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jueves, 17 de septiembre de 2009

¿VIOLENCIA? DEPENDE DE QUIÉN Y PARA QUÉ



Este YouTube me ha hecho encadenar varias ideas. Se trata de un fragmento de un programa americano de TV donde una crítica de cine pone a caldo el KILL BILL de Quentin Tarantino (entre otras perlas les dice al público que NO la vean), pero la gracia es que lo hace delante del propio Tarantino, vía conexión en directo con Nueva York. La crítica desde el estudio "pone contra las cuerdas" a Tarantino pidiéndole cuentas por asuntos tales como qué necesidad hay de una historia de venganza tan violenta como KILL BILL (Tarantino le responde que las historias de venganza son un recurso clásico del drama), que por qué en su historia de venganza muere gente inocente (Tarantino dice que porque, desafortunadamente, es una historia de venganza, y la venganza es sucia y nunca funciona del modo que uno quiere), qué necesidad hay de tanta violencia explícita (Tarantino viene a decirle que en las películas resulta muy divertida) y, para rematar la faena, la crítica recurre al clásico de proponer a Tarantino que se imagine en la calle sufriendo algo de esa violencia que emplean algunos chicos. A esas alturas, Tarantino ya está tan exaltado como la crítica y le suelta lo que debería ser una perogrullada (no para la crítica, claro): ah, es que yo pensé que hablabámos de cine, no de la vida real. Si quieres podemos hablar de la vida real, pero separemos, vida real, películas, vida real, películas, porque resulta que yo hago cine y estaba hablando de películas. La crítica le replica con otro gran clásico: los chavales que van al cine a ver sus películas no pueden distinguir la diferencia. Por supuesto, Tarantino le dice que sí que pueden. Que él de chaval veía muchas películas violentas (esto lo leí en una biografía suya: su madre le dejaba ver lo que quería en la tele, sin restricciones, e incluso le llevaba al cine a ver pelis de adulto) y sabía distinguir perfectamente la violencia de ficción de la violencia real. A lo mejor tú no sabes distinguirla, termina diciéndole Tarantino, pero los chavales te aseguro que sí.

(inciso: cómo me mola DEATH PROOF, por dios, con toda su violencia y venganza. Lo digo en espera de ver con muchas ganas MALDITOS BASTARDOS, "la infame y salvaje historia de una desenfrenada venganza")


Parece mentira que a estas alturas aún haya gente que crea que la violencia ficticia provoca la violencia real, o que piense que la gente no sabe distinguir una de la otra. Me recuerda a Fredric Wertham y su caza de brujas contra los tebeos de crímenes y horror de los 50, "fuente" según él de los crímenes reales que cometía la juventud americana de la época. Yo desde aquí propongo un ejercicio mental. Así como para meditar un poquito sobre determinadas cosas que asumimos sin realmente reflexionar qué significan. O el doble rasero moral que a veces implican. Resulta que el otro día le dieron a Stieg Larsson un premio. El premio, a la "labor más destacada contra la violencia de género", se lo ha concedido a título póstumo el Consejo General del Poder Judicial. Sí, como sabéis, Larsson es el escritor de la trilogía MILLENIUM. Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio contra la violencia de género del CGPJ, ha destacado la aportación del escritor
"a la visibilización y denuncia de la violencia contra las mujeres, que se sigue perpetuando en las sociedades actuales, también en las más avanzadas; y por poner de manifiesto que no sólo es deseable sino posible la construcción de una sociedad libre de violencia de género por todos sus integrantes, mujeres y hombres".


Yo no he leído las novelas de Larsson pero sí he visto la película que ha adaptado la primera de la trilogía, LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES. Fui a verla con mi amigo Cake, que sí ha leído el libro y me dijo que el filme era bastante fiel aunque por razones obvias de metraje se han tenido que aligerar las distintas subtramas. Aclaro que la película, un thriller "con sabor" (me refiero al ambiente y actores suecos de la peli), me gustó. No es que me pareciera una Obra Maestra, pero me hizo gracia, me lo pasé bien, es entretenida y me gustaron los actores y personajes. También creo que entendí las claves del éxito de Larsson, sobre todo por los "temas importantes" de rabiosa actualidad que toca. El periodismo como cuarto poder frente al capitalismo sin escrúpulos, la corrupción, el tráfico de información y, especialmente, la muy mal llamada en mi opinión "violencia de género". Los toca además en vehículos de ficción más o menos convencionales, thriller con whodunit mediante, con el suficiente ingenio como para enganchar al público. Lo más significativo para mí es que el personaje femenino fuerte de la historia, Lisbeth Salander, hace el papel de héroe vengador con todos los atributos clásicos masculinos. Vamos, que es un "tío" en cuerpo de tía. Un tío VIOLENTO además, aunque en el fondo bueno. Quiero decir buena. Con pasado tortuoso detrás: padre maltratador que golpeaba a su madre y a ella misma, estancia de Salander en el correccional, etc. Aclaro también que el personaje de Lisbeth me pareció el principal hallazgo de Larsson; sin ella la historia no tendría el mismo interés.

Pues bien, resulta que las escenas apoteósicas de la peli, vamos ya al meollo de la cuestión, no son aquellas en las que Lisbeth y el periodista (que por cierto asume el rol pasivo clásico de "mujer" en su relación con Lisbeth, ahí arriba están los dos en la foto) resuelven el caso del asesino de mujeres. No. Las escenas apoteósicas de la película son aquellas en las que Lisbeth SE TOMA LA JUSTICIA POR SU MANO con el malo (dos malos en realidad, en dos subtramas distintas, pero ambos malos maltratan/violan/asesinan a mujeres) empleando para ello GRAN violencia. Y el público tan contento, claro, y es normal. Es una violencia de ficción, no real, no literal, luego es completamente catártica. Como decía Tarantino, "it's so much fun". El malo, los malos a los que Lisbeth Salander ajusta las cuentas son muy malos y se merecen que se las den todas. Al fin y al cabo, es una novela, una película. Ficción. Fantasía. Mi amigo Cake me contaba que la escena en la que Lisbeth viola con un consolador a su violador y luego le tatúa en el pecho a las bravas "Soy un violador hijo de puta" (o algo así) es bastante más explícita y violenta en el libro. Y cuando Lisbeth, ya terminando la película, atiza repetidas veces con un palo de golf al asesino de mujeres, sólo tienes ganas de aplaudir y de que le arree otra vez. Algo más tarde, Lisbeth deja morir al asesino en el incendio de su coche tras el accidente que sufre intentando escapar. Aunque puede salvarle perfectamente, Lisbeth decide dejarle arder.

Por supuesto, seguro que en otras películas parecidas aunque más "clásicas", quiero decir con héroe masculino en vez de heroína, buena parte del público biempensante que ahora aplaude a Larsson (y que le concede premios) criticaría la "violencia gratuita" e incluso el "fascismo" del héroe vengador. Ahí tenemos a Harry el Sucio, los tebeos de Miller y tantos y tantos ejemplos... O, por volver a donde empezábamos, las películas de Tarantino y su "violencia explícita". Violencia de ficción. No real.