Ayer a las nueve de la mañana en el MFA de Visual Narrative de la School of Visual Arts tocaba clase de Historia de la narración visual, que impartía Dan Nadel. Nadel, estoy seguro, es bien conocido por los más cafeteros del cómic puesto que se trata de uno de los críticos y editores norteamericanos más destacados de los últimos tiempos. Su carta de presentación incluye nada menos que los libros Art Out of Time y Art in Time, dos antologías de viejos cómics editadas por él, las exposiciones que ha comisariado, entre ellas una enorme retrospectiva sobre Jack Kirby, su labor al frente de Comics Comics y más recientemente en The Comics Journal, y sobre todo su editorial, Picture Box, en la que ha publicado algunos de los cómics más sorprendentes de los últimos años (entre ellos los del japonés Yuichi Yokoyama). Desde Picture Box también es el responsable de la edición norteamericana de la última novela gráfica de Blutch, magnífica, Pour en finir avec le cinéma, titulada en los States So Long, Silver Screen.
(inciso-Blutch: aprovecho para recordar que en España acaba de salir el tomo décimo de Del tebeo al manga. Una historia de los cómics, coordinado por Antoni Guiral, en el que he escrito algunos perfiles biográficos de autores, entre ellos justamente el de Blutch)
Pues bien, a lo que íbamos. En episodios anteriores, digo clases, Dan Nadel nos ha hablado entre otras muchas cosas de libros ilustrados para adultos (Saul Steinberg y otros dibujantes menos conocidos) y de cómic de superhéroes de los sesenta, con Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko a la cabeza. En la clase dedicada a Marvel por cierto nos puso el documental In Search of Steve Ditko, que los estudiantes del máster siguieron con mucho interés, a veces divertidos como en el momento en que Stan Lee responde en términos peculiares la pregunta sobre Ditko como cocreador de Spiderman. No me extiendo más con esto, es sólo una pincelada para que os hagáis la idea.
GIGANTES ENTRE NOSOTROS. Total, que ayer en clase de History of Visual Storytelling tocaba el comix underground, que Dan Nadel introdujo hablando de algunos autores fundamentales que emergieron a finales de los sesenta: R. Crumb, Spain Rodríguez, S. Clay Wilson y Kim Deitch. Y en éstas resulta que aparece por la puerta de la sala –un pequeño auditorio muy cómodo, habilitado para proyecciones de imágenes y videos donde se suelen impartir las clases de esta asignatura– un señor con barba blanca y maleta plana, de ésas que se usan para llevar documentos grandes, y resulta que es Kim Deitch in person. Mi sorpresa ha sido mayúscula porque yo, a diferencia de los estudiantes del máster, no me había enterado de que venía a clase (estoy seguro de que los que hayáis estado en alguna universidad internacional como estudiantes o visitantes os sonará este curioso fenómeno de enterarse tarde y mal de las cosas; a veces por culpa propia, tal era mi caso ayer).
Amazing. Awesome. Impressive, le he dicho entonces a Louisa, una de las estudiantes del máster que siente especial afinidad por Crumb y otros autores que se dieron a conocer en el underground de los sesenta. Mi sorpresa no era para menos. Teníamos a una leyenda viva del cómic norteamericano entre nosotros, dispuesto a hablarnos de su trabajo y su vida, personal y artística.
Amazing. Awesome. Impressive, le he dicho entonces a Louisa, una de las estudiantes del máster que siente especial afinidad por Crumb y otros autores que se dieron a conocer en el underground de los sesenta. Mi sorpresa no era para menos. Teníamos a una leyenda viva del cómic norteamericano entre nosotros, dispuesto a hablarnos de su trabajo y su vida, personal y artística.
Kim Deitch empezó por donde se suele empezar en estos casos, esto es, por sus comienzos como autor de cómics a finales de los sesenta. Después de una epifanía que tuvo leyendo un poema de William Blake, una revelación sobre cómo lo grande del universo reside en lo pequeño y viceversa, había renovado su interés por los cómics como medio de expresión gracias a una exposición sobre Winsor McCay en el Metropolitan Museum. Tras eso, Deitch descubrió alucinado algunos comix underground, y decidió que él también quería dedicarse a hacerlos. Su testimonio ayer nos dio una buena idea del efecto que aquellos cómics tuvieron en su generación: no había nada que se les pareciera entonces. A esas alturas, finales de los sesenta, los comic books o tebeos norteamericanos, sometidos desde los cincuenta a un código de autocensura para limitar y controlar sus contenidos destinados únicamente la infancia, eran considerados por la sociedad basura subcultural para niños, y no había comic books para adultos. Sólo las tiras de prensa conservaban cierto prestigio cultural. El comix underground en cambio, realizado al margen de la industria del comic book por jóvenes adultos de la generación que protagonizó la contracultura de los sesenta, era otra cosa. Algo muy diferente, aunque a menudo acudiera a los clichés del cómic infantil previo para reinterpretarlos, a menudo con intención subversiva y satírica.
Kim Deitch leyó primero algunas historietas de Captain High, de Bill Beckman ("¿Qué era esto de Captain High?", se preguntaba perplejo Deitch cuando lo descubrió), que como el nombre sugiere era un superhéroe drogata, y después a Crumb. El trabajo de Crumb, explicó Deitch, le impresionó profundamente. Lo había descubierto en Yarrowstalks, que fue donde Crumb publicó sus primeras historietas underground. Su obra le pareció más intimidante porque sabía que nunca podría dibujar así. "Sabía que yo no era un gran dibujante, así que me inventé un gato como personaje". Deitch dibujó algunas historietas y fue a enseñarlas al periódico alternativo The East Village Other, donde conoció justamente a Bill Beckman, que además de publicar intermitentemente ahí su Captain High, era el director de arte de la publicación. Beckman le pidió historietas más "psicodélicas", que por supuesto en la jerga de la época significaba más "drogadas".
Pronto estaba trabajando para Beckman, aunque no con el tipo de trabajo que esperaba. Durante un tiempo, vendió hierba para él ("He hired me not to drawn but sell his dope"). Y como Deitch se la vendía a sus amigos, no era muy buen vendedor que digamos. La anécdota la ha contado en otros sitios, pero ayer volvió a arrancar risas de los presentes. Su cercanía a la marihuana como dealer también tendría otro efecto inmediato: pronto estaba dibujando historietas "más psicodélicas", las de Sunshine Girl, que consiguió publicar regularmente en The East Village Other aunque no le pagaran por ello. Kim también contó varias anécdotas de su etapa viviendo en el Lower East Side neoyorquino, cuando compartió piso con Spain Rodríguez en 1967 en un edificio "peligroso". Deitch se metía en el pantalón un calibre 38 cada vez que tenían que bajar por las escaleras, porque una pandilla de puertorriqueños se habían hecho los amos del bloque (el casero tenía miedo a ir y por eso mismo nadie pagaba alquiler) y les exigían el pago de un "impuesto" por entrar y salir del edificio, que nunca pagaban. En una ocasión la banda llegó a hacer un agujero en la pared de su apartamento para robarles, aunque encontraron poco que llevarse.
Como Deitch quería dedicarse en serio a hacer comix underground y si era posible ganarse la vida con ello, se mudó a San Francisco, el centro del movimiento. Para 1969 ya se había instalado en Haight-Ashbury, que era el vecindario donde vivían Crumb y prácticamente todos los nombres importantes del underground. El breve matrimonio de Deitch con Trina Robbins le abrió las puertas de la "hippie high society", en sus palabras. Más declaraciones suyas: "Estaba demasiado ocupado fumando y dibujando en los primeros setenta para prestar atención a Nixon". También explicó el sistema alternativo de distribución de los cómics underground, básicamente a través de head shops, las tiendas de hippies, un sistema que se cayó en 1973 por una decisión del Tribunal Supremo que permitió a las autoridades locales sancionar a los comercios que vendieran material "obsceno" al dejarles a su interpretación qué demonios significaba eso. El comix underground, por supuesto, estaba en la diana.
Pero Deitch no dejó de dibujar cómics después de que el movimiento underground fuera finiquitado a mediados de los setenta. De hecho no ha dejado de producirlos hasta hoy, primero desde Oregon, donde vivió un tiempo, y luego en Nueva York, ciudad a la que regresó y en la que sigue viviendo ahora. La suya es una trayectoria intensa y fascinante que abarca ya más de cuatro décadas y en la que predomina una personal mezcla de ficción, ensayo histórico y autobiografía/autoficción que recorre la historia de la animación, el cómic y otros productos de la cultura popular americana. Sus historietas encontraron acomodo tanto en el Raw de Françoise Mouly y Art Spiegelman como en el Weirdo de Crumb y Aline Kominsky –lo cual dice mucho de la personalidad de su trabajo y, al mismo tiempo, de su capacidad para evolucionar con arreglo a los tiempos– y pronto también en Fantagraphics, la editorial que le adoptó y publicó cuanto quiso bajo la batuta editorial de Kim Thompson, para el que ayer tuvo muchas palabras de elogio y de recuerdo por su reciente fallecimiento. "Art Spiegelman era genial como editor, igual que Kim Thompson".
Una de sus obras maestras, El bulevar de los sueños rotos, la publicó precisamente con Fantagraphics en libro en 2002, después de muchos años realizándola a través de historietas dispersas en diversas cabeceras, pero es que desde entonces Deitch tampoco ha parado de producir. Su trabajo de hecho también ha encontrado acomodo desde la pasada década con la emergencia de la novela gráfica, que le ha permitido encontrar un hueco en las librerías y público generalistas. Deitch es sin duda un ejemplo perfecto de la genealogía de la novela gráfica en cuanto movimiento: él comenzó con el underground, que es donde se pueden rastrear las raíces más profundas de muchos autores contemporáneos de novela gráfica, los Clowes, Burns y cía., y siguió publicando a lo largo de las décadas hasta entroncar de manera natural con el cómic alternativo americano de los ochenta y noventa, y después con el graphic novel movement de la última docena de años. Es una trayectoria que va desde los abuelos de la novela gráfica, como él, a sus nietos del presente. Al borde ya de cumplir los 70 años, Kim Deitch continúa al pie del cañón, pensando en su siguiente libro.
Para terminar la sesión, el artista respondió a las preguntas del público. Louisa por ejemplo le preguntó por su relación con las mujeres del comix underground, y en general por cómo ve los cómics realizados por mujeres (Deitch demostró estar muy al tanto de la actualidad del cómic, por cierto). Ivory le hizo una buena pregunta. "¿Qué piensa de los cambios en el cómic reciente, con todo el trabajo que se está haciendo en los cómics digitales, y qué le parece también el movimiento de la novela gráfica?" (sic). Debo decir que los americanos no pierden el tiempo en discusiones estériles sobre fenómenos que les resultan obvios: aquí, como ya he constatado en este caso y también en otros momentos, tienen muy claro que la novela gráfica como movimiento artístico existe (y yo no les he preguntado por eso, que a veces leyendo según qué comentarios en España parece que todo el mundo está obsesionado con el tema), igual que existió en su día el comix underground, y que el movimiento de la novela gráfica plantea una tradición de cómic (de cómic, repito) diferente a la del comic book tradicional. Por supuesto, tampoco tienen complejos para admitirlo, teniendo en cuenta que son conscientes de haberse criado como niños –como nosotros lo hicimos en España– con los viejos comic books industriales, que por eso mismo siempre querremos como objetos íntimos de nuestra infancia (mis compras de cómics en Estados Unidos de hecho han sido hasta ahora viejos comic books, en incursiones realizadas de la mano de JMM y Santiago. Ni una sola novela gráfica por ahora. Ya hablaremos de eso en otro momento).
La respuesta de Kim Deitch a la pregunta de Ivory fue la siguiente: "Oh, me parece genial el reconocimiento para el cómic que está logrando todo este movimiento de la novela gráfica. Están saliendo trabajos fascinantes. La novela gráfica plantea algo que a veces está entre el cómic y la novela, con elementos de esta última como los grandes bloques de texto que yo también uso en ocasiones". Deitch es un enamorado de la novela victoriana ilustrada, una de las fuentes de inspiración para su trabajo, de la que ha incorporado algunos elementos formales en sus cómics. Más preguntas del público. Que si se ha dedicado alguna vez a la enseñanza. "Eso intento", respondió provocando las risas. Y creo que fue Steven quien le preguntó cuál era su trabajo favorito, a lo que respondió entre risas que "siempre el que estoy haciendo ahora, siempre". Y dicho esto, el maestro procedió a enseñarnos precisamente los originales de la novela gráfica que tiene entre manos, lápices, bocetos y páginas entintadas, igual que algunos de sus comic books y libros, veánse fotos abajo.
(las fotos de mejor calidad –ya las distinguiréis– son de Feifei Ruan, a quien doy las gracias desde aquí por compartirlas. Mi agradecimiento también por lo que toca a este post para Melissa, Louisa, Ivory y Dan Nadel)
Con las páginas delante, Kim Deitch habló de su proceso creativo y volvió a contar anécdotas de su vida, de su padre, el animador y dibujante Gene Deitch, y también -le hicieron la típica pregunta de dibujante– explicó qué herramientas utiliza para entintar unas páginas primorosamente confeccionadas, con ese crosshatching característico suyo. Podría seguir contando anécdotas de esta master class, pero creo que ya es más que suficiente. Sólo me queda añadir que para muchos de los presentes fue una mañana mítica. De leyenda. Y eso no tiene precio.
Kim Deitch leyó primero algunas historietas de Captain High, de Bill Beckman ("¿Qué era esto de Captain High?", se preguntaba perplejo Deitch cuando lo descubrió), que como el nombre sugiere era un superhéroe drogata, y después a Crumb. El trabajo de Crumb, explicó Deitch, le impresionó profundamente. Lo había descubierto en Yarrowstalks, que fue donde Crumb publicó sus primeras historietas underground. Su obra le pareció más intimidante porque sabía que nunca podría dibujar así. "Sabía que yo no era un gran dibujante, así que me inventé un gato como personaje". Deitch dibujó algunas historietas y fue a enseñarlas al periódico alternativo The East Village Other, donde conoció justamente a Bill Beckman, que además de publicar intermitentemente ahí su Captain High, era el director de arte de la publicación. Beckman le pidió historietas más "psicodélicas", que por supuesto en la jerga de la época significaba más "drogadas".
Pronto estaba trabajando para Beckman, aunque no con el tipo de trabajo que esperaba. Durante un tiempo, vendió hierba para él ("He hired me not to drawn but sell his dope"). Y como Deitch se la vendía a sus amigos, no era muy buen vendedor que digamos. La anécdota la ha contado en otros sitios, pero ayer volvió a arrancar risas de los presentes. Su cercanía a la marihuana como dealer también tendría otro efecto inmediato: pronto estaba dibujando historietas "más psicodélicas", las de Sunshine Girl, que consiguió publicar regularmente en The East Village Other aunque no le pagaran por ello. Kim también contó varias anécdotas de su etapa viviendo en el Lower East Side neoyorquino, cuando compartió piso con Spain Rodríguez en 1967 en un edificio "peligroso". Deitch se metía en el pantalón un calibre 38 cada vez que tenían que bajar por las escaleras, porque una pandilla de puertorriqueños se habían hecho los amos del bloque (el casero tenía miedo a ir y por eso mismo nadie pagaba alquiler) y les exigían el pago de un "impuesto" por entrar y salir del edificio, que nunca pagaban. En una ocasión la banda llegó a hacer un agujero en la pared de su apartamento para robarles, aunque encontraron poco que llevarse.
Como Deitch quería dedicarse en serio a hacer comix underground y si era posible ganarse la vida con ello, se mudó a San Francisco, el centro del movimiento. Para 1969 ya se había instalado en Haight-Ashbury, que era el vecindario donde vivían Crumb y prácticamente todos los nombres importantes del underground. El breve matrimonio de Deitch con Trina Robbins le abrió las puertas de la "hippie high society", en sus palabras. Más declaraciones suyas: "Estaba demasiado ocupado fumando y dibujando en los primeros setenta para prestar atención a Nixon". También explicó el sistema alternativo de distribución de los cómics underground, básicamente a través de head shops, las tiendas de hippies, un sistema que se cayó en 1973 por una decisión del Tribunal Supremo que permitió a las autoridades locales sancionar a los comercios que vendieran material "obsceno" al dejarles a su interpretación qué demonios significaba eso. El comix underground, por supuesto, estaba en la diana.
Kim Deitch habla de sus cómics (la intérprete para sordomudos que hay a su lado está en clase para traducir a una de las estudiantes del máster. Se turna con otros dos intérpretes). |
Una de sus obras maestras, El bulevar de los sueños rotos, la publicó precisamente con Fantagraphics en libro en 2002, después de muchos años realizándola a través de historietas dispersas en diversas cabeceras, pero es que desde entonces Deitch tampoco ha parado de producir. Su trabajo de hecho también ha encontrado acomodo desde la pasada década con la emergencia de la novela gráfica, que le ha permitido encontrar un hueco en las librerías y público generalistas. Deitch es sin duda un ejemplo perfecto de la genealogía de la novela gráfica en cuanto movimiento: él comenzó con el underground, que es donde se pueden rastrear las raíces más profundas de muchos autores contemporáneos de novela gráfica, los Clowes, Burns y cía., y siguió publicando a lo largo de las décadas hasta entroncar de manera natural con el cómic alternativo americano de los ochenta y noventa, y después con el graphic novel movement de la última docena de años. Es una trayectoria que va desde los abuelos de la novela gráfica, como él, a sus nietos del presente. Al borde ya de cumplir los 70 años, Kim Deitch continúa al pie del cañón, pensando en su siguiente libro.
Para terminar la sesión, el artista respondió a las preguntas del público. Louisa por ejemplo le preguntó por su relación con las mujeres del comix underground, y en general por cómo ve los cómics realizados por mujeres (Deitch demostró estar muy al tanto de la actualidad del cómic, por cierto). Ivory le hizo una buena pregunta. "¿Qué piensa de los cambios en el cómic reciente, con todo el trabajo que se está haciendo en los cómics digitales, y qué le parece también el movimiento de la novela gráfica?" (sic). Debo decir que los americanos no pierden el tiempo en discusiones estériles sobre fenómenos que les resultan obvios: aquí, como ya he constatado en este caso y también en otros momentos, tienen muy claro que la novela gráfica como movimiento artístico existe (y yo no les he preguntado por eso, que a veces leyendo según qué comentarios en España parece que todo el mundo está obsesionado con el tema), igual que existió en su día el comix underground, y que el movimiento de la novela gráfica plantea una tradición de cómic (de cómic, repito) diferente a la del comic book tradicional. Por supuesto, tampoco tienen complejos para admitirlo, teniendo en cuenta que son conscientes de haberse criado como niños –como nosotros lo hicimos en España– con los viejos comic books industriales, que por eso mismo siempre querremos como objetos íntimos de nuestra infancia (mis compras de cómics en Estados Unidos de hecho han sido hasta ahora viejos comic books, en incursiones realizadas de la mano de JMM y Santiago. Ni una sola novela gráfica por ahora. Ya hablaremos de eso en otro momento).
La respuesta de Kim Deitch a la pregunta de Ivory fue la siguiente: "Oh, me parece genial el reconocimiento para el cómic que está logrando todo este movimiento de la novela gráfica. Están saliendo trabajos fascinantes. La novela gráfica plantea algo que a veces está entre el cómic y la novela, con elementos de esta última como los grandes bloques de texto que yo también uso en ocasiones". Deitch es un enamorado de la novela victoriana ilustrada, una de las fuentes de inspiración para su trabajo, de la que ha incorporado algunos elementos formales en sus cómics. Más preguntas del público. Que si se ha dedicado alguna vez a la enseñanza. "Eso intento", respondió provocando las risas. Y creo que fue Steven quien le preguntó cuál era su trabajo favorito, a lo que respondió entre risas que "siempre el que estoy haciendo ahora, siempre". Y dicho esto, el maestro procedió a enseñarnos precisamente los originales de la novela gráfica que tiene entre manos, lápices, bocetos y páginas entintadas, igual que algunos de sus comic books y libros, veánse fotos abajo.
(las fotos de mejor calidad –ya las distinguiréis– son de Feifei Ruan, a quien doy las gracias desde aquí por compartirlas. Mi agradecimiento también por lo que toca a este post para Melissa, Louisa, Ivory y Dan Nadel)
Con las páginas delante, Kim Deitch habló de su proceso creativo y volvió a contar anécdotas de su vida, de su padre, el animador y dibujante Gene Deitch, y también -le hicieron la típica pregunta de dibujante– explicó qué herramientas utiliza para entintar unas páginas primorosamente confeccionadas, con ese crosshatching característico suyo. Podría seguir contando anécdotas de esta master class, pero creo que ya es más que suficiente. Sólo me queda añadir que para muchos de los presentes fue una mañana mítica. De leyenda. Y eso no tiene precio.
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Más sobre Kim Deitch:
Kim Deitch en Entrecomics
Textos de Santiago García
10 comentarios:
No me había fijado en que tenías el poema de Blake enlazado: esto ocurre cuando has dormido cuatro horas -por curro. No por vicio-, así que mi comentario en Facebook está un poco fuera de lugar.
A veces tengo la impresión (ojo, no de los autores: a los autores siempre les presupongo cultura y el tiempo ya se encargará de demostrarlo) de que mucha de la gente que escribe de cómics no lee nada más (o lee cosas muy, muy malas). Y eso, en un medio que actúa tanto como caja de resonancia me parece a ratos triste y a ratos aterrador.
Dicho esto: no me queda muy claro aún qué demonios has ido a hacer a la SVA: no sé si es un master, o tú das clases o cómo funciona eso...
Supongo que te sentiste como cuando yo fui al concierto de Sonny Rollins en el Beacon y salió Ornette Coleman.
Me ha gustado mucho la imagen con la intérprete. Yo no estuve mucho tiempo en Nueva York como para analizar la sociedad pero me pareció que había una cierta... naturalidad en la integración (y, ojo, no me estoy refiriendo a clases sociales desfavorecidas, sino a otro tipo de integración, mucho más invisible, que en España no hay o existe poco: la de otros sectores, como los niños -que siempre molestan en todas partes, pero que allí son bienvenidos en muchos sitios- y los discapacitados).
Hay una generosidad maravillosa en que otros vean tu propia obra inconclusa. Me produce ternura.
Y dicho esto, no entiendo el lío con la novela gráfica. Al principio pensaba que era una cuestión de nomenclatura nada más. Luego me he dado cuenta de que un sector, o bien no reconoce su existencia como tal -iba a decir "formato", pero mi concepto de "formato" no es el del resto de la humanidad: no me refiero con esa palabra al formato físico ni a las características técnicas sino al concepto-; o bien lo desdeñan porque eso "no es cómic" (será calceta, digo yo). Y al final he terminado deduciendo que cierto tipo de discusiones son fruto del poco o nulo nivel intelectual.
Pero esto es España.
Y como en España en ningún sitio, ¿eh, Pepo? :P
(Voy a poner el emoticono irónico, que lo mismo alguno se lo toma al pie de la letra y me habla de las terracitas y las cañitas).
Acerca del "debate sobre la existencia de la novela gráfica", yo sinceramente no tengo ningún interés en participar. Hace tiempo que lo abandoné, de hecho. Me parecía inútil intentar demostrar lo que desde fuera resulta obvio en España, me refiero sobre todo al público generalista (aquí en USA la gente que está DENTRO del rollo del cómic también lo tiene clarísimo) y sobre todo a algunas personas interesadas en negar la existencia de la NG como tradición nueva (relativamente reciente, pongamos 40 años) y movimiento contemporáneo al que se ha etiquetado como tal, NG. Al negacionista no les va a convencer de nada porque está empeñado justamente en negar su existencia, o, si la reconocen, su importancia en los últimos años. ¿Por qué? Sin comentarios.
Además, en estos dos últimos años parece haber como una obsesión con el tema, incluso con ciertas personas que hablan de "bandos" (dos no se pelean si uno no quiere), siempre por cierto desde el lado desde el que se arrojan piedras contra la novela gráfica (aunque luego alguno pueda usar la etiqueta NG cuando le conviene para intentar vender su cómic).
Es todo de un absurdo tremendo, muy typical Spanish, la verdad. Estéril, agotador e, insisto, absurdo. Porque yo por ejemplo ahora mismo tengo una novela gráfica entre manos para Astiberri, pero igual el día de mañana me pongo a dibujar una serie de comic books (con todo lo que eso implica, y me refiero a la tradición específica del comic book americano), que es otra tradición que forma parte de mi bagaje cultural como historietista, a la que amo igualmente y que no considero "inferior" a ninguna otra. Es simplemente diferente. De hecho los únicos cómics recientes que he leído aquí son todo comic books.
Es, creo, una vieja obsesión por tratar todo de la misma manera en el cómic. La gran familia del cómic donde todo va junto de la mano, sin compartimentos. Compartimentos que además son porosos, no estancos, como siempre sucede tratándose de este tipo de cuestiones. Esa supuesta "indiferenciación primordial" es absurda porque en otras disciplinas artísticas se diferencian perfectamente corrientes, sensibilidades y movimientos. Sobre todo por cuestiones históricas, para entender qué pasó en cada momento. Y luego, ya hablando de gustos e intereses personales, lo mismo te vas a ver Man of Steel que la nueva de David Lynch, porque no siempre te apetece ver el mismo tipo de cine, ¿verdad?
Ambas son cine, pero pertenecen a tradiciones/sensibilidades/modos de producción diferentes, ¿verdad? Bueno, pues esto en el cómic no.
En el cómic español, matizo. Al menos ésa es mi impresión personal, subjetiva e intransferible.
Sobre mi estancia en la SVA, creo que ya lo he explicado en mi Facebook, que me parece que sigues. Estoy aquí para una estancia como Visiting scholar, de tres meses. Daré alguna charla más adelante, voy a algunas clases de oyente, interactúo todo lo que puedo con los estudiantes, asisto a conferencias y sobre todo -lo que más- voy a investigar y leer a la biblioteca. A la biblioteca de la SVA y la NY Public Library.
Te voy a resumir el estado de la cuestión sobre la NG en el mundillo del cómic español, Olga. En pocas palabras: hay mucha gente ya cansada de la "batallita de la novela gráfica". Pues bien, yo soy uno de ésos.
Pasemos a otro tema.
: )
Sobre Kim Deitch, puedo jurarlo: fue muy generoso en su clase. Mucho. Vamos, que te lo has figurado muy bien.
Gracias por compartir los relatos y anécdotas de Kim Deitch, alegra el día.
Lo de la NG era solo una pequeña parte de mi mensaje. Ni siquiera lo que más me interesa de lo que te he dicho (era, supongo, una manera de "hacerme una composición de lugar"). No veo ninguna necesidad de debatir sobre este tema: creo que no tiene nada que debatir. De todos modos hay un apunte tuyo reflexivo que me guardo, gracias.
Y sí: sigo tu Facebook pero no TODO tu Facebook y no estoy familiarizada con el mundo académico norteamericano, así que no sabía exactamente qué hace un visiting scholar: si dar clases, trabajar para un departamento, recibir clases o trabajar en una tesis.
Querido Pepo:
Creo que todos los dibujantes estamos pensando que te saltaste una cuestión importante:¿Qué respondió a la pregunta de las herramientas? jajaja
También me quedé intrigada por las herramientas pero me apenó preguntar, pero ahora que somos varios curiosos se puede :D
Cuéntanos todo, por favor: plumines, pinceles, qué tinta, qué papel :B
Plumilla mayormente, pincel para algunos efectos. El papel es un Strathmore parecido al Caballo 109 (que yo suelo comprar en España). Kim Deitch también dijo el tipo de plumilla que usa más, pero no lo recuerdo. Tampoco lo anoté porque, en mi experiencia, 1), no siempre está disponible en la tienda el tipo exacto de plumilla que andas buscando, y 2), es mejor que uno pruebe varios tipos, los que vaya pillando por ahí, para ver cuál le sienta mejor. La mano, pulso y estilo de cada uno es diferente, y esto con la plumilla se nota más que con pincel. Así que -en mi opinión, repito– diría que la misma plumilla no funciona igual en dos dibujantes y que cada cual tiene que encontrar la suya, o las suyas.
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