martes, 12 de julio de 2011

ESPLENDOR AMERICANO

HARVEY PEKAR
(1939-2010)

Se fue a la cama como un domingo cualquiera y ya no se levantó. Harvey Pekar, un tipo ingenioso, depresivo crónico y paranoico confeso lleno de manías e insatisfacciones, pasa a la historia como uno de los pioneros de la autobiografía en los cómics, antes de que se constituyera en una de las corrientes más renovadoras del cómic contemporáneo. También como uno de sus autores más singulares. Cuando Pekar empezó a autopublicar su serie “American Splendor” en 1976, podían contarse con los dedos de una sola mano los tebeos autobiográficos existentes, y todos procedían del ya finiquitado comix underground de San Francisco. Pekar, que nunca salió de su Cleveland natal –allí trabajó más de 35 años como modesto archivista en un hospital de veteranos–, nunca tuvo contacto directo con el underground, pero sí con su principal estrella, Robert Crumb. Ambos eran amigos desde 1962, cuando Crumb vivió en Cleveland y aún no era nadie. Los dos compartían la afición a los discos de jazz antiguo; Pekar de hecho fue un prolífico crítico de jazz.

El trabajo de Crumb le inspiró. Pekar pensaba que el cómic podía ir más allá del tradicional material infantil, incluso de los temas recurrentes (y limitados) del underground. Su respuesta fue “American Splendor”, que contaba de forma desdramatizada sucesos vulgares de una vida vulgar, la suya. No había nada parecido en el cómic de entonces. Cualquier cosa podía servirle de material narrativo: sus cuitas en la cola del supermercado, una anécdota del trabajo, su coleccionismo compulsivo de discos… o el linfoma que sufrió en 1990, relatado en la novela gráfica “Our Cancer Year” (1994), coescrita con su tercera esposa, Joyce Brabner. ¿Quiénes somos, qué hacemos, por qué?, se preguntaba Pekar en el fondo de muchas de sus “historias”.



Como no dibujaba, siempre tuvo que buscar colaboradores, y de ahí el largo baile de dibujantes que pasaron por “American Splendor”, entre ellos Crumb o Joe Sacco. La serie nunca vendió demasiado, pero a finales de los ochenta Pekar tuvo su primer momento de fama como “freak invitado” en el show televisivo de David Letterman hasta que habló más de la cuenta y no volvieron a llamarle; el segundo llegó con la aclamada adaptación al cine de “American Splendor” (2003, Shari Springer Berman y Robert Pulcini). Además de otros trabajos al margen de "American Splendor", con varios proyectos en marcha y arrastrando un cáncer de próstata, Pekar seguía publicando su serie sin un final a la vista. “Es una autobiografía escrita conforme está sucediendo”, dijo sobre la obra de su vida, ese irónico “Esplendor americano”.“El tema es acerca de mantenerse vivo. Conseguir un trabajo, encontrar pareja, tener un lugar donde vivir, encontrar una salida creativa. La vida es una guerra de desgaste. Hay que mantenerse activo en todos los frentes. Es una cosa tras otra. He tratado de controlar un universo caótico. Y es una batalla perdida”.

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Ha sido una de esas coincidencias extrañas. De repente, por ninguna razón en particular, me he acordado de este obituario de Harvey Pekar que escribí para Rockdelux el año pasado –aunque tuve que recortarlo para la publicación en la revista. Luego he mirado la fecha de su muerte y, en efecto, hoy hace un año exactamente que falleció. A consecuencia de una sobredosis de, sí, antidepresivos.

Un recuerdo desde aquí a un maestro de los cómics.



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Más pinchando en la etiqueta "Harvey Pekar" de aquí abajo, o bien en las entradas que le dediqué en Con C de arte

3 comentarios:

Santiago García dijo...

Y hace diez minutos que acabo de hablar sobre él para una radio uruguaya. Su legado sigue vivo. En todo el mundo.

Pepo Pérez dijo...

Brindo por eso.

TEBEOBIEN dijo...

por cierto, que cada vez que recuerdo el affaire pekar con letterman recuerdo su movida con mi adorado bill hicks, al que censuró una actuación poco antes de que la palmara. joer, tardó QUINCE años en poner la puta acuación. en fin.