domingo, 26 de diciembre de 2010

TRABAJAR PARA VER LA OBRA ORIGINAL O TRABAJAR PARA LA REPRODUCCIÓN

"Empecé a interesarme más en los aspectos formales del dibujo. Empecé a hacer paisajes urbanos, que se volvieron cada vez más abstractos hasta ser espacios entre edificios y grandes extensiones vacías. Cosas así [se refiere a su etapa como estudiante de bellas artes]. Y algo que me interesaba era la sutileza del contraste. Era en parte una reacción contra el trabajo para la reproducción lo que me hizo crear dibujos y pinturas que sólo podían ser experimentados viéndolos en persona. Hice retratos dibujados con un lápiz duro, con una línea extremadamente fina, hechos tan suavemente que incluso a metro y medio de distancia habrías pensado que estabas mirando una hoja de papel en blanco. Del mismo modo que los dibujos eran muy suaves, las pinturas eran muy oscuras, libres, paisajes urbanos nocturnos donde el contraste entre edificios o respecto al cielo era muy cerrado.

[...]

[Refiriéndose ya a su trabajo como dibujante en el comic book americano] Bien, siempre quise entintarme a mí mismo desde el principio, pero mi experiencia en dibujar a tinta para la reproducción era extremadamente limitada. Y para mí, entintar es dibujar. Separar el dibujo a lápiz del entintado es muy artificial, y la gente que entra en el cómic pensando en ser sólo un entintador… es un pensamiento muy extraño para mí, pero entintar no consiste tanto en hacer líneas de tinta elegantes o texturas interesantes o lo que sea, es dibujar. Pero de cara a entrar en los cómics del modo que yo quería, dibujar a lápiz es donde estaba el camino. Dibujar a lápiz es narrar. Dibujar a lápiz es pensar sobre papel. Así que ahí estaba; todas las muestras que mandé eran lápices. Lápices con narración. […] Empecé a entintar mis propias portadas. Ver tu trabajo reproducido es una gran enseñanza, y aprendí más sobre entintado de eso que de cualquier otra cosa, de poner las marcas en el original y anticipar lo que pensaba que se vería, y luego verlo impreso y comprobar cómo se veía realmente. Así que empecé a entintar portadas y finalmente convencí al nuevo editor, cuando la edición cambió de manos […] de que podía terminar el trabajo en el mismo número de días".
--David Mazzucchelli, entrevistado en 1997 por Christopher Brayshaw en The Comics Journal. Mazzucchelli se empezó a entintar a sí mismo en DAREDEVIL nº 214 (enero 1985), guión de Denny O’Neil, lápices y tinta de Mazzucchelli, colores de Christie Scheele. Hasta entonces, los lápices de Mazzucchelli eran entintados por otros, habitualmente por Danny Bulanadi.

Lo he citado a colación de algo de lo que ya se ha hablado aquí: de ninguna manera es lo mismo trabajar una obra (pintura, dibujo) que ha sido concebida como objeto para verlo expuesto, en el sitio en que se expone, que dibujar para la reproducción. Porque la reproducción lo cambia todo; cambia la concepción del dibujo, el modo de dibujar, todo. Y esto es clave en el cómic, donde se dibuja precisamente para la reproducción técnica.

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