Viendo algunas de las respuestas al libelo de Vicente Molina Foix contra los cómics (y los dibujos animados), la verdad es que "preferiría no hacerlo", como el Bartleby de Melville. Prefería no tener que escribir aquí algunas de las cosas que he estado rumiando esta mañana.
1) Si "el cómic", así en general como medio, va a tener algunos de los defensores más furibundos que ha tenido desde ayer, me refiero a ésos que han caído en el insulto, o al menos se han pensado caer en él (aunque luego hayan preferido escribir sobre sí mismos, sobre lo cultos que son y el amor por la cultura que tienen), la verdad es que preferiría no tenerlos. Por favor, que nadie se dé por aludido. Mejor dicho, que no se dé todo el mundo por aludido. No estoy generalizando en absoluto, me estoy refieriendo únicamente a ALGUNAS de las respuestas que he leído en otras páginas y especialmente en el blog de Molina Foix. Otras muchas me han parecido correctas, educadas, certeras y hasta graciosas, estas últimas a menudo las mejores.
2) ¿De verdad que la respuesta ha sido proporcionada al ataque? De nuevo, yo creo que en algunos casos no. Como alguien decía en los comentarios con mucho tino, el mundo del arte es y ha sido siempre así. ¡Bienvenidos seamos! Libelos, manifiestos artísticos (para defenestrar tradiciones anteriores, por supuesto), críticas encendidas entre autores de distintas escuelas y tradiciones... Es la sal de la vida, del arte en este caso. No pasa nada.
3) Lo anterior me lleva a una triste conclusión sobre lo que denotan algunos de esos ataques desproporcionados. Que es ni más ni menos -lo hablaba hace un momento con un conocido dibujante de tebeos- que el irremediable complejo de inferioridad cultural que arrastramos dentro del cómic. A mí personalmente lo que más me ha producido el libelo de Molina Foix ha sido risa, y creo que la mejor respuesta es la que se produzca en esa misma clave. Su artículo me ha hecho mucha gracia porque es una metedura de pata muy gorda, de las clamorosas, y revela a su autor no sólo como un ignorante sobre lo que está escribiendo sino como uno de esos "guardianes de las esencias" de los que, sí, en efecto, está llena la historia del arte. Es más, la gamba que ha metido es de tal calibre que estoy seguro de que alguno de los que Molina Foix considera sus "iguales" dentro del mundo de la cultura le va a dar el toque y, probablemente, le va a pasar algunos tebeos recientes para que se ponga al día. "Quillo, léete esto de Chris Ware, esto otro de Charles Burns y también esto otro de Joann Sfar y de Emmanuel Guibert", me imagino diciéndole alguno de sus pares mejor enterados y más puestos al día que él.
(no entro demasiado en la demagogia de sus argumentos, porque he leído muchos artículos en la prensa, conmemorativos o no, sobre Vian y Nabokov)
El arrebato de Foix es aquello del antiguo progre convertido en lo que siempre había odiado, un reaccionario del mundo viejuno que ha perdido el contacto (y el interés) por las nuevas creaciones que se hacen en su tiempo. Peor aún, alguien que denigra lo que no conoce. Es legítimo que a uno no le interese una disciplina artística, no hay tiempo ni interés para todo en esta vida; lo que ya no es tan legítimo es ponerse a difamarla desde ese mismo desinterés y desconocimiento. Dicho todo esto, lo repito: a mí su rabieta me ha hecho más gracia que otra cosa. También, como alguien decía en los comentarios (creo que Ernesto), resulta muy significativa como signo de que las cosas sí están cambiando realmente, y de que el cómic empieza a salir de la marginalidad cultural en la que ha estado inmerso hasta hace nada.
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miércoles, 23 de septiembre de 2009
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