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miércoles, 18 de marzo de 2015
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NUEVOS CENSORES
domingo, 11 de mayo de 2014
luna llena, luna nueva


Viñetas de Jack Jackson para Comanche Moon, tal como fueron publicadas originalmente en el cómic underground, y versión posterior para su publicación en libro (si no me equivoco, en 1979). Jack "Jaxon" Jackson fue uno de los primeros historietistas underground, para algunos el primero de todos con God Nose (1964); también es conocido por sus cómics históricos que documentaron la vida de los indios norteamericanos y la historia de Texas, su tierra natal. Jackson se suicidó en 2006 tras serle diagnosticado un cáncer.
La comparación entre las dos imágenes la he visto en The Comics Journal 77 (1981), en un artículo con una mesa redonda sobre la censura en el cómic en la que participó Jack Jackson, y la he visto gracias al acceso a toda la revista en versión digital al que me he suscrito por solo 30 dólares anuales. Lo he hecho tanto para consultar una publicación teórica de su trayectoria y prestigio, como para ayudar de alguna manera a su editorial, la no menos prestigiosa Fantagraphics. La suscripción se puede hacer desde este enlace
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Más: obituario en video sobre Jack Jackson
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THE COMICS JOURNAL
miércoles, 25 de abril de 2012
ESTO NO ES UNA PELÍCULA
«Condenado a seis años de cárcel e inhabilitado de su profesión durante veinte por el gobierno de Mahmud Ahmadineyad, el realizador Jafar Panahi, ganador de León de Oro en Venecia con «El círculo», burló su sentencia creando este material cinematográfico, que no película, desde su reclusión y haciéndolo llegar al último Festival de Cannes a través de un «pendrive».Sigue
(he llegado vía blog de Joan Pons)
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Joan Pons
martes, 27 de diciembre de 2011
CITA DEL AÑO
"A veces, y -me siento feliz de decirlo- más de lo normal en estos días, se leen críticas de comics de tal calidad que quizás uno se engaña al creer que la forma está recibiendo finalmente lo que se merece, de que hemos ido más allá de las críticas ideológicas fáciles y de las discusiones sobre "historia vs. dibujo" de antaño. Pero entonces sale un libro así y vuelve la dura realidad.Matthias Wivel, en The Hooded Utilitarian
Para empezar con la primera cuestión, parte de la intelectualidad del cómic parece estar desarrollando una obsesión enfermiza con las lecturas ideológicas de los cómics. Hasta el punto de que una obra dada se valora enteramente según un consenso ético y se juzga fallida debido a un contenido "problemático", a menudo de naturaleza racista, sexista u ofensiva políticamente. Cualquier otra cosa que el trabajo puede ofrecernos tiende a ser ignorada, y la noción de que algo puede ser bueno, incluso genial, a pesar de -o incluso por- sus problemas parece inadmisible. [...] El problema, más bien, es que tal crítica está a menudo informada por una especie de puritanismo ideológico que ha ganado fuerza en nuestra cultura actual de ofenderse; un puritanismo a menudo ciego a la calidad estética, resistente al discurso incómodo y propenso a la acción para censurar".
De propina:
"Hay una tendencia a confundir la ética y la estética que amenaza con convertir a un lugar argumentativo y provocador de la reflexión en algo que nunca fue: aburrido".Matthias Wivel, en The Metabunker
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(vía)
domingo, 9 de octubre de 2011
TINTÍN EN EL (RETRO)CONGO
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Manuel Darias
viernes, 30 de septiembre de 2011
MI LUCHA

«La demanda pretende prohibir la comercialización de este libro, aunque si la corte lo rechaza, exigirán que se incluya una advertencia en la portada avisando de que el cómic contiene material racista, algo que ya ocurre en Reino Unido y Estados Unidos. En este país, de hecho, ya hay bibliotecas que han catalogado el cómic como contenido xenófobo y lo clasifican junto a libros como el 'Mein Kampf' ('Mi lucha') de Adolf Hitler».Arranca el el juicio por 'racismo' contra Tintín, sigue en este artículo de Javier G. Gallego para El Mundo
«El próximo 14 de octubre tendrá lugar la declaración de la defensa, que argumentará que hay que tener en cuenta el contexto histórico en el que fue escrito el libro. Según informa Reuters, el abogado de Moulinsart, Alain Berenboom, ha criticado la acusaciónn porque "pedir a un Tribuna que prohiba o obligue a incluir una advertencia es una forma de censura"».
domingo, 4 de septiembre de 2011
LOS LÍMITES REALES DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Hace dos años, la crisis de las caricaturas danesas sobre Mahoma planteó con crudeza un debate que las democracias occidentales aún no han resuelto, quizás porque no puede ni debe resolverse definitivamente, el de los límites a la libertad de expresión. Un debate que se reabría en nuestro país el pasado 20 de julio a raíz del secuestro judicial de un número de ‘El Jueves’, la clausura temporal de su web y la apertura de diligencias penales por injurias a la Corona. La causa: una portada hoy famosa internacionalmente obra de Manel Fontdevila y Guillermo que caricaturizaba a los príncipes. En noviembre se dictaba en tiempo récord una sentencia que -aunque será recurrida- les condena a pagar 3.000 euros de multa cada uno y, de momento, les da pasaporte directo hacia el registro policial de antecedentes penales.
Los autos judiciales de julio, dictados a instancia de la fiscalía, pusieron de manifiesto varias cosas. La primera es que hoy día el secuestro judicial de una publicación constituye una noticia insólita dentro y fuera de España, vista su repercusión a la que sin duda contribuyó en gran medida la difusión por internet, que por cierto ha convertido en ineficaz y obsoleta este tipo de medidas judiciales una vez que la publicación ha llegado al lector. Hace menos de tres décadas los secuestros judiciales eran aún frecuentes gracias a una judicatura todavía con resabios del autoritarismo franquista, pero hoy resultan extraños: el último secuestro de un número de ‘El Jueves’ fue ordenado hace… 21 años. Y se trata de una medida excepcional no sólo a ojos de la opinión pública, también jurídicamente porque la Constitución prohíbe la censura previa y por ello el secuestro debe estar justificado para proteger cautelarmente a terceros afectados. En segundo lugar, el debate público subsiguiente reveló hasta qué punto no se tienen claros los límites de la libertad de expresión. En las opiniones vertidas abundaron las medias tintas y las actitudes hipócritas o de doble moral, y éstas no siempre procedían de “periodistas” de reputación dudosa –algunos tertulianos de programas del corazón justificaron la actuación judicial alegando que el chiste era “muy grosero”– sino también de periodistas reputados e incluso de algún colega de profesión de los humoristas que consideró que “se habían pasado”. Vaya por Dios. Sin embargo, no pocos de tales opinantes habían apoyado sin reparos en 2006 la libertad de expresión de los caricaturistas daneses frente al fanatismo e intolerancia religiosa. Ahora en cambio afirmaban que el chiste de ‘El Jueves’ era “un insulto intolerable” e incluso confundían el dibujo con la realidad o con una foto robada. “Ceci n'est pas une pipe”, repitamos con Magritte. Los reproches más repetidos hacia los caricaturistas fueron los de “zafios” y “groseros”, incluso entre quienes decían apoyar su libertad de expresión. Curiosamente sólo ahora, tras la sentencia condenatoria, algunos de esos defensores del buen gusto empiezan a percatarse de que lo relevante no era la calidad o “mal gusto” del chiste, sino los límites a la libertad de expresión que nos afectan a todos: sólo ahora se dan cuenta de que pueden poner sus barbas a remojar porque la sentencia constituye un precedente peligroso. Al fin y al cabo, las libertades de expresión y de creación artística no sólo están para proteger sus manifestaciones más “sublimes” o de “buen gusto”, puesto que tales valoraciones siempre son subjetivas y dependen del observador, sino también para amparar lo que para algunos –pero puede que no para otros- constituyen expresiones “groseras” o de “mal gusto”. Todos podemos pensar que determinados políticos, periodistas o artistas resultan groseros o zafios en el ejercicio de su libertad de expresión, pero no por ello hay que secuestrar sus obras, cerrar sus medios de comunicación o perseguirles penalmente.
PONIENDO PUERTAS AL CAMPO
Sin embargo, lo anterior no puede llevar a concluir que la libertad de expresión sea absoluta o ilimitada. El artículo 20 de la Constitución menciona esos límites: el respeto a los demás derechos constitucionales y, especialmente, el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y la infancia. Son frecuentes los conflictos en los que debe ponderarse la libre expresión con otros derechos -habitualmente, el del honor o la imagen de quien se critica o parodia-, y corresponde a los tribunales dilucidar si ha existido un ejercicio legítimo de la libertad de expresión o bien una extralimitación. Ningún derecho es ilimitado, así lo ha reiterado nuestro Tribunal Constitucional. Sin embargo, según el mismo Tribunal el derecho fundamental a la libertad de expresión goza de una posición –y protección- preferente porque constituye un pilar básico de la democracia en cuanto garantía de una opinión pública libre y del pluralismo político. Y por eso tiende a prevalecer cuando los criticados ejercen cargos de autoridad pública, porque entonces su derecho al honor y a la imagen se “debilita” (sic), según el Tribunal Constitucional, y quedan más expuestos a la información, la crítica y la sátira. Además, en caso de imputarse un delito de injurias debe probarse que hubo auténtica intención de ofender o denigrar, la cual queda excluida por el animus iocandi si la expresión deshonrosa se hizo con intención de bromear en un contexto humorístico en el que nadie podía tomársela en serio.
Sin embargo, nada de eso se ha aplicado en la sentencia sobre ‘El Jueves’ porque, así se deduce de su texto, el objeto del chiste no era una autoridad pública cualquiera sino un miembro de la familia real. Y ésta se encuentra protegida por un delito específico de injurias con mayores penas (hasta dos años de cárcel o sólo multa, dependiendo de las circunstancias), delito que no existe en otras monarquías parlamentarias como el Reino Unido o Suecia, donde no hay una protección especial y, al igual que en otras monarquías europeas, las críticas a la familia real son tan frecuentes como intensas. Por supuesto, en países con jefes de Estado elegidos democráticamente como Francia o Estados Unidos sería inconcebible procesar al autor de una caricatura similar. Al final hemos vuelto a topar con el problema esencial de la monarquía parlamentaria: cómo casar el principio democrático de igualdad con los privilegios de una institución hereditaria. En la práctica, este intento de amordazar las críticas penalmente, sea en el caso ‘El Jueves’ o en las diligencias abiertas en enero de 2007 contra un fotomontaje del Rey en el suplemento satírico del diario ‘Deia’, sólo parecen provocar un aumento de manifestaciones antimonárquicas, véase la reciente quema de fotos en varias ciudades catalanas. Estas medidas penales, además de resultar desproporcionadas y limitar injustificadamente la libre expresión según destacados juristas, están favoreciendo tratos discriminatorios: si el que critica al Rey es Anasagasti o Jiménez Losantos -y éste último incluso podría haberle calumniado-, la fiscalía no actúa.
¿Qué es lo que ha cambiado desde la época del silencio mediático que dejaba libre de toda crítica a la Casa Real? Parece que los años transcurridos desde la incorporación a la legitimidad constitucional de esta monarquía, que en origen fue un legado del anterior régimen, y más concretamente desde que el Rey reforzó su legitimidad popular a raíz de su actuación en el 23-F, no han pasado en balde, y el aura de intangibilidad que le otorgó su papel en la transición ha terminado por desaparecer. Posiblemente porque ese papel, el de puente entre la dictadura franquista y un nuevo régimen democrático que restituyó al que había sido interrumpido por la fuerza en 1936, no por casualidad una República, ya ha sido cumplido. El problema no va a solucionarse sentando a caricaturistas en el banquillo penal. Quizás haya llegado la hora de reabrir el debate sobre la forma política de España, porque puede que ése sea el auténtico problema de fondo. O que lo sea en un futuro próximo si las cosas siguen el rumbo actual.
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Ya que sacaba al final del post anterior la cuestión de la censura y la persecución penal de caricaturistas, rescato ahora este artículo. Se titulaba LOS LÍMITES REALES DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN y lo publiqué en la revista Rockdelux en diciembre de 2007, a propósito del caso suscitado por la famosa portada de El Jueves de Manel Fontdevila y Guillermo, publicada en julio de ese mismo año.
La portada que motivó el secuestro en 2007 y el póster que El Jueves publicó al año siguiente para recordar el primer aniversario del caso
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(Foto de Guillermo y Manel sentados en el banquillo en 2007, en el blog de Forbidden Planet)
Los autos judiciales de julio, dictados a instancia de la fiscalía, pusieron de manifiesto varias cosas. La primera es que hoy día el secuestro judicial de una publicación constituye una noticia insólita dentro y fuera de España, vista su repercusión a la que sin duda contribuyó en gran medida la difusión por internet, que por cierto ha convertido en ineficaz y obsoleta este tipo de medidas judiciales una vez que la publicación ha llegado al lector. Hace menos de tres décadas los secuestros judiciales eran aún frecuentes gracias a una judicatura todavía con resabios del autoritarismo franquista, pero hoy resultan extraños: el último secuestro de un número de ‘El Jueves’ fue ordenado hace… 21 años. Y se trata de una medida excepcional no sólo a ojos de la opinión pública, también jurídicamente porque la Constitución prohíbe la censura previa y por ello el secuestro debe estar justificado para proteger cautelarmente a terceros afectados. En segundo lugar, el debate público subsiguiente reveló hasta qué punto no se tienen claros los límites de la libertad de expresión. En las opiniones vertidas abundaron las medias tintas y las actitudes hipócritas o de doble moral, y éstas no siempre procedían de “periodistas” de reputación dudosa –algunos tertulianos de programas del corazón justificaron la actuación judicial alegando que el chiste era “muy grosero”– sino también de periodistas reputados e incluso de algún colega de profesión de los humoristas que consideró que “se habían pasado”. Vaya por Dios. Sin embargo, no pocos de tales opinantes habían apoyado sin reparos en 2006 la libertad de expresión de los caricaturistas daneses frente al fanatismo e intolerancia religiosa. Ahora en cambio afirmaban que el chiste de ‘El Jueves’ era “un insulto intolerable” e incluso confundían el dibujo con la realidad o con una foto robada. “Ceci n'est pas une pipe”, repitamos con Magritte. Los reproches más repetidos hacia los caricaturistas fueron los de “zafios” y “groseros”, incluso entre quienes decían apoyar su libertad de expresión. Curiosamente sólo ahora, tras la sentencia condenatoria, algunos de esos defensores del buen gusto empiezan a percatarse de que lo relevante no era la calidad o “mal gusto” del chiste, sino los límites a la libertad de expresión que nos afectan a todos: sólo ahora se dan cuenta de que pueden poner sus barbas a remojar porque la sentencia constituye un precedente peligroso. Al fin y al cabo, las libertades de expresión y de creación artística no sólo están para proteger sus manifestaciones más “sublimes” o de “buen gusto”, puesto que tales valoraciones siempre son subjetivas y dependen del observador, sino también para amparar lo que para algunos –pero puede que no para otros- constituyen expresiones “groseras” o de “mal gusto”. Todos podemos pensar que determinados políticos, periodistas o artistas resultan groseros o zafios en el ejercicio de su libertad de expresión, pero no por ello hay que secuestrar sus obras, cerrar sus medios de comunicación o perseguirles penalmente.
PONIENDO PUERTAS AL CAMPO
Sin embargo, lo anterior no puede llevar a concluir que la libertad de expresión sea absoluta o ilimitada. El artículo 20 de la Constitución menciona esos límites: el respeto a los demás derechos constitucionales y, especialmente, el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y la infancia. Son frecuentes los conflictos en los que debe ponderarse la libre expresión con otros derechos -habitualmente, el del honor o la imagen de quien se critica o parodia-, y corresponde a los tribunales dilucidar si ha existido un ejercicio legítimo de la libertad de expresión o bien una extralimitación. Ningún derecho es ilimitado, así lo ha reiterado nuestro Tribunal Constitucional. Sin embargo, según el mismo Tribunal el derecho fundamental a la libertad de expresión goza de una posición –y protección- preferente porque constituye un pilar básico de la democracia en cuanto garantía de una opinión pública libre y del pluralismo político. Y por eso tiende a prevalecer cuando los criticados ejercen cargos de autoridad pública, porque entonces su derecho al honor y a la imagen se “debilita” (sic), según el Tribunal Constitucional, y quedan más expuestos a la información, la crítica y la sátira. Además, en caso de imputarse un delito de injurias debe probarse que hubo auténtica intención de ofender o denigrar, la cual queda excluida por el animus iocandi si la expresión deshonrosa se hizo con intención de bromear en un contexto humorístico en el que nadie podía tomársela en serio.
Sin embargo, nada de eso se ha aplicado en la sentencia sobre ‘El Jueves’ porque, así se deduce de su texto, el objeto del chiste no era una autoridad pública cualquiera sino un miembro de la familia real. Y ésta se encuentra protegida por un delito específico de injurias con mayores penas (hasta dos años de cárcel o sólo multa, dependiendo de las circunstancias), delito que no existe en otras monarquías parlamentarias como el Reino Unido o Suecia, donde no hay una protección especial y, al igual que en otras monarquías europeas, las críticas a la familia real son tan frecuentes como intensas. Por supuesto, en países con jefes de Estado elegidos democráticamente como Francia o Estados Unidos sería inconcebible procesar al autor de una caricatura similar. Al final hemos vuelto a topar con el problema esencial de la monarquía parlamentaria: cómo casar el principio democrático de igualdad con los privilegios de una institución hereditaria. En la práctica, este intento de amordazar las críticas penalmente, sea en el caso ‘El Jueves’ o en las diligencias abiertas en enero de 2007 contra un fotomontaje del Rey en el suplemento satírico del diario ‘Deia’, sólo parecen provocar un aumento de manifestaciones antimonárquicas, véase la reciente quema de fotos en varias ciudades catalanas. Estas medidas penales, además de resultar desproporcionadas y limitar injustificadamente la libre expresión según destacados juristas, están favoreciendo tratos discriminatorios: si el que critica al Rey es Anasagasti o Jiménez Losantos -y éste último incluso podría haberle calumniado-, la fiscalía no actúa.
¿Qué es lo que ha cambiado desde la época del silencio mediático que dejaba libre de toda crítica a la Casa Real? Parece que los años transcurridos desde la incorporación a la legitimidad constitucional de esta monarquía, que en origen fue un legado del anterior régimen, y más concretamente desde que el Rey reforzó su legitimidad popular a raíz de su actuación en el 23-F, no han pasado en balde, y el aura de intangibilidad que le otorgó su papel en la transición ha terminado por desaparecer. Posiblemente porque ese papel, el de puente entre la dictadura franquista y un nuevo régimen democrático que restituyó al que había sido interrumpido por la fuerza en 1936, no por casualidad una República, ya ha sido cumplido. El problema no va a solucionarse sentando a caricaturistas en el banquillo penal. Quizás haya llegado la hora de reabrir el debate sobre la forma política de España, porque puede que ése sea el auténtico problema de fondo. O que lo sea en un futuro próximo si las cosas siguen el rumbo actual.
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Ya que sacaba al final del post anterior la cuestión de la censura y la persecución penal de caricaturistas, rescato ahora este artículo. Se titulaba LOS LÍMITES REALES DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN y lo publiqué en la revista Rockdelux en diciembre de 2007, a propósito del caso suscitado por la famosa portada de El Jueves de Manel Fontdevila y Guillermo, publicada en julio de ese mismo año.

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(Foto de Guillermo y Manel sentados en el banquillo en 2007, en el blog de Forbidden Planet)
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LA SÁTIRA TIENE PELIGRO

Acabo de ver una amplia muestra de viñetas de Ali Ferzat, el dibujante sirio de 60 años que fue atacado hace pocos días. Unos matones le dieron una paliza, le partieron dos dedos de una mano y el brazo derecho. Los agresores le amenazaron con romperle las dos manos para que no pudiera volver a trabajar. Le dejaron herido, maniatado y con una bolsa en la cabeza en las afueras de Damasco.
Lo que originó la brutal paliza a Ali Ferzat fueron dibujos como los que podéis ver en el blog La mirada del mendigo
(gracias por el enlace, Juan Carlos)
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blog de Ali Ferzat
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martes, 30 de noviembre de 2010
TOTAL OVER FUCK

"La editorial Reino de Cordelia ha recopilado en un lujoso tomo de tapa dura, con páginas en blanco y negro y color, toda «la producción más dura y salvaje» de la obra de Miguel Ángel Martín (León, 1960), uno de los dibujantes y guionistas de cómic con mayor proyección internacional.Sigue en Diario de León
Bajo el título Total Over Fuck (24,95 euros), el volumen, supervisado por el propio autor, reúne «sin censuras» su obra desde Psycopathia Sexualis, pieza de bibliófilos y coleccionistas que según explica el editor leonés Jesús Egido «estaba perseguidísimo y era imposible de encontrar», hasta el más reciente HardOn.
«Aquel álbum convirtió a Miguel Ángel en el autor más polémico del cómic español y, a la postre, en uno de los más reconocidos en Italia, donde ese tebeo fue secuestrado y obligado a seguir una procelosa batalla judicial que finalmente ganó», apunta Egido.
«Con la perspectiva del tiempo, Psycopathia me parece un acto de libertad de una valentía enorme», escribe el director de Reino de Cordelia".
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lunes, 15 de noviembre de 2010
CONSIDERAMOS LA FILMOGRAFÍA DE LUIS G. BERLANGA COMO...
"Consideramos la filmografía de Luis G. Berlanga como altamente inadecuada para su exhibición en cines españoles. Su falta de patriotismo es alarmante y rebosa comunismo, masonería y libertinaje, todos impropios de esta regia nación, una, grande, libre, católica, apostólica y romana".(Censores cinematográficos. 1969).
(visto en Facebook de Juanma Ayllón)
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miércoles, 10 de noviembre de 2010
SÍNTOMAS
Increíble todo el asunto de A SERBIAN FILM, más información sobre el tema en Infraser. Lo del programa televisivo de tertulianos indignados por las "atrocidades" de la película me pareció directamente de vergüenza ajena. ¡Que si las imágenes de la película son "abyectas"! Oh, vaya, ahora resulta que en el arte no se ha representado lo abyecto a lo largo de su historia, ni puede hacerlo... ¡Que si roza lo "delictivo"! Supongo que de repente se pensará que lo que sale en el cine es "verdad", que no es algo simulado por los actores y creado a través de la realización, maquillaje, efectos especiales, posproducción, etc. Me imagino entonces que, por poner un ejemplo, al actor Luis Tosar "habría que detenerle" por cometer el "delito" de maltratar "de verdad" a una mujer en TE DOY MIS OJOS. Confundir interesadamente realidad y representación, no había visto nada igual... salvo en los conservadores más retrógrados.
Y todo esto lo dijeron, por supuesto, sin haber visto entera la película, ni tener ni idea de su planteamiento, intencionalidad o posibles mensajes, si los hay. Para qué. Qué falta de respeto al trabajo ajeno, qué gente tan pacata, puritana, sí. Lo más significativo es que sean los progres de antaño los que digan ahora semejantes barbaridades, a cada cual más "cabreado"... Y, aunque se vea entera la película y a uno le parezca mala artísticamente hablando, ¿qué? Primero, a juicio de quién es "mala", y segundo, como si no tuviera derecho a ser "mala" como obra artística. La libertad de expresión y creación artística no ampara únicamente el arte "sublime" (a juicio de quién), sino cualquier expresión, obras buenas, malas y regulares (a juicio de quién). Me recuerda al absurdo argumento de la "zafiedad" del chiste de la portada de los príncipes en El Jueves para justificar (supuestamente) el secuestro judicial de aquel número de la revista en julio de 2007.
Los síntomas a los que me refiero lo son del tiempo en que vivimos. De la contracultura de los 60, que se reveló contra la cultura dominante de sus mayores, hemos pasado a esta tiranía del pensamiento de la corrección política que hoy día representa aquello contra lo que los progresistas de los 60 y 70 se rebelaron. En otras palabras, los liberales del pensamiento correcto de hoy se han convertido en lo mismo que un día combatieron. En fin, entre una otra cosa y otra, al final un juzgado de instrucción suspendió cautelarmente la proyección de la película en el festival de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. En otras palabras, la censuró. En otros países, naturalmente, el pase de A SERBIAN FILM por diferentes festivales no suscitó ninguna prohibición de la autoridad.
Todo esto lo cuento ahora, después de un par de semanas de la polémica, principalmente porque Rubén Lardín ha entrevistado para Vice al director del filme, Srdjan Spasojevic. Aquí. Extracto:
Y todo esto lo dijeron, por supuesto, sin haber visto entera la película, ni tener ni idea de su planteamiento, intencionalidad o posibles mensajes, si los hay. Para qué. Qué falta de respeto al trabajo ajeno, qué gente tan pacata, puritana, sí. Lo más significativo es que sean los progres de antaño los que digan ahora semejantes barbaridades, a cada cual más "cabreado"... Y, aunque se vea entera la película y a uno le parezca mala artísticamente hablando, ¿qué? Primero, a juicio de quién es "mala", y segundo, como si no tuviera derecho a ser "mala" como obra artística. La libertad de expresión y creación artística no ampara únicamente el arte "sublime" (a juicio de quién), sino cualquier expresión, obras buenas, malas y regulares (a juicio de quién). Me recuerda al absurdo argumento de la "zafiedad" del chiste de la portada de los príncipes en El Jueves para justificar (supuestamente) el secuestro judicial de aquel número de la revista en julio de 2007.
Los síntomas a los que me refiero lo son del tiempo en que vivimos. De la contracultura de los 60, que se reveló contra la cultura dominante de sus mayores, hemos pasado a esta tiranía del pensamiento de la corrección política que hoy día representa aquello contra lo que los progresistas de los 60 y 70 se rebelaron. En otras palabras, los liberales del pensamiento correcto de hoy se han convertido en lo mismo que un día combatieron. En fin, entre una otra cosa y otra, al final un juzgado de instrucción suspendió cautelarmente la proyección de la película en el festival de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. En otras palabras, la censuró. En otros países, naturalmente, el pase de A SERBIAN FILM por diferentes festivales no suscitó ninguna prohibición de la autoridad.
Todo esto lo cuento ahora, después de un par de semanas de la polémica, principalmente porque Rubén Lardín ha entrevistado para Vice al director del filme, Srdjan Spasojevic. Aquí. Extracto:
"–Los censores, de los que tanto tú como creador como nosotros en cuanto espectadores estamos siendo víctimas, están amparando su denuncia en una supuesta, fantasiosa y mezquina protección de la infancia.
–Mira, el principal posicionamiento metafórico de esta película fue tratar la vida real como pornografía. En nuestra región, durante las últimas décadas, hemos llegado al punto de experimentar la vida como una explotación absoluta que nos hace sentirnos continuamente violados emocional, psicológica y creativamente, todo a través de incomprensibles, caóticas, increíblemente estúpidas y brutales fuerzas de autoridad corrupta. Aquí, en cualquier tipo de trabajo que te permita alimentar a tu familia, acabas siendo brutalmente explotado y humillado de la peor y más rastrera forma posible. Mi película es una alegoría de todo esto mediante el tratamiento de la pornografía como algo casual y perfectamente normal: nuestra vida cotidiana. Durante siglos las mujeres y los niños aquí han sido tratados como propiedad del hombre, y, como sus dueños, se nos permite maltratarlos de las formas más inhumanas. Y llegado un momento todo eso acaba por parecernos lo más normal del mundo. La película no funciona como una representación documental de nuestra realidad sino como una radiografía, un diagnóstico del alma deforme y enferma de nuestra sociedad. Esta es la razón de mostrar imágenes casi inmostrables, de una manera tan desenfrenada y directa: la humillación y la degradación última de nuestro ser debe ser sentida y vivida por cada espectador de tal modo que no pueda ser ignorada. Son escenas figurativas, pero no dejan de ser representaciones de nuestras emociones ya tan mancilladas y desfiguradas".
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