«Éste era el dibujo de la portada del primer Métal Hurlant que vi. Yo tenía –¿qué?– 14 años y estaba en París en un intercambio francés con mi clase, y esta espléndida revista llena de cómics abrió mi mente a lo que los cómics podían ser, y en particular al arte de Jean Giraud, alias Moebius, que había dibujado aproximadamente la mitad de la revista de una forma que parecía a la vez familiar y extraña por completo, haciéndolo muy poderoso y perfecto. Dibujaba historias diferentes en diferentes estilos, y lo único que parecían tener en común es que eran hermosas. Compré una copia. Sólo podía permitirme un número de la revista, pero era suficiente.
En realidad no podía entender de qué iban las historias de Moebius, pero pensé que era porque mi francés no estaba a la altura (sí pude entender la esencia de la historia de Den de Richard Corben, que me encantó también, y no sólo por los desnudos, pero las historias de Moebius eran, obviamente, mucho más profundas).
Leí la revista una y otra vez y envidiaba a los franceses porque tenían todo lo que yo soñaba en los cómics... bellamente dibujados, cómics visionarios y literarios, para adultos. Sólo deseaba que mi francés fuese mejor, para poder entender las historias (que yo sabía que serían increíbles).
Yo quería hacer cómics como ésos cuando creciera.
Finalmente leí las historias de Moebius en ese Métal Hurlant cuanto estaba en mis veintitantos, en una edición traducida, y descubrí que las historias no eran realmente brillantes. Más bien eran como una corriente de conciencia gráfica con el absurdo de Ionesco. La profundidad literaria y la brillantez de las historias habían estado en mi cabeza. No importaba. El daño estaba hecho desde mucho antes.
Estuve con Jean Giraud en un par de ocasiones a lo largo de los años. Era encantador y tierno y realmente ... No sé. Espiritual no es una palabra que use mucho, sobre todo porque hoy día parece usarse tan mal, pero me gustaría aplicarla a él. Él me gustaba muchísimo, y me sentía humilde junto a él. Y en mis 20 y 30 años yo no era muy humilde que digamos.
(Moebius se pronuncia al modo francés, como una palabra de cuatro sílabas. Mo-e-bi-us)».
De todas las dedicatorias o textos en memoria de Moebius que he leído desde ayer, éste de Neil Gaiman es uno de los que más me han conmovido por su evidente sinceridad y sentimiento. El texto continúa, sólo he traducido la mitad. En Neil Gaiman's Journal
No hay comentarios:
Publicar un comentario