«Resulta llamativo que, precisamente cuando se refiere a su trabajo sobre la 1ª Guerra Mundial, el más logrado de todos, Tardi tenga dudas sobre la utilidad del mismo o la idoneidad del cómic como vehículo artístico y de comunicación. Ya antes de comenzar La guerra de las trincheras, el dibujante se planteaba algunos interrogantes:“Pero a día de hoy me pregunto si el cómic es verdaderamente un medio de expresión capaz de provocar emociones. La técnica narrativa, el principio de la sucesión de imágenes, constituye un serio hándicap. El cómic funciona muy bien a nivel de escenas de acción, de movimiento. ¿Pero los sentimientos? En el cine, la peor actriz filmada en primer plano puede provocar emociones, mientras que un dibujo en primer plano de Adèle Blanc-Sec, por ejemplo, sigue siendo frío, no emociona. El cine se impone a la visión, el espectador experimenta la película. En el cómic sucede lo contrario, la lectura es muy relativa: retenemos lo que queremos, organizamos nuestro propio ritmo, no nos detenemos necesariamente en una imagen sin texto que contiene una información emocional, pero tiene la ventaja de que favorece la acción. Por eso el cómic es un soporte ideal para el humor, el gag… Pero, ¿se podría hacer a Bergman, por ejemplo, en cómic? Lo dudo mucho. Por último, no recuerdo un solo cómic que me haya llegado a las entrañas…”. Para Tardi, uno de los problemas del cómic no es tanto su falta de capacidad para mostrar y describir momentos de intensa emoción como el modo en que se establece la relación entre el lector y la obra: “No creo que, en última instancia, el cómic sea apto para mostrar hechos complejos. Esto no quiere decir que no haya cómics complejos, significa que, bajo mi punto de vista, el lector lee muy rápidamente un cómic muy sofisticado”».Alberto "tio berni" García concluye su monumental serie de artículos «Tardi, la memoria del pueblo» con este post, del que he extraído el párrafo anterior, una cita que me ha parecido crucial para reflexionar sobre la historia y los límites de la forma cómic. Si entendemos, como yo, que el cómic nació para el humor y la aventura (caricaturistas del XIX, Rodolphe Töpffer, revistas satíricas decimonónicas europeas y norteamericanas, aventuras exóticas en las tiras de prensa a partir de los años treinta, superhéroes desde 1938, etc.), y su propio nombre lo indica como vestigio de sus orígenes (como es bien sabido el término funnies, luego comics, se extendió para referirse a las páginas de la prensa norteamericana), la cuestión es que hace tiempo que el cómic no se dedica solamente al humor y la acción. No hace mucho Eddie Campbell me planteó en una breve conversación virtual el mismo problema histórico —resumiendo, el cómic fuera de su territorio original, el humor y el slapstick, como un pez fuera del agua—, y me quedé con la mosca tras la oreja pensando en el tema, al que por cierto dediqué algunas reflexiones hace un par de años en este mismo blog. De nuevo me he topado con la misma piedra en las palabras de Tardi, que han parecido cruciales, y por eso mismo las cito aquí y ahora.
sábado, 12 de julio de 2014
los límites de la forma
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4 comentarios:
Hola Pepo, yo últimamente también he estado dándole vueltas a esto, y mi impresión es que Tardi se equivoca, que quizá está confundiendo sus limitaciones como autor con las del medio en el que trabaja. Desde luego que el cómic puede emocionar o conmover. Como de hecho dice Tardi, esa capacidad para ir más allá está relacionado con el "tempo" de lectura. Pero, como demuestran el manga, o Ware, ese tempo se puede manipular y, hasta cierto punto, controlar. Yo si tuviera que hablar de cómics que me han conmovido (y casi hecho llorar) los primeros ejemplos serían Taniguchi y Ware.
Los dos usan muchas páginas para narrar cosas pequeñas. A falta de sonido (sobre todo, de música) y de actores, el historietista emociona profundizando en las emociones a través del equivalente historietístico de la puesta en escena, la paginación. A mí ese me parece el tema crucial. El tiempo. Que en cómic está relacionado con el número de páginas que usas para contar algo. No tengo tiempo ahora para escribir más que estas cuatro ideillas mal articuladas, pero me parece un tema que merece la pena explorar. Creo que hay una relación entre digamos el volumen de "material narrativa" (cuanta historia cuentas) que abordas en una obra y su capacidad para emocionar. Y también con el tiempo en el que se desarrolla. Por eso la sitcom americana dura 20 minutos y los largometrajes de comedia tienen problemas para aguantar hora y media haciendo reír. Por algo una película como Alatriste, al querer contar tanto en tan poco tiempo, nos deja fríos, decimos que parece "un trailer", porque se pasa por todo por encima, sin profundizar en nada. ¿Y qué es sobre todo lo que falta? Los pequeños momentos, casi siempre privados, en los que los personajes expresan las emociones que sirven para conectar a los espectadores con la historia. Solo queda la trama, el argumento. Algo parecido le ocurre a la última de Wong Kar Wai, The Grandmaster. Y también a la Adele de Tardi, sobrecargada de trama, de peripecia (la releí hace nada y me aburrió mucho). Cosa que por cierto también le ocurre a la adaptación al cine de Besson, y es una película. Pero película de emoción cero. Ah, lo de The Grandmaster es curioso, porque es una mezcla de frialdad, cuando se cuenta la trama de los maestros del kung fu (densa), y de emoción, cuando la película se para y se centra en las relaciones de los personajes (sencilla). Y un ejemplo comiquero reciente de "efecto trailer" sería la Margaret Sanger de Peter Bagge. Respecto a esta última, también creo que juega un papel la pura dificultad física (o imposibilidad) de dibujar ciertos cómics como deberían ser dibujados para conseguir esa emoción de la que habla Tardi. ¿Cuántas páginas debería haber tenido Margaret Sanger? ¿3.000? Habría sido imposible para Bagge dedicar el tiempo necesario a dibujar tantas páginas por lo que sea que le hayan pagado. Bueno, resumiendo, que creo que más que decir "el cómic no puede hacer eso", debería decirse que casi nunca lo hace, por razones que más que con las limitaciones del lenguaje (que las tiene) tiene que ver con como se presenta en cada caso.
Gracias por el comentario, David. Sí, está claro que el "tiempo" es fundamental para todo lo relacionado con las emociones en una narración, y el tiempo en cómic significa espacio, o sea, muchas viñetas y muchas páginas. Lo que Fernando Castro llamó "ansiedad por la densidad" de la novela gráfica cuando se leyó el libro de Santiago, donde por cierto trata bastante este asunto.
En pocas palabras y con menos farfolla, estoy de acuerdo contigo y creo que el asunto tiene poca discusión. Tiempo es espacio en el cómic, y si uno quiere desarrollar temas y emociones con sutileza, necesita mucho espacio.
La verdad es que en mi post no doy respuestas a la pregunta, tal como le decía ayer a alguien vía email, solo planteo la pregunta porque creo que es importante. Pero para planteársela a un nivel profundo. Tampoco pienso por supuesto que el cómic deba ser "solo de humor y de aventuras" como en sus orígenes, ni que deba estar "limitado" a nada. Pero el problema de los recursos expresivos necesarios para tocar esos otros temas, en un medio que ha sido básicamente humor/aventuras durante prácticamente un siglo (que se dice pronto, un siglo entero, no como el cine), y como tal se ha especializado en recursos expresivos para el humor/acción/aventuras, es como para planteárselo. A un nivel profundo, insisto, que es yo creo que se lo está planteando Tardi o Eddie Campbell.
Insisto: no pienso que el cómic deba "limitarse" a nada, mucho menos en función de sus orígenes o de su trayectoria histórica comercial. Y sin embargo, la pregunta de Tardi o Eddie C. plantea una reflexión muy profunda sobre el cómic como forma, y como medio, y como pura historia del medio... ¿Qué recursos expresivos disponemos ahora mismo para abordar temas que no se habían abordado en el cómic hasta hace relativamente poco tiempo? ¿Por qué tanto tiempo un cómic limitado al humor/acción/aventuras, para resumir? Etc.
Si hasta autores como Tardi, o Eddie, se lo plantean, que han dedicado sus carreras justamente a intentar ampliar esos limites tradicionales del cómic más allá del humor/aventuras, es para hacerse la pregunta seriamente...
Claro, la pregunta es pertinente, por supuesto. Yo me la hago a menudo, no solo escribiendo cómics, sino también cine o tele. Y contínuamente estoy descubriendo cosas. Últimamente me parece que una pregunta muy importante que tienes que hacerte antes de empezar un proyecto es ¿"Cuánta" historia te permite meter el formato que estás usando teniendo en cuenta la emoción dominante que quieres generar en el espectador? Y luego sí que la necesidad de ganarse la vida con entregas que se puedan espaciar (y cobrar) mensualmente por ejemplo, ha sido determinante en la historia del medio.
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