«Al contrario, el cambio ha sido a mejor. Cuando yo empezaba, una escuela centrada en esta disciplina era impensable. El cómic ha seguido la evolución normal de cualquier nueva forma de arte. Aparecen nuevos editores, se empieza a ganar más dinero, aunque esto último lo pongo en duda. La escena está hoy más abierta a nuevas formas de dibujar y escribir, se ha despojado de prejuicios, ya no necesitas ocho viñetas por página para contar una historia. Cualquier cosa puede ser editada y bien recibida. Yo dejé de dibujar cómics hace 15 años porque necesitaba probar otras cosas. Se me agotó el espacio para experimentar en este soporte, pero todo ha mejorado. En mi caso, tiré la toalla también por lo que rodeaba al mundo de los tebeos, por ese público nerd, especializado, coleccionista y eminentemente masculino que abundaba entonces. Tíos que amaban los cómics en un sentido totalmente tradicional... y yo quería probar otras cosas, nuevas formas de arte que, en aquella época, estaban vetadas en el mundo de la historieta. Gracias a Dios, todo es distinto actualmente».
miércoles, 22 de abril de 2015
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