«Hay dos escenas que ilustran y dan sentido a la obra y al título –explica Davodeau (Botz-en-Mauges, 1965)–. Una cuando llevo a Richard a ver una exposición de Moebius y él, un ignorante del mundo del cómic, opina: ‘No es bueno, es cansino’. Y otra escena donde yo, un ignorante del mundo del vino, en una cata tiro uno que no me gusta y él me dice: ‘¡Qué haces! Ese vino vale cientos de euros, si te ven se escandalizarán’. Muestra cómo la ignorancia permite expresarnos con libertad». De la mano de Leroy, el autor de la premiada La mala gente ayuda a podar las 15.000 cepas que el viticultor mima en sus tres hectáreas de Montbenault, en el Loira; aprende a elegir las barricas; comparte el miedo a las heladas y al granizo; sufre las inquisidoras visitas de expertos de prestigiosas guías de vinos; participa en la vendimia, y alucina con la jerga de los enólogos en las catas –con un «bonito color a cuero de caballo» y un «perfume de vientre de liebre caliente»...–. Además de sentir la estrecha relación de Leroy con la tierra, Davodeau aprendió: «Que el viticultor es a la vez geólogo, botánico y meteorólogo porque tiene un oficio complejo y sutil, que pide estar atento al suelo, la vegetación y el tiempo». Por su parte, el autor lleva al enólogo de visita: a su editorial, a la imprenta donde se ultima su cómic Lulú, mujer desnuda, a dos salones de cómic y a casa de dibujantes como Jean-Pierre Bibrat o Emmanuele Guibert, coautor de El fotógrafo , crónica del Afganistán de los 80 en guerra con la URSS. Es este uno de los cómics que Davodeau da a leer a Leroy y que, a diferencia de los de Moebius o Lewis Trondheim (quien dibuja una de las páginas de Los ignorantes ), fascinan al enólogo, tanto como el Maus de Spiegelman. « Maus no deja a nadie indiferente y El fotógrafo es el libro que regalo a los que no leen cómics y siempre funciona», asegura.
Tal vez es porque los adultos suelen preferir los asuntos de la realidad a la fantasía. Digo yo.
(el párrafo citado es de un reportaje de Anna Abella para El Periódico de Cataluña sobre LOS IGNORANTES, de Étienne Davodeau, editado ahora en España por La Cúpula. Sigue)
2 comentarios:
Moebius "no es bueno, es cansino". Es muy curioso que lo que para los "entendidos" es Dios para un profano, con toda la garantía de su honestidad, puede ser claramente malo. Jeje. Un experimento interesante este de darle a probar obras encumbradas a personas ajenas al medio.
por supuesto. Al margen de eso, se puede haber sido un grande del cómic y también ser cansino a la vez, y a la larga. Yo creo que a todos se nos ocurren otros ejemplos aparte de Moebius...
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