—Robert Crumb, 1988, entrevistado por Gary Groth, en R. Crumb. Entrevistas y Cómics, traducción de Josep Borillo, Gallo Nero, 2014, páginas 110-111.
He copiado la cita a propósito del estreno del documental Amy (2015), el documental sobre Amy Winehouse dirigido por Asif Kapadia. La cinta me ha parecido bastante bien en su primera mitad, con imágenes poco conocidas de la cantante en pleno dominio de sus facultades (su presencia y voz siguen impresionando, al menos a mí; su inteligencia y talento eran evidentes ya en su adolescencia), pero un poco brasas en la segunda parte, por supuesto a causa de las idas y venidas con las drogas. Entiendo que es justo eso lo que se quiere mostrar, de ahí que resulte desagradable, pero esa parte sobre el "infierno de las drogas" hace perder el foco al documental y termina engulléndolo como un desagüe.
Para mí la clave del caso Amy Winehouse, y más después de haber visto el documental, es LA FAMA, verdaderamente peligrosa para quien no está preparada para ella. Más aún en la época de Amy, la nuestra, debido al impacto global de los nuevos medios. "¿Buscáis la fama? Pues aquí vais a empezar a pagar", decía la profesora de baile de Fame. El momento clave del caso Amy, o al menos el que yo he vislumbrado en el documental, es cuando ella intuye antes de que suceda que va convertirse en una estrella, y esto para mí —a tenor del relato de este documental, insisto— sucede entre el primer y el segundo disco, cuando se pone a escribir este último. Rehab, por ejemplo, es una canción propia de quien está ya INTERPRETANDO un personaje de cara a la galería, y lo hace con chulería además. Intentaron llevarme a rehabilitación pero yo dije: "no, no, no". A partir de ahí todo parece una profecía autocumplida, con la imprescindible ayuda de las estructuras que suelen rodear a las celebridades, dispuestas a explotar la mina de oro de todas las maneras posibles: el mánager, para que Amy fuese de gira aunque no quisiera; el exnovio-marido impresentable —un niñato drogota, un cretino de tomo y lomo— para mantener su vida de juergas sin dar un palo al agua; los medios con sus paparazzis, persiguiéndola y exhibiendo su espiral decadente ante el público; hasta el propio padre de la cantante, chupando cámara todo lo que pudo hasta el punto de irse de vacaciones con su hija, ya en los huesos y con serios problemas de salud, llevando consigo un equipo de rodaje para hacer un documental de su relación familiar, en contra de los deseos de Amy.
Por supuesto, creo que no se puede mitificar al fallecido hasta el punto de entender su muerte como "producto de los demás" porque "nadie hizo nada para evitarlo", algo que no creo que sea cierto. Amy era responsable de su vida, aunque probablemente se había metido en un embolado para el que no estaba preparada, como sí lo están otros famosos. Amy escogió, sin duda condicionada por las circunstancias, y desde luego que una fama súbita de esas dimensiones es un fuerte condicionamiento. Pero escogió, igual que lo hizo Crumb en su momento. Eligió un camino, diferente, y se dejó ir por él.
1 comentario:
Que miedo me da este tema.
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