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la mirada que hace el mundo
Isabel: ¿Qué valor tiene para alguien que ha promovido el reconocimiento artístico de la historieta ser editado por el Museo del Prado?
Max: A nivel personal es una satisfacción y creo que es bueno para el cómic en general. También debo advertir —sé que hay por ahí mucha gente que me va a dar la brasa con eso— que hacer esto no significa en absoluto venderse al sistema. Para mí no es nada contradictorio, ni con mi pasado underground ni con mi presente. Igual que hago esto hoy para el Museo del Prado, mañana hago un tebeo grapado y autoeditado. No tengo problemas ni nada de eso, eso que quede claro.
[...] En el Bosco funciona así, en casi todos sus cuadros hay un mochuelo. La revelación concreta de su significado en la obra del pintor la tuve mientras estaba dibujando el libro. De pronto me di cuenta de que, en el panel del paraíso del Tríptico del jardín de las delicias, en el centro exacto, hay una fuente con un hueco en medio que es un ojo gigantesco. Y en el hueco hay un mochuelo. Es un triple ojo: el ojo gigante y los dos del mochuelo. Ya lo tenía elegido para usarlo como entrada al cuadro, había que entrar por ahí, pero me di cuenta además de las implicaciones que estaba contando el autor con eso: la mirada es lo que crea el mundo. Si no hay mirada, no hay mundo, no hay nada.
Max, entrevistado por Isabel Cortés y un servidor a propósito de su cómic El tríptico de los encantados (una pantomima bosquiana) (2016, Museo Nacional del Prado). Sigue en Paseo de Gracia
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