Nuevo mes, nuevo Rockdelux. El de febrero. Y en su interior, tras esa entrada que nos da Joe Crepúsculo desde la portada, la sección de cómic, habitual en la revista desde hace más de 20 años, que este mes trae dos páginas. Al grano: contenidos:
—«En tiempo desquiciado», un artículo de Fernando Castro Flórez que pone en relación la Dialéctica de la ilustración de Adorno y Horkheimer con V de Vendetta (ECC), de Alan Moore y David Lloyd, y el presente-futuro diagnosticado por Marcos Prior y David Rubín en su particular Gran hotel abismo (Astiberri);
—6 reseñas 6, a saber:
Last Man 7 (Diábolo), de Vivès, Balak y Sanlaville, reseñado por Alex Serrano;
Diagnósticos (La Cúpula), de Diego Agrimbau y Lucas Varela, por Gerardo Vilches;
Mundo plasma (Reservoir Books), de Calpurnio, reseñado por Laura Fernández;
Jane, el zorro y yo (Salamandra), de Isabelle Arsenault y Fanny Britt, por Xavi Serra;
Intemperie (Planeta Cómic), de Javi Rey adaptando al cómic la novela de Jesús Serrano,
Stuck Rubber Baby (Astiberri), de Howard Cruse, reseñados estos dos últimos por Daniel Ausente;
—Gerardo Vilches entrevista a Rutu Modan aprovechando su reciente paso por Madrid para promocionar su libro La cena con la reina (Fulgencio Pimentel), tres columnas en las que la historietista israelí repasa sus principales obras y aún tiene espacio para dar su opinión sobre el conflicto palestino;
—Daniel Ausente repasa por último la producción reciente de Joann Sfar en España en un artículo titulado «Joann Sfar y el sueño europeo», donde traza un recorrido que va desde su último Klezmer, Kishinev de los locos (Norma) a Si Dios existe (Confluencias). Su diagnóstico para Europa, me temo, no es demasiado prometedor. Con esta nota «inquietante», volveremos el mes que viene en la sección de cómic de Rockdelux. Si todo sale bien, con otra entrevista y muchas más reseñas y artículos.
martes, 31 de enero de 2017
sábado, 14 de enero de 2017
allí leen, tienen libros.
«¿Aquí casi no se ha editado esa parte de tu obra?
De hecho, me ha costado vender aquí esa otra parte de mi trabajo, es increíble, hablamos de un país, España, donde hay un problema de lectura, hay una falta de inversión, no hay una política a largo plazo. En Francia pasaba lo mismo —no hay que olvidar que yo soy belga, y no teníamos este problema en Bélgica— hasta que llegó Mitterrand a principios de los ochenta. Se pueden decir muchas cosas de François, pero este hombre promovió cosas como las noches blancas de los museos, una política de lectura con cuentacuentos esparcidos por todo el territorio, con presupuesto para que los autores fueran a los colegios, públicos y privados. Promovió e impulsó la lectura y esta política ya es sistémica en Francia, y esas políticas han permitido que en veinte años Francia pasara de estar casi a la cola en lectura de cómics infantiles a entrar en el top de los cinco primeros. Hay que invertir a medio y a largo plazo. En el caso de España, hay que entrar en casa de una familia que tenga recursos, en la habitación de un chaval de once años, para ver la realidad: chavales, hijos de médicos, no tienen libros. En cambio, en una familia francesa de emigrantes, los de segunda generación, sí tienen libros. Pueden ser manga, una saga para adolescentes… pero leen, tienen libros».
—Zidrou
De hecho, me ha costado vender aquí esa otra parte de mi trabajo, es increíble, hablamos de un país, España, donde hay un problema de lectura, hay una falta de inversión, no hay una política a largo plazo. En Francia pasaba lo mismo —no hay que olvidar que yo soy belga, y no teníamos este problema en Bélgica— hasta que llegó Mitterrand a principios de los ochenta. Se pueden decir muchas cosas de François, pero este hombre promovió cosas como las noches blancas de los museos, una política de lectura con cuentacuentos esparcidos por todo el territorio, con presupuesto para que los autores fueran a los colegios, públicos y privados. Promovió e impulsó la lectura y esta política ya es sistémica en Francia, y esas políticas han permitido que en veinte años Francia pasara de estar casi a la cola en lectura de cómics infantiles a entrar en el top de los cinco primeros. Hay que invertir a medio y a largo plazo. En el caso de España, hay que entrar en casa de una familia que tenga recursos, en la habitación de un chaval de once años, para ver la realidad: chavales, hijos de médicos, no tienen libros. En cambio, en una familia francesa de emigrantes, los de segunda generación, sí tienen libros. Pueden ser manga, una saga para adolescentes… pero leen, tienen libros».
—Zidrou
lunes, 2 de enero de 2017
cómics en Rockdelux enero 2017
Un año más, y uno menos, o viceversa. El caso es que ya estamos aquí, en el segundo día del nuevo año. Y eso significa, primeros de mes, que ha llegado a los kioscos la revista Rockdelux. Como es tradicional, su número de enero incluye el resumen con “lo mejor del año” según los colaboradores de la revista, pero también las secciones habituales. Y entre ellas se encuentra, por supuesto, la sección de cómic, compuesta este mes de dos páginas con los siguientes textos:
—Gerardo Vilches entrevista al canadiense Chester Brown a propósito de su último libro, María lloró sobre los pies de Jesús (La Cúpula)
—Daniel Ausente escribe sobre el dibujante estadounidense Kaz en el artículo “Kaz, suburbios animados de ayer y hoy”, a propósito de los últimos cómics que le ha editado en España Autsaider, Sidetrack City y otras historias extraordinarias y El tercer Submundo
—En el artículo “Carlos Giménez: memoria de una derrota”, Xavi Serra repasa dos novedades de 2016 del madrileño Carlos Giménez, Crisálida (Reservoir Books) y Paracuellos 7 (Reservoir Books), dos libros del que es sin duda uno de los autores clave en la historia del cómic español.
Además, se incluyen reseñas breves de:
—Juliette, de Camille Jourdy (La Cúpula), por Isabel Cortés
—La chica de los cigarrillos, de Masahiko Matsumoto (Gallo Nero), por Gerardo Vilches
—Paseando con Samuel / Simplemente Samuel, dos libros del finlandés Tommi Musturi (Aristas Martínez) reseñados por Jorge Carrión
—Basura, de Derf Backderf (Astiberri), por Mireia Pérez
—La virgen roja, de Mary M. Talbot y Bryan Talbot (La Cúpula), por Isabel Guerrero
—Nubes de talco, de Amanda Baeza (Fulgencio Pimentel), por Regina López Muñoz
—Jamás tendré 20 años, de Jaime Martín (Norma), por Daniel Ausente.
El número de enero de Rockdelux también incluye un informe con las listas sobre los mejores discos, libros, películas, cómics, etc., de 2016. Ya en kioscos.
Feliz año a todos, y mis mejores deseos para 2017.
—Gerardo Vilches entrevista al canadiense Chester Brown a propósito de su último libro, María lloró sobre los pies de Jesús (La Cúpula)
—Daniel Ausente escribe sobre el dibujante estadounidense Kaz en el artículo “Kaz, suburbios animados de ayer y hoy”, a propósito de los últimos cómics que le ha editado en España Autsaider, Sidetrack City y otras historias extraordinarias y El tercer Submundo
—En el artículo “Carlos Giménez: memoria de una derrota”, Xavi Serra repasa dos novedades de 2016 del madrileño Carlos Giménez, Crisálida (Reservoir Books) y Paracuellos 7 (Reservoir Books), dos libros del que es sin duda uno de los autores clave en la historia del cómic español.
Además, se incluyen reseñas breves de:
—Juliette, de Camille Jourdy (La Cúpula), por Isabel Cortés
—La chica de los cigarrillos, de Masahiko Matsumoto (Gallo Nero), por Gerardo Vilches
—Paseando con Samuel / Simplemente Samuel, dos libros del finlandés Tommi Musturi (Aristas Martínez) reseñados por Jorge Carrión
—Basura, de Derf Backderf (Astiberri), por Mireia Pérez
—La virgen roja, de Mary M. Talbot y Bryan Talbot (La Cúpula), por Isabel Guerrero
—Nubes de talco, de Amanda Baeza (Fulgencio Pimentel), por Regina López Muñoz
—Jamás tendré 20 años, de Jaime Martín (Norma), por Daniel Ausente.
El número de enero de Rockdelux también incluye un informe con las listas sobre los mejores discos, libros, películas, cómics, etc., de 2016. Ya en kioscos.
Feliz año a todos, y mis mejores deseos para 2017.
domingo, 1 de enero de 2017
long, long gone.
La narración es, en primer lugar, estructura. Si de cine narrativo se trata, como es el caso, la narración es, en segundo lugar, diálogo. Un 10 en ambos aspectos para Hell or High Water, dirigida por el escocés David Mackenzie (Young Adam) con guión del estadounidense Taylor Sheridan (Sicario), barata en presupuesto pero rica en resultados. Quien la ha comparado con “el cine de los hermanos Coen” (léase uno de los reclamos publicitarios) debe estar ciego y sordo o, mejor dicho, interesado en atraer a los fans de los Coen. Esto último podría decepcionar. Se sobreentiende, al menos cuando ves Hell or High Water, que la están comparando con dos películas muy concretas de los Coen: No Country for Old Men (No es país para viejos) o True Grit (Valor de ley), pero estas dos últimas, de lo poco que me gusta realmente de los Coen, son obras con una sensibilidad básicamente procedente de las novelas originales que adaptaban, respectivamente, de Cormac McCarthy y de Charles Portis (en ambos casos las películas son bastante fieles al texto original, sin los “desvíos” autocomplacientes de los Coen, y por eso me gustan).
Hay algo de McCarthy en Hell or High Water, en el tono y en la concisión de los diálogos, pero también en la “violencia fronteriza” como plataforma para explorar el alma humana. El western literario es el ancestro lejano del hard-boiled y sus derivados criminales (noir, policiaco, gangsters, heist films), y Mackenzie y Sheridan lo saben bien. Estos diálogos son soberbios, además, porque dan pistas de todo lo que el espectador necesita saber sin explicarlo realmente. Hay observaciones implícitas, solo sugeridas y, también, sentido del humor. Si todo eso te gusta la película te va a encantar, y eso que aún no he mencionado el ritmo, las elipsis, la ambientación o el acento de las voces (absurdo verla doblada). No me olvido de los actores y actrices, porque están todos igualmente de 10. La caracterización en concreto de Jeff Bridges, Chris Pine y Ben Foster es memorable, pero atención a los secundarios. El ranger mestizo de ascendiente comanche, la camarera joven, la camarera anciana, la cajera madura, la cajera joven, el viejo cliente del banco, el comanche del casino, los viejos tejanos que almuerzan en el diner. La Texas profunda del Oeste hoy, en tiempos de la depresión post-2008, frente a los viejos tiempos de forajidos que asaltaban bancos. Long, long gone.
Hay algo de McCarthy en Hell or High Water, en el tono y en la concisión de los diálogos, pero también en la “violencia fronteriza” como plataforma para explorar el alma humana. El western literario es el ancestro lejano del hard-boiled y sus derivados criminales (noir, policiaco, gangsters, heist films), y Mackenzie y Sheridan lo saben bien. Estos diálogos son soberbios, además, porque dan pistas de todo lo que el espectador necesita saber sin explicarlo realmente. Hay observaciones implícitas, solo sugeridas y, también, sentido del humor. Si todo eso te gusta la película te va a encantar, y eso que aún no he mencionado el ritmo, las elipsis, la ambientación o el acento de las voces (absurdo verla doblada). No me olvido de los actores y actrices, porque están todos igualmente de 10. La caracterización en concreto de Jeff Bridges, Chris Pine y Ben Foster es memorable, pero atención a los secundarios. El ranger mestizo de ascendiente comanche, la camarera joven, la camarera anciana, la cajera madura, la cajera joven, el viejo cliente del banco, el comanche del casino, los viejos tejanos que almuerzan en el diner. La Texas profunda del Oeste hoy, en tiempos de la depresión post-2008, frente a los viejos tiempos de forajidos que asaltaban bancos. Long, long gone.
Etiquetas:
cine,
David Mackenzie,
Hell or High Water,
Taylor Sheridan
Suscribirse a:
Entradas (Atom)