domingo, 20 de agosto de 2023

三体


En su libro Incontinencia del vacío (2017; traducción española de Damià Alou para Anagrama, 2023), Slavoj Žižek hace una lectura lacaniana de El problema de los tres cuerpos (2006), de Liu Cixin. Cito:

“Hay otro tema lacaniano en la novela: el juego virtual que resulta al simular la vida real en Trisolaris nos recuerda la frase de Lacan de que la verdad tiene estructura de ficción.

Sin embargo, el rasgo más interesante de la novela es cómo la oposición entre la Tierra y Trisolaris evoca la oposición entre la idea tradicional confuciana del cielo como principio del orden cósmico y los cánticos y alabanzas de Mao al cielo en desorden: ¿no es la caótica vida en Trisolaris, donde el mismísimo ritmo de las estaciones se ve alterado, una versión naturalizada del caos de la Revolución Cultural?”

Buena pregunta, desde luego. Porque si hay algo que me ha llamado la atención de la adaptación de El problema de los tres cuerpos a serie televisiva china que Tencent (WeTV) ha estrenado en enero de este año (la han subido a YouTube con subtítulos en inglés) es que no empieza como la novela. Esta se abría con escenas durísimas de violencia en Pekín, en 1967, un capítulo titulado “Los años de la locura” sobre la represión derivada de la Revolución Cultural. En la adaptación televisiva china omiten ese prólogo y rápidamente van al “meollo” en 2007 (al asunto maoísta solo se aludirá posteriormente).


Hay quien ha visto en esta “apresurada” subida gratuita a YouTube 
una respuesta china para llegar a los espectadores occidentales antes de que se estrene la adaptación de Netflix en enero de 2024. Esta última, de gran presupuesto, ha sido desarrollada por David Benioff, D. B. Weiss (ambos famosos por su adaptación televisiva de Juego de tronos) y Alexander Woo (otro estadounidense), así que es previsible que para el próximo enero todo el mundo hablará de la serie. Todo el mundo occidental, me refiero, porque los chinos llevan hablando de esta historia mucho antes de su adaptación televisiva: la novela ha sido un fenómeno inmensamente popular, con más de cuatro millones de ejemplares vendidos allí (en Occidente no le ha ido nada mal tras su traducción al inglés en 2014, de Ken Liu, cosechando elogios de Obama y George R. R. Martin, etc.).

Todo esto lo cuento porque me resulta muy interesante esta “batalla” cultural por “apropiarse” de un gran éxito chino en términos de poder capitalista (económico=cultural). ¿Acaso no puede verse el problema de mecánica física de los “tres cuerpos” como una alegoría geopolítica sobre la fase de transición histórica de la que somos testigos, en la que el imperio estadounidense, en declive, se resiste al nuevo poder hegemónico mundial, el chino, con un tercero en discordia venido a menos pero aún capaz de generar inestabilidades graves? (el “tercer cuerpo” sería la Rusia de Putin & Wagner, para el lector despistado que esté leyendo esto en diagonal). 

La novela de Liu Cixin contiene también sus alegorías porque, por supuesto, la ciencia ficción siempre habla en futuro de los miedos de su presente. Alegorías sobre la ansiedad por la dominación occidental de China, sobre el miedo a la extinción en un planeta agotado (en el segundo capítulo Liu cita Primavera silenciosa —Silent Spring, 1962— de Rachel Carson, que el autor leyó bastante joven, impactado) y sobre la larga sombra del legado histórico y cultural del comunismo chino. Todo ello es abordado por Liu Cixin en clave de ci-fi para plantear preguntas sobre el papel futuro de la ciencia (y de su propio país) en el destino de la humanidad. Liu Cixin (1963), apodado “Da Liu” (Gran Liu), es hijo de padres mineros; siendo niño fue enviado a vivir con sus abuelos para evitar precisamente la violencia de la Revolución Cultural. Se graduó y trabajó como ingeniero informático en una central eléctrica, y empezó a escribir ciencia ficción en su tiempo libre, entre cinco y siete mil palabras al día, con varios éxitos previos a su gran best-seller, este del que estoy hablando. El problema de los tres cuerpos obtuvo el Premio Hugo 2015 a la mejor novela; poca broma, porque es la primera no escrita en inglés que lo gana. Puesto que las influencias literarias de Liu Cixin son básicamente occidentales (de Orwell a Melville pasando por Tolstói, Verne y Arthur C. Clarke; como novelista de ciencia ficción se le ha comparado con este último y con Larry Niven) pero aporta un trasfondo político-cultural chino que a los occidentales nos resulta muy exótico, el éxito aquí parece garantizado. Sobre todo una vez pasado por la papilla de la serie americana para streaming

La adaptación televisiva china, lo diré sin rodeos, me parece súper convencional y aburrida, muy subrayada y contada de manera “resumida” y “rápida”, prácticamente como un “reader’s digest” audiovisual para quien no quiere leer el libro (en verdad una trilogía). 三体 (Three-Body), la serie TV china, se centra en el “presente” de 2007 de la novela y añade escenas muy estereotipadas que no estaban en el libro para hacer más “ágil” la narración. Mike Hale escribe en su reseña de la serie china para el New York Times lo siguiente: 

“Pero si uno tiene paciencia y apetito por la ciencia ficción especulativa minuciosamente imaginada, puede considerar las deficiencias del show como el impuesto de importación para la entrega de una buena historia. Y aunque ‘Three-Body’ muestra la propensión, común en los dramas televisivos chinos, de contar una historia como si se leyera un libro a un niño, aquí eso tiene una ventaja: si un giro de la trama impulsado por la ciencia le confunde, se lo explicarán de nuevo antes de que termine la escena”.


De la inminente adaptación americana de Netflix (2024) ya se ha criticado que no cuenta con actores chinos, sino estadounidenses y británicos de origen asiático, además de blancos anglos, incluidos actores conocidos por Juego de Tronos, véase casting arriba. Y hay quienes esperan cambios patilleros en el argumento cortesía de Benioff & co. respecto a la novela de Liu Cixin, quien ha alabado la producción de Netflix (está involucrado en ella). Ya veremos si será así, pero lo que parece esperable es una conveniente adaptación a los gustos dramáticos del audiovisual anglosajón (que son los nuestros) en la era del streaming, a veces no menos explicativos que los chinos. Inevitables, puesto que nadie puede elevarse a sí mismo tirándose del pelo, y Benioff & co. saben hacer las cosas como las han aprendido dentro de su propia cultura.

Lo que los americanos sí se han preocupado de incluir en su adaptación de Netflix de manera más explícita es el prólogo violento de la novela de Liu Cixin sobre la Revolución Cultural maoísta, tal como queda claro con algunas imágenes “gráficas” que han incluido en el trailer.  

(Existe también una adaptación a cómic de la novela, producida por WeComics, la plataforma de cómics digitales de la china Tencent. Que también se salta el prólogo sobre el maoísmo circa 1967)

domingo, 13 de agosto de 2023

una de las pocas veces que dibujé como dibujaría Jack Kirby


 “Una de las pocas veces que dibujé como lo haría Jack Kirby. Digamos, él empezaría simplemente por un puño y lo convertiría en una escena enorme, aquí comencé con el pie de Terry y pensé 'Voy a hacer de esto una imagen de una banda realmente emocionante'. Lo dibujé en unas pocas horas porque iba atrasado con la fecha de entrega”. 

“One of the few times I drew like Jack Kirby would draw—say, he would just start with a fist and turn it into a huge scene, here I started with Terry’s foot and thought ‘I’m going to make this a really exciting picture of a band’. I drew it in a few hours because I was behind on a deadline”.

—Jaime Hernandez, en Todd Hignite, The Art of Jaime Hernandez. The Secrets of Life and Death, Nueva York: Abrams Comicarts, 2010, p. 124. 

El dibujo apareció en la cubierta de Love & Rockets nº 24 (Fantagraphics, 1987).

lunes, 7 de agosto de 2023

la conexión francesa y el tren elevado


«Contra el imperio de la droga [The French Connection] está muy lejos de ser una película convencional. [Friedkin] se sentía cómodo en el lenguaje del documental, y lo usó, lo cual confirió al filme una atmósfera poco rígida y controlada que anticipó en una década Canción triste de Hill Street. Friedkin no solía molestarse en construir sólidamente una escena; sólo le decía al cámara que siguiera a los actores. Además, el paisaje moral de la película era oscuro y complicado. Y europeo. “En aquellos días, Coppola, yo y otros directores nos sentábamos a conversar sobre el futuro del cine”, recuerda. “Ya me entiendes, que si Godard o Fellini, que si documentales y realismo callejero o formalismo y obras de la imaginación. A mí no me parecían extremos diametralmente opuestos. Había visto Z, de Costa-Gavras, y me hizo comprender que se podía coger una historia real y convertirla en algo tan emocionante como la mejor ficción. Yo pensaba: Eso lo sé hacer yo, coño, es como introducir la técnica del documental; esta postura ejerció una gran influencia en Contra el imperio de la droga”». 

Peter Biskind, Moteros tranquilos, toros salvajes, trad. Daniel Najmías, Barcelona: Anagrama, 2004 [1998], pp. 262-263.

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The French Connection (1971) fue un referente inspirador para Santiago (García) y yo en El vecino 1 (2004), en concreto por el tipo de final que tiene la película de William Friedkin: abrupto, seco, inesperado, no concluyente, tan nouvelle vague a la americana. La película nos encantaba y quisimos traer a nuestro cómic algo de su espíritu. Hace poco vi Sorcerer (1977), de la que tenía un recuerdo muy vago, y me pareció una absoluta brutalidad (sobre este filme se comentan muchas cosas interesantes en una conversación de 2015 entre Friedkin y Nicolas Winding Refn, divertidísima, que ha circulado mucho en redes). De El exorcista (1973) solo puedo decir que, cuando la vi de chaval, no muy niño, en los ochenta, tuve la misma experiencia que miles de personas: nunca había pasado tanto miedo viendo una película. 

Hace unos años, investigando influencias recíprocas entre cómic y otras artes, descubrí que Friedkin planeó rodar una película de dos horas para la cadena televisiva NBC adaptando el Spirit de Will Eisner. El proyecto no llegó a buen puerto, pero es interesante que Friedkin explicó lo siguiente en un artículo de prensa de 1976:

“Muchos directores de cine han sido influidos por The Spirit, yo incluido. Mira esto”. Y Friedkin mostró la portada de cierto cómic con cierto hombre corriendo delante de un tren elevado. “De aquí es de donde saqué ideas para la persecución en The French Connection".

De cara a la famosa persecución del coche al tren elevado, Friedkin y su equipo pagaron sobornos para conseguir permisos. Se ha contado muchas veces que para conseguir el permiso de rodaje dentro del tren elevado untaron a un funcionario con 40.000 $ de la época y un “viaje de ida” a Jamaica para “retirarse” porque sabía que le despedirían en cuanto vieran la película. Pero hay secuencias donde no hubo ni eso. Bill Hickman (1921-1986) era el especialista del coche, el mismo que había conducido en Bullitt (1968, dirigida por Peter Yates y producida por el mismo productor de The French Connection, Philip D’Antonien lugar de Steve McQueen. Hickman además actúa en un papel secundario en The French Connection, el agente federal que discute todo el tiempo con “Popeye” Doyle / Gene Hackman. Aquí debajo, a la izquierda:

Hickman se sintió desafiado por Friedkin cuando este le dijo que el material de persecución que ya habían rodado no era muy bueno. El especialista retó al director y este mandó montar una cámara en el coche. El propio Friedkin decidió manejar la cámara por encima de su hombro, sentado detrás, porque él “era joven y soltero, y los dos cámaras tenían familia”. El especialista Hickman condujo a lo largo de 26 bloques de Brooklyn a través del tráfico rodado, a 145 km por hora, sin extras pagados y sin permiso (solo miembros de su equipo para contener tráfico lateral y algunos policías fuera de servicio pagados por la producción). Como aviso a peatones, instalaron una sirena de policía en el techo del coche que nunca fue fotografiada. Una de las pocas cosas que sí escenificaron luego fueron los planos de la mujer con el carrito de bebé. Friedkin le dijo al conductor Hickman antes de empezar a rodar ese día:

“Solo podremos hacer esto una vez, no estamos protegidos, tendremos suerte si salimos de esto sin ser arrestados, vamos a robar esta secuencia, así que tienes que dármela. REALMENTE tienes que dármela”.

Gene Hackman condujo en otra secuencia para rodar primeros planos, durante la cual tuvo que esquivar a un conductor que salió inesperadamente a su paso; Hackman chocó contra el coche “espontáneo” y acabó estrellado contra un pilar. El resultado de todo este “guerrilla filmmaking” es una memorable escena de persecución de coche rodada como si fuese un documental o de cinéma verité, que a su vez refleja los temas de la película, la delgada línea entre el criminal y el policía y la obsesión de este último por hacer cuanto fuese, legal o ilegal, para cazar al primero. Por supuesto, nada de esto podría hacerse ahora, pero estamos hablando de la Nueva York de los primerísimos setenta. Muchos años después de filmar la escena del coche persiguiendo el tren elevado, Friedkin reconoció que en aquel entonces era como el Capitán Ahab persiguiendo obsesionado a la ballena. También admitió: “Fue algo terrible de hacer, fue muy peligroso y puso vidas en peligro. Tengo que decirte que nunca volvería a hacer algo así”.

The French Connection, una película que me dispongo a ver de nuevo ahora mismo. Descanse en paz, William Friedkin (1935-2023).

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PS. La portada de cómic que Friedkin enseñó como referencia o influencia para “arguably the greatest car chase ever filmed in the history of motion pictures” era esta:


Actualización: vídeo cortesía de Ricardo PopBelmondo donde William Friedkin explicaba recientemente la famosa escena de persecución: enlace | Añado también algunas imágenes del Spirit al que nos referimos. Arriba, cubierta para la reedición de The Spirit en la revista de Warren Publishing (nº 3, agosto 1974). Debajo, dibujo de Will Eisner para dicha cubierta:


Ese número de la revista de Warren comenzaba con la reedición de “Black Alley”, un Spirit de 1949 guionizado por Jules Feiffer y dibujado a lápiz por Will Eisner (tintas de ¿Eisner? | color de Jamison, rotulación de Abe Kanegson). “Black Alley” (1949) contenía páginas como estas (la primera, de la edición original de 1949; las tres últimas, sacadas de una edición española de 1989):


Sí, en efecto. Ahí estaba el tren elevado.

lunes, 24 de julio de 2023

titular, no “suplente”

Fotos: aún estoy recuperándome de la paliza que ha sido llegar a estas imágenes. Son del pasado jueves 29 de junio, fecha en la que superé con éxito un concurso-oposición para Profesor Titular de Universidad para el área de DIBUJO, que es lo que ahora enseño en mi querida Facultad Bellas Artes de la Universidad de Málaga (nota: para poder presentarse a un concurso-oposición de Profesor Titular de Universidad primero has de conseguir acreditación nacional para tal cuerpo docente, previa evaluación objetiva y externa de todo tu CV por una comisión de catedráticos/as organizada por la Agencia nacional ANECA, algo que obtuve a la primera el pasado 22 de octubre de 2022).

Muchas gracias al tribunal de este concurso-oposición (los catedráticos de universidad Dr. José Ramón Alcalá, Dr. Gabriel Songel y Dra. María Lorenzo Hernández, y los profesores titulares de universidad Dra. Mar García Ranedo y Dr. Jesús Marín) por sus comentarios y preguntas (del tribunal, cuatro miembros venían de otras universidades españolas, a quienes no conocía personalmente antes del acto; solo un miembro era profesor de mi Universidad). Y, desde aquí, muchas gracias también a quienes asistieron como público al acto, entre ellos profesoras/es y estudiantes de la UMA. Fue un verdadero honor tenerles de público.






Entre el público vino, para mi sorpresa, un antiguo maestro, el legendario Juan Ortiz, mi profesor de Historia en (nada menos) que primer curso de BUP, allá por los primeros ochenta. Me sentí muy honrado de estar acompañado por ellos en este rito de paso. Aún más lo estoy de entrar en el cuerpo de funcionarios docentes DEL ESTADO, detalle no poco importante para quienes creemos en la República como modelo estatal. Ya he vuelto al tablero de dibujo, después de 6 meses “encerrado” de recta final preparando esta plaza. Para mí es otra buena noticia.









GENERALES 2023: lo que importa

Un dibujo que hice (after Hidrogenesse) y que se publicó el pasado lunes 17 de julio en Rockdelux, acompañando texto editorial de Santi Carrillo llamando al voto en las Generales de ayer domingo. 


domingo, 2 de abril de 2023

Cartel Feria del Libro de Málaga 2023

Por encargo de la Asociación de Libreros de Málaga y de su presidenta Noelia Clavero, he tenido el gusto de dibujar y diseñar el cartel para la Feria del Libro 2023 de mi ciudad. Comparto debajo bocetos del proceso y resultado final, comentando que, una vez que entinté y escaneé, las separaciones de color las preparó el fabuloso Daniel GojénolaDespués elegí los colores, aclaré algunas líneas y, por último, preparé capas separadas de diversos elementos del cartel para que puedan ser animados por los encargados de realizar gifs.

El cartel oficial es el de la figura en primer plano; la versión con la figura de cuerpo entero, sentada en el característico poyete del paseo marítimo de La Malagueta, es para aplicaciones derivadas. Nota de prensa en Europa Press: enlace






Cartel acabado:
Variante:

martes, 10 de enero de 2023

Serrat, el último baile


Santi Carrillo escribe en Rockdelux una crónica sobre el último (último de verdad) concierto de Serrat el pasado 23 de diciembre. Solo puedo decir que he tenido el gusto de hacer un dibujo para ilustrar su texto sobre Serrat. Como suelo hacer en estos casos, dibujé y coloreé oyendo canciones del músico retratado. Volver a oír el Serrat joven es una experiencia que recomiendo porque es un auténtico fenómeno, incluyendo sus versiones de canciones tradicionales catalanas (debajo, mi favorita). Santi concluye al final de su texto: “En fin, claro y meridiano: no ha habido otro cantautor como él por estos pagos”. ‘Nuff said.

“L’estudiant de Vic” (1968)