viernes, 16 de julio de 2010

LA LÓGICA DEL DIBUJO

Anoche vi GAINSBOURG (VIDA HEROICA), de Joann Sfar. Para el observador interesado en el tema, la película resulta muy instructiva para comprobar una vez más el enorme abismo que separa el cine del cómic. Es que no tienen nada que ver, pero nada de nada. La cuestión va más allá de que el lenguaje de planos y contraplanos y el montaje funcionen de manera distinta, de que la visión en tiempo real de una película sea completamente distinta al ritmo de lectura de un tebeo, etc. En efecto, Sfar, debutante en el cine, no domina ese lenguaje y se le nota, sobre todo en la primera parte de la película, que parece haber sido rodada en sentido cronólogico porque las primeras escenas están rodadas, y montadas, de manera mucho más chusca y ramplona que las de la segunda mitad, donde la película consigue levantar un poco el vuelo -da la sensación de que Sfar ha ido aprendiendo a velocidad de crucero conforme rodaba- hasta que se estrella en la parte final por problemas de estructura y de no saber bien cómo terminarla.

La cuestión, como decía, va más allá del plano-contraplano, los insertos o la puesta en escena dentro de un decorado que hay que filmar. Tiene que ver con la propia materialidad del cómic. Por eso unas imágenes inmóviles, que se leen impresas, DIBUJADAS, pueden resultar muy graciosas y disfrutables, y en ese terreno, el del DIBUJO, Sfar puede estar muy inspirado, de hecho a menudo lo está. En SUS TEBEOS, claro. Porque la base del cómic es el dibujo, y hay un placer intrínseco en ver dibujos, sobre todo si tienen el desparpajo y talento de un gran dibujante como Sfar. Pero a lo mejor, digo a lo mejor, no es buena idea trasladar al cine tal cual ese mismo tipo de ocurrencias o digresiones en la narración, o el mismo tipo de frases, porque si dichas y "actuadas" por monigotes dibujados en papel pueden quedar geniales... en la imagen real en movimiento del cine, dichas y actuadas por actores (con la "literalidad" carnal que ello supone), pueden no tener ni puta gracia. La escena en que el joven Gainsbourg se pone a bailar en la escuela de niños ejemplifica lo que digo. No está bailando ningún dibujo, no baila ninguna caricatura como en las páginas chispeantes de Sfar (KLEZMER, por ejemplo). No, está bailando "en plan loco" un señor de carne y hueso, un actor (tan feo como era el Gainsbourg real), y por eso la escena es un coñazo. Hay más secuencias de este palo a lo largo del filme, me temo.

La película es puro Sfar de principio a fin, esto conviene dejarlo claro. Lo que estoy diciendo justamente es que el mismo Sfar, que en los tebeos puede funcionar de puta madre porque ése es su universo natural, no funciona en una película. Otro ejemplo de por qué el filme no llega a despegar realmente es comprobar lo ridículo que queda en pantalla ese muñeco álter ego de Sfar (tipo EL LABERINTO DEL FAUNO, para entendernos), que se entromete constantemente en el plano hasta que llega un punto en que sólo le pides a dios (a Sfar) que no vuelva a salir más. Es un intento baldío de trasladar la "magia del dibujo" a la gran pantalla. Esa misma idea, la del personaje álter ego, habría funcionado en cualquier tebeo de Sfar. Porque estaría dibujado. Hay más de éstas. Si en un cómic, impulsado por la dinámica de los dibujos, una digresión o improvisación basada en el gesto al dibujar puede funcionar, en cine a lo mejor no lo hacen, porque esto no es imagen dibujada, ni se lee en una página. Lo de los diálogos es especialmente llamativo porque los de esta película no tienen chispa, y Sfar es muy bueno dialogando sus tebeos con esos giros inesperados marca de la casa, puras ocurrencias que, te das cuenta leyéndolos, se le han ocurrido sobre la marcha conforme garabateaba el dibujo de la siguiente viñeta. El garabato, ésta es la clave. La lógica del garabato fue la que hizo nacer al cómic, la misma que guiaba la mano de Töpffer cuando empezó a dibujar sus "historias en estampas" allá por 1827, la que le hacía conducir a sus personajes de peripecia en peripecia. No había plan preconcebido, era un experimento, un divertimento privado para sus alumnos donde la gracia del método estaba precisamente en, como dijo Gombrich, el "garabatear y ver qué pasa". La cosa nos puede parecer tonta vista hoy, pero en su día fue un auténtico hallazgo, una revolución en la historia del arte porque ese método de garabatear propio de muchos caricaturistas, ya fuera Töpffer o un maestro del dibujo como Daumier, permitiría medio siglo más tarde dar el salto definitivo desde el academicismo a la modernidad, desde el "gran arte" tradicional al arte moderno en el que la improvisación, la expresión, la invención, serían los reyes. El arte ya no sería más el Arte, ni estaría "esclavizado" por su tradicional función de mimesis de la naturaleza. El arte seguía sus propias leyes, y eran independientes de la naturaleza.

Sfar, probablemente el heredero más claro que tenemos ahora mismo en los tebeos de la modernidad de las vanguardias (no me parece casualidad su fijación con retratar la bohemia parisina de principios del XX, véase su saga sobre el pintor Pascin, ni tampoco esos locos colores "fauve" que emplea en sus acuarelas; y con esto no estoy diciendo que "imite" a las vanguardias, lo que digo es que ha hecho suyo su espíritu, lo ha actualizado y trasladado al lenguaje del cómic), se sabe bien todas esas lecciones. Ahora bien, el "garabatear y ver qué pasa" puede servir como método perfecto en un tebeo, porque un tebeo se dibuja, y en la lectura de los dibujos está una gran parte del placer que obtenemos de él. Pero dirigir una película es otra cosa. En efecto, con GAINSBOURG Sfar ha entrado en mi opinión en el "selecto" club del SPIRIT de Frank Miller, al que con otro estilo le pasó tres cuartos de lo mismo que le pasa a Sfar en esta película. Y por eso ambas son lentas, torpes, aburridas y están llenas de momentos supuestamente graciosos que no tienen ninguna gracia. Porque faltan los dibujos.

13 comentarios:

OPA dijo...

Sin entrar en los tecnicismos que tan bien has explicado, me atrevo a decir que creo que el mayor problema de la película es que no es exportable. Es una película totalmente francesa que apela al imaginario colectivo de la gente de 30 años para arriba, que ha conocido Gainsbourg.

Hay que entender que toda la vida del personaje es conocida por la inmensa mayoría del pueblo francófono. Así como sus canciones (no sólo las cuatro que conocemos aqui). De esta forma todos los episodios que narra la película son ya conocidos al ser puestos en escena por Sfar, y la gente está esperando y expectante -A ver cuando canta la Marsellesa -a ver si aparece Juliette Gréco -a ver cómo tratan la infancia de Charlotte - A ver quién encarna a Bambou, su tercera mujer... Precisamente por eso, porque la mayoría de lo que cuenta no interesa a una audiencia no francófona y "entendidísima" la película se hace larga y pesada.

Igualmente, la película está plagada de referencias casi ocultas, pero entendibles por esta audiencia. Cuando aparece por primera vez la silueta de Brigitte Bardot al fondo de un pasillo resuenan los acordes de la canción "Initials BB". Es un momento espectacular, pero ¿cuántos espectadores españoles entenderán la referencia?. ¿cuántos espectadores españoles conocerán a la cantante Frehel o Los Frêres Jacques, Boris Vian, o incluso reconocerán a Brassens? ¿Cuántos sabrán apreciar que los gestos, la voz, la forma de andar del actor son absolutamente milimétricos a los del icono Gainsbourg?

Extrapolando lo inextrapolable es como si les vendiéramos a los franceses Torrente o una película sobre la vida de Serrat, o peor de Belén Esteban. Aquí todos entenderíamos que cuando aparece Jesulín por primera vez sonaran los acordes de "toda toda toda" (desgraciadamente, sí), pero el público francés (por suerte) no.

La película tendría que haber sido diferente para poder exportarla. Por mucho Sfar y por mucho Gainsbourg. No consigue interesar. Pero para un público francófono (obviando seguramente como bien dices el muñeco del alter ego, o la primera parte de la infancia), esta es LA película sobre Gainsbourg.

David Intramuros dijo...

Coincido al 100%. La película es torpe y aburrida, tirando más por la mímesis estética con el Sfar dibujante que por cuidar las cuestiones puramente cinematográficas, en las que Sfar no está nada puesto.

En fin,otro ejemplo de lo diferentes que son el lenguaje del cómic y el cinematográfico, que en este caso se ve más claramente al estar implicado un verdadero maestro del 9º arte que sabe utilizar los recursos propios del medio, imposibles de transladar a la imágen "literal" y en movimiento.

David Flórez dijo...

Lo que yo no entiendo es como no acaban de darse cuenta que el medio natural de adaptar un cómic al cine es hacerlo en su vertiente animada, que les permitiría conservar gran parte de la libertad en el dibujo y el trazo natural en un cómic, evitando al mismo tiempo que la translación de las viñetas a lugares y personajes reales rompa la ilusión de verosimilitud, como muy bien se indica en el artículo.

Pero va a ser, desgraciadamente, que aún hay formas que se consideran como poco serias o no aptas, puesto que en la crítica cinematográfica aún está más que extendida la opinión de que la animación no es cine, especialmente en Francia.

gerardo dijo...

Tenía muchas ganas de leer opiniones sobre Gainsbourgh, Pepo. Vaya por delante que me cuesta muchísimo ser mínimamente objetivo con Sfar: es uno de mis autores favoritos del momento. Pero a mí sí me gustó, con matices. Pero precisamente la parte que más me gustó fue la primera, la infancia de Gainsbourgh y sus años como pintor. Creo que Sfar sí entiende la diferencia de medios. Otra cuestión es que sea igual de bueno en el cine que en el cómic... eso evidentemente, no. Creo que Sfar ha querido trasladar su universo y su visión del mundo al cine... Y a mí me funciona. Por lo menos a veces me funciona. Me gustan los diálogos, me gusta el muñeco, me gustan sus dibujos por todas partes. Es curioso, porque ponemos el mismo ejemplo en nuestras críticas: la escena en la escuela de música. A mí no me pareció extraña, sino que me recordó a Klezmer... Ahora bien: aunque crea que este tipo de cosas funcionan bien en pantalla, es también evidente que funcionan MEJOR en la historieta. Mucho mejor. En eso estamos de acuerdo. Como lo estamos en el hecho de que la peli baja el pistón en su final bastante, que se pierde Sfar precisamente, como dices, por no saber terminarla. No sé... yo iba a ver una historia de Sfar y es lo que me encontré. En mi crítica digo que no es ni de lejos de las mejores, claro, pero aún así me parece que, para ser una primera película, no ha salido mal parado. Me parece interesante también lo que comenta OPA sobre la "francesidad" de la película. Puede explicar los problemas de ritmo y cronología que tiene la película.

Ahora, también digo que por mí, que se dejara de pelis y siguiera haciendo El gato del rabino, La Mazmorra, Klezmer, Sócrates, El minúsculo mosquetero... Porque Sfar jamás será en el cine el maestro que es en el cómic.

Un saludo.

The Watcher.

Pepo Pérez dijo...

OPA, tienes razón en lo del imaginario francés. La película no explica casi nada y lo da casi todo por supuesto. Aunque igual eso es una virtud (a mí no me disgustó) porque la hace más loca, más "impresionista"... Lo que pasa es que el ritmo es tan plomo que...

David, no sé si sabes que está a punto de estrenarse una peli de dibujos animados (dirigida por Sfar) adaptando su GATO DEL RABINO.

Me dice un amigo por mail que él cree que el problema en sí es la estructura en sí del biopic, un coñazo (lo es), y que él sí acepta el "garabato" y la improvisación en el cine. Yo también, lo aclaro, pero para hacerlo bien de verdad (Cassavetes) tienes que tener mentalidad de cineasta. Y Sfar no la tiene, en mi opinión, tiene mentalidad de dibujante. No la tiene aún. No digo que no pueda hacerse con ella rápidamente, la gente lista y de talento aprende rápido, y, si sigue en el rollo, puede que haga mejores películas.

Pepo Pérez dijo...

Ostras, Gerardo, es que la escena de la escuela me pareció un plomo de cojones... De todos modos, me alegro que te gustara más que a mí, yo fui con muchas ganas a verla, por Sfar y por Gainsbourg... bueno, y por las señoras estupendas...

gerardo dijo...

Pero ya te digo, sé que iba condicionado, porque amo cualquier cosa que huela a Sfar. Tengo que volver a verla sin esa ilusión de la novedad, porque sé que es muy posible que me haya dejado llevar. Pero me lo pasé bien o muy bien, hasta el último tramo, justo a partir de la escena en Jamaica, creo. En lo que sí coincidimos en en las señoras estupendas :) Y conste que Laetitita Casta no me pareció la más estupenda de las señoras que aparecen en la peli. Este Gainsbourgh era la gran esperanza de todos los feos xD.

OPA dijo...

Redundando en lo mismo, y sin ir más lejos, el título de la película ya contiene la primera referencia que se pierde el público español:
"una vída heroíca." En francés "une vie héroïque" es un guiño a su canción "69, année érotique" (69, año erótico) con juego de palabras entre "héroïque" y "érotique". Sólo es un ejemplo más.

Pepo Pérez dijo...

De todos modos, hay una cosa que a lo mejor no he enfocado bien en la reseña, que no he explicado bien. Sfar es un as del "garabato", de la improvisación, pero lo es en el cómic. Y es que justamente en esta película nada está improvisado. Es una peli convencional, con su storyboard, su guión con diálogos pulidos (esa sensación da), su puesta en escena planificada cuidadosamente, etc. Es decir, es el método "contrario" al que aplica Sfar en sus tebeos.

david rubín dijo...

Pues a mi me ha gustado. Es caótica, imperfecta, falla de ritmo pero tiene personalidad, y belleza y no es un biopic al uso al estilo de "En la cuerda floja", por ejemplo. Sfar ha convertido a Gainsbourg en su personaje, lo ha llevado a su universo, y a opinión Sfar sale airoso. Para mi dista eones en lo que a calidad cinematográfica se refiere del "The Spirit" de Miller, ni por asomo las metería en el mismo saco.

La calidad como cineasta que Sfar demuestra en esta peli no es de 10, claro está, pero yo no le adjudicaría un suspenso ni un pobre suficiente. Tiene lo que le falta a muchos directores que manejan mejor que él el oficio del cine: personalidad. Tiempo al tiempo. No es un mal debut.

d.

d.

Pepo Pérez dijo...

Me alegro de que te haya molado, David. Hombre, el Spirit de Miller era más arriesgada que ésta, cinematográficamente hablando, otra cosa es que el experimento funcionara (para mí el nivel de aburrimiento ha sido parecido, pero bueno, tampoco era una comparación "exacta").

El Gainsbourg de Sfar creo que es bastante convencional, cinematográficamente hablando. Sí la veo como biopic al uso desde la segunda mitad, con las previsibles escenas "famosas" y luego de decadencia y tal. Como estilo de cine, a veces me parecía que era un quiero y no puedo entre la escuela Jeunet-Caro y el cine de Guillermo del Toro, y sigo hablando del estilo de realización. El aire del conjunto, sí, estoy de acuerdo, es personal. Ves la peli y reconoces a Sfar. El problema en mi opinión es que está manejando un lenguaje que no es el suyo, que (aún) no domina. Bueno, no insisto.

elpablo dijo...

jojo, menudo mamón que soy... mi comentario del post de abajo DEBE IR AQUÍ, así que:

arg!
el cine de los pobres... LOS COJONES!

Otto dijo...

De acuerdo en todo, Pepo. Fui con muchas ganas y me encontré con un desaguisado monumental.