A finales de los sesenta, Wonder Woman era una de las colecciones de DC que menos vendía. Pensaron en cancelarla, pero, eeeh, el acuerdo de DC con el creador de la Mujer Maravilla, William Moulton Marston (1893-1947), le devolvía los derechos a sus herederos si DC dejaba de publicar la serie. Así que, sorpresa, en DC decidieron remozar la colección para continuarla. El guionista Denny O’Neil (1939-2020; fallecido hace pocos meses) y el dibujante Mike Sekowsky se hicieron cargo de ella y cambiaron al personaje en profundidad. Primero la vistieron en su identidad civil de joven “yeyé” con una endeble excusa argumental, en teoría para pasar desapercibida en un “club hippie”, de copas durante una investigación; luego le quitaron su disfraz y sus poderes tradicionales como Wonder Woman. Renunciaba voluntariamente a ellos para quedarse en la Tierra y ayudar a su amor, Steve Trevor, en busca y captura por presunto espía. Preocupada ahora por tener que afrontar los “problemas prácticos” de la gente corriente, Diana Prince, “ex” Wonder Woman, conocía rápida y convenientemente —solo dos páginas más adelante de la renuncia a sus superpoderes— a I Ching, un maestro oriental ciego que la va a entrenar igual de rápido en la disciplina de las artes marciales. ¿Cómo es posible que I Ching reduzca fácilmente a tres matones callejeros si es ciego?, se pregunta Diana nada más toparse con él. “Los ojos son solo un portal del alma”, le contesta. “La mente es la que realmente ve”. Esto en 1968, ¿eh? Lo digo porque la fiebre Bruce Lee es de los primeros 70, y Kung Fu, la serie de TV, de 1972. I Ching, en mi opinión un precedente del Stick de Frank Miller en el Daredevil de los primeros ochenta, editado precisamente por Denny O'Neil, era un maestro gentil y afable —no precisamente el sádico Pai Mei de Kill Bill vol. 2— que lograba convertir a Diana Prince, ex Wonder Woman, en una experta en artes marciales en “unos pocos meses”, en concreto dos páginas de tebeo (es fascinante lo rápido que ocurre todo en estas historietas). Claro que no hablamos de una chica cualquiera, como nos aclara un texto de apoyo: “Diana domina en unos pocos meses los conocimientos que una chica ordinaria habría tardado años en adquirir”. Pronto la vemos aplicar golpes especiales de karate con nombres tan largo como tu brazo.
Aunque muchos fans detestaron los cambios, la serie mejoró sus ventas, y Sekowsky sustituyó a O’Neil como guionista en varios números de esta “new Wonder Woman” antes de dejar la colección. La etapa, tengo que decirlo, es divertida y disfrutable, muy pop de la época (esto es, la década pop original), se entrega a una inercia de acción continua tan absurda como segura de sí misma, y seguramente para su momento era de lo más moderno que publicaba la muy rancia DC, ya superada por la mucho más moderna Marvel. Esta New Wonder Woman es un cruce entre el cómic romántico, un poquito de superhéroes y un muchito de espionaje fantástico en la onda 007; el Dr. NO es aquí el Dr. Cyber, quien, cuando le vemos el rostro, resulta que es mujer. Sekowsky, se nota en sus dinámicos dibujos y diseños de página, echó el resto en la serie, y el coloreado (no acreditado) es también estupendo.
Mike Sekowsky (1923-1989) era a esas alturas un veterano. Había empezado su carrera en el comic book en los años 40 (en Timely y otras editoriales) dibujando cualquier cosa, humor, superhéroes, cómic romántico, horror, funny animals; un todoterreno que era conocido entre sus compañeros de profesión por su rapidez para dibujar, su timidez y su generosidad para ayudar a un colega apurado por las fechas de entrega. Se cuenta que hizo de “ghost artist” en muchas ocasiones, a veces gratis, para ayudar a compañeros a terminar el encargo a tiempo; Gil Kane entre otros recibieron una ayudita suya de varias páginas más de una vez. Como dibujante, Sekowsky es recordado sobre todo por conformar el estilo “marca de la casa” para la DC de los sesenta, una suerte de Alex Toth superheroico y amable, particularmente en la colección que relanzó el género de superhéroes durante la llamada Silver Age, Justice League of America (1959). El encargo de la JLA le cayó porque los editores de DC sabían que Sekowsky siempre entregaba a tiempo, incluso antes de fecha. Dibujó 66 números de JLA y acabó harto de la serie, cansado de dibujar a tantos superhéroes en cada historia; intentó dejarla varias veces antes de que encontraran a alguien para sustituirle. El muerto le cayó al dibujante Dick Dillin, que estuvo aún mas tiempo que él en la colección (cuando Dillin murió en 1980, se cuenta que Sekoskwy dijo: “Sí, ese tebeo podría matar a cualquiera”).
Cuando Sekowsky dejó Wonder Woman, el personaje volvió a su antiguo ser y recuperó su viejo disfraz y sus poderes, una vuelta a los orígenes en sintonía con la serie de TV que se estaba preparando. Trabajó en Supergirl para intentar revivirla, pero después de varios números dejó la colección y también DC Comics. Mark Evanier ha contado que Sekowsky pensaba que era bueno —lo era ciertamente— y que su talento no era lo suficientemente apreciado. “Y probablemente tuvo razón un montón de veces” (Evanier). A partir de ahí comenzó su declive, con problemas de salud y de alcohol. Hizo unos cuantos trabajos para Marvel, en Inhumanos y Namor, pero sus buenos días en la industria del comic book habían pasado (parte de un número suyo para Inhumanos fue redibujado). Se mudó a la Costa Oeste y trabajó para estudios como Hanna Barbera, en animación y tebeos de sus personajes. Si se le preguntaba por la industria del comic book, prefería no hablar del tema; también se le recuerda por un retorcido sentido del humor. En 1981 le convencieron para que fuera a la San Diego Comic-Con, en teoría para para ver recibir un premio a Alex Toth. Sekowsky acudió de mala gana. Cuando estaba sentado en el homenaje, oyó que anunciaban su nombre. Una gran sonrisa se dibujó en su cara cuando se percató de que el premio y la larga ovación eran para él.
Joe Giella, amigo del alma de Sekowsky, contó otra anécdota. Con 17 o 18 años, Giella había recibido su primer encargo, entintar una historieta de 6 páginas para Timely (luego Marvel). Pero la perdió yendo en metro; Giella pensó que Stan Lee le despediría ipso facto. Sekowsky se enteró y le dijo que él se la dibujaría a lápiz de nuevo; le pidió el guión, la dibujó y la entintó también. Al parecer, Lee quedó encantado. “¡Me salvó el culo esa vez! Así era Mike Sekowsky, y no quiso coger dinero, nada en absoluto. Me dijo: ‘Solo hazlo por alguien en otra ocasión’. Nos hicimos muy amigos después de eso. Así era Mike”.
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He usado y traducido anécdotas sobre Mike Sekowsky de este magnífico post de Tom Stewart (2015): http://www.tompstewart.com/blog/2015/10/8/so-what-kind-of-guy-was-mike-sekowsky
Imágenes: Mike Sekowsky dibujando del natural a la modelo Joyce Miller para la nueva Wonder Woman en 1969 (foto promocional de DC).
Páginas de (The New) Wonder Woman #179 (1968) y #180 (1969), guión de Denny O’Neil y dibujos de Mike Sekowsky, tintas de Dick Giordano, en la reedición en tomos de 2008. La última página, la de Diana Prince descubriendo los encantos de la minifalda en el swinging London, es de Wonder Woman #182 (1969), guión y dibujos de Mike Sekowsky, tintas de Dick Giordano. La pata que asoma es cortesía de Ada, mi gatilla.
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