martes, 13 de marzo de 2012

EL ESPÍRITU DE MOEBIUS

«Se puede decir con la boca grande que Jean Giraud, Moebius, es uno de los dibujantes cardinales del mundo y un narrador en cómic excepcional e innovador, pero no creo que sea pecar de insolencia el afirmar que su "discurso" no ha ido nunca mucho más allá de la palabrería new age y de la mezcla más o menos afortunada de doctrinas y disciplinas entre las que pajarean el asunto del zen y la mística del salón de té. Pero de esa arriesgada imaginería temática que acuñó le salvaría siempre el sentido del humor, la comedia como discurso mismo y, sin duda, la contribución directa o indirecta a su obra de Jodorowsky, que le aportaría algunos interlineados paganos, esotéricos y cultos. Si nos ceñimos al ámbito de lo plástico, resulta también que esa mescolanza de parajes insulares, atuendos únicos e imaginería que referencia tonos mitológicos, regios, proletarios, asiáticos, castrenses y alienígenas en afortunada convivencia, tiene asimismo la capacidad de hacerse discurso por sí sola, y con tal enjundia que la ciencia ficción toda tendrá que reconocer su calidad germinal y notificar la vigencia del autor cada equis tiempo. Así lo hará, a finales de los noventa, el especialista en pastiches –a menudo gloriosos– Luc Besson, que no sólo acude a Moebius para incorporarlo al departamento de dirección artística de El quinto elemento (Le cinquième element, 1997), sino que hará de su película una genuflexión ante ciertos mundos futuros de Métal Hurlant y en aprticular un guiño actualizado, casi una apropiación apócrifa y consentida, de las propuestas de El garaje hermético y El Incal».
Rubén Lardín, «Jean Giraud/Moebius. La aventura cinematográfica», en Jesús Palacios (coord.), Métal Hurlant y el cine fantástico, San Sebastián, Donostia Kultura, 2009, pp. 126-127.

Otra cita a modo de coda:
«Jean Giraud suele referirse a Alien y Tron como los grandes hitos en su carrera cinematográfica, aunque sin dejar de puntualizar que aquellas, como el resto, no dejaron de ser aportaciones a productos ajenos e industriales en los que "sabiéndome competente, me mantenía en el lugar que me correspondía". Y es que, aunque estrella mundial de los cómics, Moebius siempre fue a ojos "del cine" algo parecido a una aplicación, casi un software generador de naves, artefactos, vestuario felliniano y arquitecturas imposibles a las que alguna intuición de ingeniero loco hacía verosímiles. Sin "saber" el cine que le estaba debiendo mucho más desde los años de Métal, al dibujante el hecho de trabajar contratado y ajustándose a las circunstancias le despertó muchas veces las ganas de levantar algún proyecto en el que tuviera potestad absoluta, como el finalmente abortado Starwatcher que debía producir Ridley Scott en los años ochenta, hoy cuatro minutos residuales en YouTube, entre el teaser y el cortometraje, de lo que se pretendía la primera película de animación 3D generada íntegramente por ordenador [...]».
Rubén Lardín, mismo artículo citado, en Métal Hurlant y el cine fantástico, San Sebastián, Donostia Kultura, 2009, p. 129.

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Los 4 minutos de STARWATCHER (1992):

4 comentarios:

el tio berni dijo...

No conocía estos textos de Lardín y me han gustado mucho, posiblemente porque reflejan cosas que yo mismo pienso sobre Moebius y se alejan un poco de las alabanzas sin matices que se leen estos días. Moebius es extraordinariamente reivindicable, por supuesto. Un hito en el cómic. Pero a veces creo que no se acierta del todo al enumerar los motivos. Lardín lo clava.

Pepo Pérez dijo...

Eso mismo me ha parecido a mí, por eso los he copiado aquí. : )

Ale dijo...

Gracias a los dos por todo el material que estáis subiendo.
Respecto a este post, yo no estoy tan de acuerdo como vosotros con lo que dice Rubén. Creo que su "discurso" y su "plástica" al igual que la cinta de moebius son la misma cara de la moneda. Tratar de separarlo es no comprenderlo.
Un saludo.

Pepo Pérez dijo...

No, si no lo sepárabamos. Vamos, yo al menos lo entiendo así, y creo que Rubén también. De hecho hablamos en privado ayer mismo sobre esto, tras subir yo su texto. El dibujo en Moebius (cuando digo dibujo es dibujo como narración, como ejercicio de escritura automática, etc.) es mucho más potente en cuanto "discurso" que cualquier otra cosa en su obra. Es por esto que para mí el gran Moebius es el de los 70, que es cuando creo que hizo sus grandes aportaciones, sobre todo con las historietas cortas. Y si era mudo, casi mejor.