONDERFUL, donde parecía una parodia de sí mismo.
En WILSON Clowes ha refinado e integrado de forma más natural en su estilo los experimentos que ha estado haciendo desde ICE HAVEN y THE DEATH-RAY, influido mayormente por Chris Ware. Ahora todo el aparato formal es más sutil, menos evidente y está más asimilado por parte de Clowes, y me refiero a la forma fragmentaria de contar la historia, a historieta por página que lleva su título propio (un remedo posmoderno del efecto que producía la lectura de los viejos suplementos dominicales de prensa, donde se podían encontrar diferentes tiras, autores y estilos en las mismas páginas), aunque lo que se cuente sea una sola historia. La historia del freak urbano Wilson, un inadaptado social por voluntad propia que no anda muy lejos del Silvio José de Paco Alcázar (hablando de Paco, sospecho que este enderezamiento en la carrera de Clowes le va a molar).
Wilson y su perrita Pepper. Wilson y su padre. Wilson y su ex. La vida de Wilson es triste, es muy triste, pero ya se sabe que la vida puede ser una tragedia para el que la vive pero una comedia para el que la ve como espectador, sobre todo si esa vida se cuenta con el distanciamiento humorístico de este Clowes. Sí, como decía Santiago el otro día, WILSON puede verse básicamente como un tebeo de humor, y es cierto que te ríes con bastantes páginas y gags. Es humor negro, por supuesto, pero humor; de hecho no recuerdo a un Clowes tan abiertamente humorístico como éste.
Volviendo a los cambios de dibujo, lo cierto es que esto no es una novedad en este autor. Lo viene haciendo en una misma historia desde ICE HAVEN para acá, y en diferentes historias desde siempre. Clowes lleva toda la vida cambiando de estilo de dibujo, aunque siempre se reconozca su mano en él; recordemos ahora que lo cambiaba cada vez que dibujaba una nueva historieta, y de hecho ésa era una de las marcas de estilo en su cabecera Eightball (que por cierto parece ya extinta definitivamente). Si acaso la relativa novedad aquí es que Clowes cambie de estilo gráfico dentro de una misma historia, y digo relativa porque ya lo hizo en las citadas ICE HAVEN y su obra maestra (hay que decirlo más) THE DEATH-RAY, aún inédita en España. La novedad absoluta en WILSON es que los experimentos formales con lo fragmentario y los cambios de dibujo resultan ahora mucho más "despejados": las viñetas grandes, sin multiplicación de pequeñas viñetas o alardes de diseño y rotulación a lo Ware; los diálogos en voz alta del personaje, constantes, cortos y ágiles. Los cambios de dibujo, más allá de los guiños a la historia del cómic (que no es la finalidad que se persigue realmente; de hecho no hace falta reconocer de dónde emanan las fuentes del dibujo de Clowes en cada caso) permiten a Clowes escribir con el dibujo variaciones en el tono en función de lo que quiere contar en cada página. Esos cambios de dibujo (de tono) también facilitan las elipsis entre "historieta" e "historieta", elipsis que a veces son ciertamente enormes.
¿El tema de la historia? Es curioso porque justo antes de leer WILSON había leído este excelente artículo de Santiago para Tebeosfera sobre el horror en la novela gráfica contemporánea, y resulta que la segunda mitad de su extenso ensayo estaba dedicado a analizar la portada que hizo Clowes para la edición de Penguin Classics del FRANKENSTEIN de Mary Shelley. Santiago entregaba su artículo antes de que le llegara a casa el WILSON de Clowes (nos llegó a todos la semana pasada, tio berni incluido, pues fue uno de los temas de conversación el fin de semana pasado en Valladolid). Pues bien, Clowes jamás ha hecho nada por casualidad, y ese trabajo para Penguin -que llevaba historietas en cubierta, contracubierta y solapas interiores- no fue una excepción. Las escenas de FRANKENSTEIN escogidas por Clowes para dibujarlas en cómic eran todas significativas, y la de la contraportada quizás la que más por lo que ahora respecta, porque conecta directamente con el tema principal de WILSON, donde por cierto hasta sale un "Frankenstein" urbano (Clowes nunca hace nada por casualidad, repetimos). Y hasta aquí puedo leer porque prefiero que cada cual descubra ese tema por sí mismo. Que sí, que WILSON mola. Mola mucho.
viernes, 28 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
11 comentarios:
jojo, esa viñeta (ya la había puesto alberto en entrecomics)es la monda!
qué hijoputa
La del Dark Knight, no? Sí, ésa la he sacado de Entrecomis...
sí, la de dark knight.es un gran chistet.
bueno, ya lo hablamos el otro día, mr. wonderful era una ful, sí. parece que el tío ha vuelto. ha destilado lo que hizo en ice haven, este le ha salido con más grados, más mejor.
Da la casualidad de que yo justo antes de Wilson, me acababa de leer The Death Ray por primera vez. Y oye, no sé yo que decir, no sé cual de las dos colocaría como la Obra Maestra de Clowes, porque este Wilson me ha dejado alucinado en el buen sentido, y creo que me ha dado pie a rumiar más que The Death Ray. Posiblemente porque todo es más subterráneo, más sencillo en apariencia pero con muchos matices fuera de página, como comentábamos en el post de Santiago (no es que The Death Ray no los tenga, pero lo veo más directo).
Y es en Wilson el protagonista es patético, sí, pero tampoco tanto, ¿eh?, en muchas cosas puede ser cualquiera de nosotros (o el mismo Clowes, claro, como apuntan varias pistas). Claro que nosotros podemos también ser patéticos. Pero posiblemente lo que más me ha llamado la atención de Wilson es el cambio de actitud de Clowes. El misántro por excelencia modifica su discurso (o eso me parece) introduciendo el elemento de esperanza y la TERNURA. Para mí, esta es la obra de un tipo que ha pasado por una operación a corazón abierto, a estado al borde de la muerte y ha reexaminado su vida y su opinión de los demás. En muchos sentidos puede ser la obra más autobiográfica de Clowes.
Y además, Wilson es tela de divertido.
A ver si releo el Death-Ray. Pero sí, Wilson está muy bien, a mí también me parece de sus mejores tebeos.
Muy bien visto lo de Silvio José, ja ja.
Yo lamento tener que disentir, y lo lamento de veras porque Clowes siempre ha sido, ya lo sabéis, uno de mis autores fetiche. Pero este Wilson no sólo no me ha gustado sino que me ha parecido muy pobre y anodino. La estructura como de páginas dominicales no me ha funcionado en lo más mínimo, principalmente porque de tanto repetir la misma construcción en todos y cada uno de los "chistes" me ha acabado aburriendo (ya, ya sé: igual que en las tiras de prensa que parece estar homenajeando, pero no me vale). Entiendo el experimento formal, pero los experimentos no siempre salen bien, y en este caso para mí Clowes no ha estado acertado, aunque ya veo que estoy en franca minoría. En cuanto a los cambios de dibujo, en Ice Haven y en Death Ray se iban alternando de acuerdo a criterios narrativos; siempre obedecían a un cambio de personaje o de punto de vista, contribuían a enriquecer la experiencia. En este caso, y siempre para mí, por supuesto, sólo han contribuido a diluirla, porque aunque el grafismo cambie Wilson permanece inmutable, yo no veo redención ni ternura por ninguna parte (en este caso, diría que si para algo sirve la estructura de las páginas es para dejar claro que sus dos revelaciones del final son igual de falsas que sus intentos por ser amable en todas las páginas anteriores, y su esfuerzo por entablar una relación con el nieto es tan egoísta como cuando intenta hablar con desconocidos en los bares; en el mundo de Wilson los otros no intervienen más que como extensiones de sus neuras y en cuanto no se acomodan a ellas son descartados de manera fulminante). Podríamos incluso llegar a decir que lo que cambia es la mirada del observador, que en realidad Clowes está reflexionando sobre la imposibilidad de conocer o plasmar la realidad de otro, pero... ni aun así me parece que estén justificados en el caso de un personaje tan monolítico. Ya sé que Clowes no hace nada por casualidad, pero a mí lo que me transmite este tebeo es que David Boring lo dejó tan quemado que ahora mismo se aburre si tiene que dibujar más de cinco páginas seguidas en el mismo estilo. Seguro que estoy siendo cantidad de injusto, pero es que la decepción que me he llevado con este tebeo ha sido macanuda. Será que yo también soy un poco Wilson.
Yo tampoco veo redención ni (verdadera) ternura por ningún sitio, pero eso me gusta. Acostumbrados como estamos a la fórmula en el "arco del personaje" (en particular de cierto cine que no es precisamente minoritario, y no me refiero solo al americano), o sea, el personaje "aprende algo" y se redime al final de su recorrido, me parece muy bien este retrato del freak sin redención posible. Alguien tan antipático y egoísta (en efecto, Óscar) que es imposible empatizar con él.
Sobre la revelación de Wilson en la última página, yo no sé cuál pudo ser a ciencia cierta, la verdad. Ahí estaba para mí la gracia del chiste final.
Quiero decir que el final para mí es un poco parodia precisamente de los finales convencionales donde el personaje aprende la lección edificante sobre la vida, etc.
Y dicho esto, tampoco quiero dar a entender que el freak Wilson es un personaje monolítico porque creo que no lo es. Las situaciones donde hace el ganso o insulta a alguien se alternan con aquellas en las que la vida le golpea de verdad, o se pregunta realmente por cuestiones vitales importantes. A veces con gag final incluido, pero eso es el tono del cómic, básicamente humorístico. No sé, para mí es como si -salvando las diferencias de autor y estilo- Silvio José de Paco Alcázar tuviera un final donde se redimiera. Si eso ocurriera, sería absurdo, una traición al propio planteamiento de la serie y del personaje. Porque ni Wilson, ni Silvio José, están protagonizados por personajes al uso. Desde luego no en el cómic.
Precisamente, en el blog Comics Comics, T. Hodler comentaba que una de las críticas más repetidas a Wilson (creo que no estás en minoría, Óscar) era la de que el personaje protagonista sea tan antipático, que permita tan poca empatía del lector. Hodler compara entonces, para responder a esas críticas (a él sí le ha molado Wilson) con protagonistas de la literatura tan poco "molones" como Hamlet, Macbeth, el Capitán Ahab, 3 de los hermanos Karamazov, los personajes habituales de las novelas de Jim Thompson o de las películas de Kubrick (añado: algunos protagonistas de los cómics de Miller), etc.
No, si a mí no me importa que Wilson sea antipático, que se redima o que no (lo de la ternura lo decía por un comentario anterior de Alberto). ¡Bienvenida sea la antipatía! A mí nunca me ha parecido, por ejemplo, que Joe Matt fuera un tío particularmente agradable ni que se redimiera en lo más mínimo en sus historias, pero sí me parecía interesante seguir sus "peripecias" (de la misma manera que los chistes de Silvio José sí que me hacen gracia). El problema de Wilson es que me ha preocupado más bien poco lo que le estuviera pasando (esos momentos en los que la vida le golpea de verdad) porque, repito, la forma de estructurar el tebeo me ha parecido excesivamente mecánica, falsota incluso, y ha contribuido a sacarme más que a meterme en la historia. Y eso no se debe ni mucho menos al carácter del personaje sino a las soluciones formales adoptadas en este caso por Clowes.
Ah, y coincido contigo respecto a lo de la revelación final: para mí también es un momento paródico. Que por una parte me hace gracia, pero por otra también me parece que empobrece un poco el conjunto, porque una cosa es hacer un final abierto y ambiguo pero con cierto peso dramático (el de David Boring, sin ir más lejos; o el de Canino, por utilizar un ejemplo cinematográfico reciente) y otra es hacer un falso final dramático que al ironizar sobre ese tipo de finales abiertos pretendidamente profundos parece estar diciendo: "en realidad la vida de Wilson sigue siendo igual de triste y patética y él seguirá engañándose a sí mismo hasta el final de sus días. Fin". Lo cual, la verdad, ya había quedado claro desde la página 13 o 14.
En fin, tampoco quiero insistir más porque es evidente que cada lector es un mundo, y más aún cuando hablamos de una obra básicamente de humor (ahí también comparto por completo tu apreciación). Dejémoslo en que Wilson, en definitiva, no me ha hecho gracia, lo cual no quita para que Clowes siga siendo un monstruo.
Publicar un comentario