domingo, 1 de enero de 2017

long, long gone.

La narración es, en primer lugar, estructura. Si de cine narrativo se trata, como es el caso, la narración es, en segundo lugar, diálogo. Un 10 en ambos aspectos para Hell or High Water, dirigida por el escocés David Mackenzie (Young Adam) con guión del estadounidense Taylor Sheridan (Sicario), barata en presupuesto pero rica en resultados. Quien la ha comparado con “el cine de los hermanos Coen” (léase uno de los reclamos publicitarios) debe estar ciego y sordo o, mejor dicho, interesado en atraer a los fans de los Coen. Esto último podría decepcionar. Se sobreentiende, al menos cuando ves Hell or High Water, que la están comparando con dos películas muy concretas de los Coen: No Country for Old Men (No es país para viejos) o True Grit (Valor de ley), pero estas dos últimas, de lo poco que me gusta realmente de los Coen, son obras con una sensibilidad básicamente procedente de las novelas originales que adaptaban, respectivamente, de Cormac McCarthy y de Charles Portis (en ambos casos las películas son bastante fieles al texto original, sin los “desvíos” autocomplacientes de los Coen, y por eso me gustan).
Hay algo de McCarthy en Hell or High Water, en el tono y en la concisión de los diálogos, pero también en la “violencia fronteriza” como plataforma para explorar el alma humana. El western literario es el ancestro lejano del hard-boiled y sus derivados criminales (noir, policiaco, gangsters, heist films), y Mackenzie y Sheridan lo saben bien. Estos diálogos son soberbios, además, porque dan pistas de todo lo que el espectador necesita saber sin explicarlo realmente. Hay observaciones implícitas, solo sugeridas y, también, sentido del humor. Si todo eso te gusta la película te va a encantar, y eso que aún no he mencionado el ritmo, las elipsis, la ambientación o el acento de las voces (absurdo verla doblada). No me olvido de los actores y actrices, porque están todos igualmente de 10. La caracterización en concreto de Jeff Bridges, Chris Pine y Ben Foster es memorable, pero atención a los secundarios. El ranger mestizo de ascendiente comanche, la camarera joven, la camarera anciana, la cajera madura, la cajera joven, el viejo cliente del banco, el comanche del casino, los viejos tejanos que almuerzan en el diner. La Texas profunda del Oeste hoy, en tiempos de la depresión post-2008, frente a los viejos tiempos de forajidos que asaltaban bancos. Long, long gone.

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